El
testimonio de don José respecto a los acontecimientos de los años 60 en El
Paraíso, continúa con la historia del tristemente célebre Santos Calix. Santos Calix era uno de las personas más temidas
de la comunidad. Según cuentan era despiadado y su marca de comercio era el
abuso. Yo lo conocí cuando ya era viejo y que le faltaban las dos manos. Pero
aun así nunca decía por favor o gracias. Tomaba lo que quería, empujaba y se habría
paso en la muchedumbre sin importarle quien iba delante de él. Usaba dos puñeteras
de cuero en lo muñones y allí se instalaba puñales y amenazaba a la gente. Se
codeaba con los sargentos de turno y se creía Tarzán sin ser siquiera la cagada
de chita. Mi padre lo conoció en sus
años mozos y aquí nos cuenta algunos de sus hechos.
DI.- Don
Joche, cuénteme la historia de Santos Cálix.
JI.- ¿Santos
Cálix? ¡Hombre ese Santos Calix! (Y ríe)
Ese hombre
era chiquito, un hombrecito que no parecía… chiquito, pero tenía unos hígados
tremendos. Porque en esos tiempos que andaban esa Manchas bravas y que salían a
andar en los montes persiguiendo liberales, Santos Cálix era uno delo jefes.
Una vez
llegaron a una molienda (batey lugar donde se procesa la caña de azúcar para
hacer el dulce de rapa o piloncillo) estaban moliendo caña y cuando los hombres
sienten que vienen llegando los cantonales, se van toditos los hombres y dejan
un capotillo cuidando los fondos hirvientes de caldo de caña.
Di.- Paréntesis:
El jugo de caña se lleva a ebullición a más de 400 °C , el sumo sube y entonces
hay que removerlo para que baje y no desborde. En las moliendas eso es trabajo del
puntero (la persona que le da el punto al sirope) que en general es ayudado por
un niño. El niño de la historia de mi papa, lo dejaron allí en caso de que la
miel subiera y nunca pensaron en el desenlace de la historia.
JI.- Dice
la gente que Santos llegó con su tropa y encontró al cipotillo sentado en un
aparejo y le pregunta:
- donde está
tu papa
El cipote
responde:
- Se fue con
los otros
- Para donde,
- Pues y o
no sé, se fue
- Entonces
no nos vas a decir donde está.
- Pues yo no
se
- Como no
sabes donde esta…
Agarro al
niño y lo tiró dentro de la miel hirviendo.
Y ha tenido güevos de echarlo al fondo de la miel ¡Jodido!. Eso dice la
gente.
Otros
cuentan que allí por Cuyalí, Jamastrán y esos lugares ese Santos mató un montón
de gente. Ahorcaba hombres y les cortaba la purrunga y se las ponía de puro en
la boca. Allí anduvo jodiendo. Se sentía con un gran poder el hombre y la gente
le tenía miedo.
¡Pero mira
vé! Hay un hombre aquí que tenía su señora humilde y ese Santos se la
contrabandeaba a la señora. Cuando Santos llegaba el hombre se hacia el que no sabía
nada y se iba por miedo. Porque la cosa pasaba en la casa del hombre. Y Santos
quedaba con la señora.
Pues un día
le dice el Santos al hombre, al hombrecito de la mujer:
- Hombre,
danos chance ahorita, date una retirada que quiero quedarme con tu mujer aquí.
- Pues hoy
no me voy a retirar, le dice el hombre.
Y se va y
saca una guarizama que había afilado.
- Yo no me
voy a ir le dice, el que se va air sos vos, le dice.
Y empieza y
le vuela machete, lo machetea y el Santos metió las manos pa cubrirse y le
vuela las manos.
- No te mato
del todo porque quiero que quedés de ejemplo.
Y allí quedo
santos Cálix con cicatrices en la cara y sin manos.
Miren, la
gente humilde como les vengo diciendo yo, hay que tener cuidado.
Hombre, y le
tunqueó las manos.
El asunto
es que no se murió y quedo tunco y la señora la obligaron cuidar de él. Lavarle
la ropa, darle de comer y a saber cuántas cosas más. Al marido de la señora lo pusieron
preso pero salió porque el juez determino que no era justo lo que Santos hacía,
abusar de su mujer casi delante de él.
Allí, Nacho
Rana, el talabartero, le hizo unas
puñeteras en las que se ponía un tenedor o una cuchara o un puñal.
Quedo tunco
el hombre pero siguió Jodiendo, orejeando, dando órdenes y colaborando con la policía.
Y como dicen… Mala hierba nunca muere,
Se murió de viejo el tal Santos Cálix.
Pues ese es
el testimonio de mi papa. Es posible que haya otros que aún no se cuentan o no
se quieren contar. Pero la verdad es que
la impunidad, poco importa de donde venga ha sido práctica común en ese mi
querido País. Y tal parece que la historia continua y es a nosotros de
contribuir a ponerle fin. Educando nuestros hijos e inculcándoles buenos
valores.
Hasta una próxima
historia en la misma época pero no tan macabra.