Muchas son las tradiciones que están perdiéndose
en nuestros países. El celular y la televisión toman el lugar de la fogata y el
cuento diario en la oscurana. Los perreros son vistos como viejos ridículos y
locos que creen aun en el duende. Pero que hermosos momentos aquellos de mi infancia
en que nos reuníamos al rededor de la radio en la montaña a oír cuentos y
leyendas de Honduras con el Cuadro Artístico de Emisoras Unidas.
Esos cuentos y esas leyendas, en su mayoría,
eran enviados por oyentes del programa y Jorge Montenegro los ponía en
guiones. Pero uno que nunca fue dramatizado ni puesto en escena es el de
Manuelito de Jesús. Un personaje propio de la región de El Paraíso y Nueva
Segovia. Manuelito es uno de esos seres sobrenaturales que encarnan el bien y
el mal dependiendo del lado que se mire. Manuelito protege las personas de su elección
y cambia de tendencia política dependiendo de las circunstancias. Por ejemplo,
en los años 1950, Manuelito era liberal pero en los 1980 era
contrarrevolucionario y anticomunista. Nadie lo ha visto pero muchos lo han oído
y sentido.
Una de esas personas, que se puede decir,
convivieron con Manuelito fue una de mis muchas abuelas, doña Anita Vallejo, a
quien, dicho sea de paso, quiero dedicar esta página.
Anita, una señora a quien la suerte no favoreció
con riquezas ni lujos pero si con una fertilidad legendaria, era la madre de
Ramiro, Antonio, Miguel, Rafael, Raúl, Donato, María Cristina y la abuela
abnegada de una marimba de nietos que la lista es tan larga que espacio me faltaría
par nombrarlos. Anita crió esos hijos sola, trabajando en las haciendas
ganaderas de los alrededores de Cuyalí, aldea vecina a El Paraíso, de donde
ella era originaria. En los tiempos de cosecha de café se iba a las montanas de
las dificultades con todos sus hijos a trabajar. Mientras ella trabajaba en las
cocinas con Chila Herrera, Juana Díaz y otras señoras, sus hijos cortaban el
precioso grano. Anita era fiel y leal a sus empleadores, aunque ellos no lo
fueron necesariamente con ella. Fiel también a sus convicciones políticas, Anita
era liberal de cepa y creo que, sin temor a equivocarme, ninguno de sus hijos
salio cachureco.
Anita entonces fue la empleada de Román
Zelaya, líder liberal de los años 1950 en El Paraíso, fue también empleada de
mi abuelo Lorenzo Molina en las plantaciones de café.
Anita al igual que su sudor estuvo a la
base de la fortuna de esos señores. Pero como decía antes, ella, además de la
fortuna de sus hijos, tenía otra aun más grande. Su espiritualidad y una
memoria prodigiosa que no supimos aprovechar para hace la historia de nuestro
pueblo. Ella creció prácticamente con el pueblo y sufrió los embates de las guerras civiles, las sososobras de los cabos cantonales y cuantas miserias más Tatachú le quiso mandar. Sin embargo, ella siempre le estuvo agradecida con él y en su casa siempre hubo un altar con imágenes de santos de cristo y de la virgen con candelas encendidas. Murió mi abuela Anita hace
casi un año y por un pelo no toca los 100 años, al igual que su mamá, doña
Lencha, que vivió más de cien.
Después de la muerte de esa señora
excepcional a la que recuerdo con mucho cariño y quien mas de una vez me dio
de comer en su limpia cocina, quien siempre me tenía lista una melcocha, un pan
dulce o una de sus tabletas, después de su muerte me permito regalarles ese un
testimonio oral que me acompaña desde el mismo momento en que la entrevistamos.
Contado en ese lenguaje florido propio de dona Anita, con sus expresiones y su
entusiasmo, quiero, en esta página, poner a vuestra disposición el testimonio de esta
abuela y su vivencia con Manuelito de Jesús.
Se trata de una entrevista que allá por
1989 hiciéramos mi hermana Yelba, Juan Cárcamo (el alistador, ahora reportero)
y yo. La hicimos en el marco de un trabajo de investigación sobre la historia oral
del pueblo nunca fue difundida completamente sino solamente la interpretación
del fenómeno como expresión de la cultura popular hecha en el cuadro del
trabajo antes mencionado.
Como en las otras entrevistas, las iniciales
muestran quien habla. En este caso DI corresponde a Darío Izaguirre, AV a
Anita Vallejo, JC a Juan Cárcamo y YI a Yelba Izaguirre.
Aquí les dejo pues la transcripción integral
de ese agradable encuentro con Mamanita como siempre la llamo Cristina. Aclaro
que para mi esta es una de las mas grandes herencias que me ha dejado una de
mis abuelas adoptivas y por grande que es la comparto con ustedes.
DI.- Una de las expresiones del folklore en
Honduras el la leyenda. En esta ocasión nos va ser narrada una leyenda que
nosotros intitulamos Manuelito de Jesús. Es una leyenda muy peculiar que se da
en el municipio de El paraíso en Honduras, allí por los años 1960, esta
narración la hace la señora Anita Vallejo, ya de edad y quien vivió en carne
propia este hecho. Con ustedes, Manuelito de Jesús.
La cinta comienza sin la primera
pregunta que le hiciéramos a Anita. Pasa que no la queríamos intimidar con la
presencia de la grabadora, entonces comenzamos a hablar así como si nada y
luego pusimos a funcionar el aparato. No me acuerdo que fue lo que le
preguntamos ni como la hicimos abordar el sujeto de Manuelito pero bien esto
fue lo que dio…
AV.- Yo le tenía miedo. Yo no lo he visto,
porque uno no lo mira ¿verdad? Uno lo siente por el silbido. Él cantaba el ave
María, le decía a uno que el no era el Animal sino que era un espíritu
castigado por dios y que hasta que fuera el día del juicio volvería a las
manos de Dios, decía el. Pues yo le tenía miedo cuando íbamos a… las mujeres
cuando estamos en la montaña acostumbramos ir de noche, así verdad, afuera. Y a
veces cuando estábamos, allí orinando, él nos tiraba cajas de fósforos, bolsas
de pan… Allí les va, nos decía.
¡Ay no! Le decía yo a la comadre Juana
(Juana Díaz), no agarremos eso que esa es la chula.
¡Ay, ay, ay noooo! Si yo no soy la chula decía
él, yo no soy el diablo, yo soy un espíritu de Dios que hasta el día del juicio
voy a ver los ojos de Dios, decía.
Pues en aquello…fíjese que una vez me toco
aquí mire ( muestra su hombro) … una manito chiquitiilla… y me dio ataque, me
dio el patatús, y me frotanaban con agua florida y me hacían cosas por si
pensaban que era cosa mala.
A pues, él con Román (Román Zelaya) si era
cosa seria. Cuando Román iba a hacer un viaje, él le decía, no vayas mañana
Román, le decía, que tenés peligro. Al otro día llegaba y le decía: mañana si
anda que te están esperando con pan y café, andate mañana que mañana si… y ya
Román vivía al tanto de eso.
A Nosotros pues… este Chévez se había hecho
de una mujer, una tal Moncha Rodríguez y había dejado a la comadre y el se había
ido… y ese día nos vamos pa' juera y entonces le dice la comadre… y como todos
los días nos salía Manuelito… le dice: si es verdad que sos bueno, le dice, y me
tenés aprecio, andá metele una cueriada a Ramona y me traes a Chévez. Y se
fue.
Allá a otro día viene y le dice a la
comadre: Fíjate que anoche pijié a esa vieja puta, le dice, y el jodido de Chévez,
mañana viene con el saco, le tenés café, le dice, mañana se viene ese pendejo.
Trae un saco de ropa sucia se la vas a tener que lavar (nos reímos todos)
Voy a ver si es verdad, le dice, la
comadre Juana. A pues, después cuando nos levantamos en la madrugada, lueguito allí
venia Chévez con el saco de ropa.
Y viera como era con Román… con Román si
era… Cuando iba a ganar el partido liberal que nos íbamos a venir de la montaña
para el voto. Le dice a Román: Román no tengas miedo que este año la ganamos
nosotros los liberales.
Cuando ya se acercaban las elecciones le
dice: Andate el viernes y me listas el cuarto, ya vos sabes que me gusta un
cuarto solo, que no hayga nadie, le dice, y el domingo cuando sean las 7 de la
noche estamos ganando. Allí voy a estar yo contando los votos y bueno no vayas
a tener miedo. Allí van a pasar, le dice, haciéndote tiros, pero no tengas
miedo que no te va pasar nada.
Así fue, Román se vino adelante y Manuelito
se vino el sábado en la noche. Ah pues así fue, El domingo cuando eran las 10
estaba ganando Villeda Morales. Pues al otro día como los otros sabían que
Manuelito estaba allí, porque se regó la bulla de que estaba. Pues al otro día
de las elecciones, cuando ya se sabía que ya habían ganado, él se iba. Pero él
va caminando y va chiflando y aquellos hombres (los nacionalistas) allí iban y
va tiros… lo fueron a dejar hasta Las Moras a Manuelito…. Y lo iban siguiendo y
el chiflando y los hombres ¡pun! ¡pun! Va tiro… hasta que lo fueron a dejar
hasta Las Moras. Entonces Manuelito se perdió, hasta ahora que dicen que esta allí
en el Crique de Oro.
Yo le mandé razón una vez de que quería
que me ayudara, que no se que… le mande a decir yo. Porque el es bien bueno
para cuerear, para eso es buenísimo. Pues me mando decir que fuera yo que él
afuera no salía que el le gustaba que la gente fuera... (nota del traductor:
más bien creo que a Manuelito le daba miedo de que lo sacaran a balzos otra vez
de El Paraíso, como lo hicieron en los 1960) pero es larguísimo y hay que
caminar a pie.
JC.- ¿Pero se acordara de usted?
AV.- ¡Ah! Pero si él se cuerda de uno, si
es vivísimo. Pero yo le tenía miedo cuando estaba joven.
JC.- ¿Y la voz de él como era?
AV.- Si eran como silbidos.
JC.- ¿Pero cuando a usted le decía algo….?
AV.- Si a todos les hablaba pero yo casi no
le entendía por que yo no se leer, pero los que sabían leer bien le entendían, porque
por el silbido les decía. Porque yo lo oía cuando platicaban y cuando cantaba
el ave María allí si le entendía. Entonces cuando ya se paraba en el tabique de
la casa, ya sacudía el capotillo, y decía mi comadre Juana “allí anda”… y sacudía
el capotillo así (y hace el gesto como si sacude algo) y decía la comadre “allí
anda Manuelito” y si pues, no ve que era un espíritu ambulante.
JC ¿Y nunca les dijo el porque andaba
ambulante?
AV.- ¡Como no! Dijo que por malcriado…. Que
por malcriado dijo, pero que él no era el diablo sino que Dios lo castigó.
YI.- ¿Y como se supone que es él, Qué edad
tiene?
AV.- Es chiquito
JC.- ¿Y cómo cuantos años tendría más o
menos?
AV.- Dijo que él el Señor lo había mandado
ambulante desde el 1912, desde entonces andaba ambulante y que tenia no se
cuantos años.
YI.- ¿Y de donde es?
AV.- Pues como que es de Nicaragua, así
dicen que de Nicaragua es él. Porque de allí viene él, porque él salio allí por
las Dificultades… Porque como nosotros estuvimos en El
bosque, en El Delirio en la Bisinia que le dicen... pero donde nos visitaba mas
era allí en la Arabia.
JC.- ¿Y ese espíritu de Manuelito Hace
medicinas a la gente?
AV.- Adivina cosas pero medicinas no. Mire,
hace poco a un señor se le habían perdido unos bueyes y fue el señor ¿verdá? Y
el le dijo: los bueyes te los tienen en tal parte, allí te los tienen
amarrados. Búscate un compañero y vas y te metes y los soltás. ¡No! Le dice el
hombre, que me van a matar… ¡No! Le dice Manuelito, no te atracés, metele…
Ah, pues allí fue el hombre y entro y allí
los trajo los bueyes.
Allá en agradecimiento, el hombre se fue
para pagarle a Manuelito, iba a darle el dinero. Entonces le dijo Manuelito que
no. Que él no agarraba dinero de nadie por que el no lo ocupaba para nada y que
él a nadie le ganaba. Entonces el en agradecimiento le dejo treinta Lempiras en
un vasito pero le aparecieron de vuelta debajo de la almohada.
Él (Manuelito) dice que aquí viene (a El
Paraíso). Yo ya voy a misa, dice. Así decía que el venia a misa alas 8. A pues
le digo yo a una señora, si lo ve dígale que venga pa’ que nos ayude. Y dice la
señora que le dijo que a él no le gustaba aquí porque lo habían corrido.
“Me corrieron” dice “yo aquí no vuelvo por
esos cachurecos”
Y fájese que ahora que iba ganar esa cuestión
de Nicaragua (el gobierno de la Unión Nacional Opositora) el ya se los había
dicho que iba a ganar… si es bien bueno Manuelito pero yo le tenia miedo.
Aquí Doña
Anita bifurca del tema de Manuelito y nos cuenta otros espantos de El Paraíso,
sobretodo del Barrio La flores donde vivía su hermana Priscila.
AV.- Como Miguel tomaba bastante, pues una
vez como el vivía con esas decepciones de él, a dishoras de la noche yo me desvelaba
por que me parecía que ya le iba a pasar algo malo. Pues un día él veía y decía:
yo quiero que me maten venía diciendo. De esas rockolas (nombre comus que scon el que los viejos paraiseños se refieren a los prostíbulos) él se venía y
venía rumbo abajo él. Entonces vengo yo y me levanto así en camisón y salgo y
le digo a Cristina: Ay cristina allí viene rumbo abajo. Me lo van a matar. Y se
viene cristina detrás de mí y detrás de Cristina Rafael y nos poníamos
adelante de Miguel para atajarlo y él intentando pasar y diciendo: ¡No! Allí
voy a que me maten. Cuando llegamos al portón, allí donde hay esa ladrillera (La
fabrica de tubos y mosaicos de Javier Padilla) voltié a ver yo allí para
la esquina de donde Tavo Ortega (el marido de mi tía Flora) y allí vi
un camastro como de esos carros lecheros pero grande (ella habla de los
coches tirados por caballos) llenito de hombres de mudadas negras pecheras
blancas y dos padres y una mujer de blanco, como vestida de novia, empujaban el
carro y no treiba ruedas sino que aquellos rempujaban el camastro.
¡Ay bonita! !Ay miguel! Le digo, mira que
ya nos van a ganar los malos, mira le digo yo, por andar vos con tus cosas… Adiós
la juma. Se le fue a Miguel la bolencia y ellos se quedaron parados.
Viera Florita (se confunde de nombre)
nos morimos nosotros. !Ni quiera Dios! Que susto el que nos dieron.
Allí agarramos a Miguel y salimos a toda
virolella y lo llevamos de vuelta a la casa. Ya cuando llegamos nos pusimos a
regar agua bendita y asta una banca parada puse en la puerta porque me parecía
que ya se iban a meter. Ese fantasma era horrible y suerte que yo volteé a ver
porque estaba la luna clarita, y entonces venia aquel carro pero sin chofer
sino que solo así caminando llenito de hombres mudadas negras pecheras blancas.
Otra vez Cuando yo no sabía que habían esas
papadas de café (secadoras de café) pues yo cuidaba como seis hombres. Y
en eso yo oigo popopopopopopoooooo, pues me digo: ya prendieron el molino (molino
para moler el maíz cosido para hacer las tortillas) en el mero silencio de
la noche. Entonces ya vine y me levanté, prendí el fuego y me voy con el
nixtamal, me vengo para donde don Tin (propietario de un molino) pen,
pen, pen toco la puerta, y en la esquina… un hombre de mudada kaki con una
mecha que así era de grande, así agachado y el pelo le pegaba al suelo. ¡Ay Dios
mío! Que me viene entrando un miedo que sentía que me jalaban para atrás de la
cola… y pun, pun, tocándole a don Tin y nada de don Tin.
Agarro rumbo arriba. Iba para onde tenia
aquel de Concha Molina que tenia un molino. En aquella puerta done es aquellos
billares de Nano Godoy, allá estaba el hombre y yo lo había dejado abajo… la
misma mudada y la misma mecha. Y yo dando grandes zancos por aquel parque… me
voy pa' onde concha… nada de molino, vuelvo para abajo… me vuelvo a venir para
abajo a buscar otro molino que era allí por donde don Ruperto Espinoza…. Me
voy para el molino de Armando… Allí estaba el bajalmache… yo ya no hallaba pa’
onde agarrar y ay vengo pengue, pengue, pegando brincos por esa calle… Me
vuelvo a venir pa’ onde don Tin, allí estaba el hombre otra vez el la esquina
donde están ahora esos carros (la antigua terminal de la empresa Discua, en
frente de la Librería Dario) y yo solo pegué una carrera y comienzo a darle
con el puño a la puerta de Toña espinal (Doña Toña la pelona) y tan, tan ,
tan, tan … que fue, me dice Toña.
Ábrame la puerta, le digo yo.
¿Que es? me dice.
Ábrame le digo (aclara) yo vivía
donde Priscila (a unas 6 cuadras de donde Toña) y me meto donde Toña. Allá
Priscila debía estar rezando, pensando que ya me habían matado, porque era
tardísimo como las 12 de la noche. Ya de madrugada yo me levanté donde Toña y
me fui al molino (que esta vez si estaba encedndido)…
No si aquí salen cosas Fellas… ¿verdad que
es de morirse?
Sobre esta nota mezclada de humor y parazón
de pelos, los dejo queridos lectores, recordándoles que hay una segunda parte
de este relato que sin duda se los ofreceré en los días a venir. ¡Ah! Me olvidaba,
algunos y tal vez la mayoría dirán que el titulo no tiene nada que ver con el
texto pero ya les explicaré en el segundo texto.
Hasta más ver.