domingo, 2 de enero de 2022

Anécdotas puntuales o puntudas -5 (Tercera parte)

Entramos en 2022, tío conejo sigue vivo y el caitudo recuperándose de un COVID-19 bien jugoso.

Me estaba cortando las uñas de los pies, mientras el COVID me tenía doblado en la cama, y cortándome la uña del dedo chiquito me acordé de otra pasada de tío Conejo que contaba mi papa. Me acorde del pujido que pegaba mi papa contándola y decía:

-          ¡Juummm! ¿Quién me toca el dedo chiquito?

La jodida es que me acordé de eso, pero no del principio el cuento cuento. Así que tuve que recurrir a nuestro fiel amigo internet y me di cuenta que a ese cuento no es fácil seguirle la huella. Sin embargo, como de costumbre en muchos casos, son los extranjeros quienes han guardado nuestros archivos. Es el investigador alemán Walter Lehmann (1878-1939) quien nos deja una de las huella más viejas de ese cuento plasmada en papel, en su artículo: Tiermärchen aus Costa Rica. Ausdem Nachlass veröffentlicht von Gerdt Kutscher (Cuentos de animales de Costa Rica. publicados por Gerdt Kutscher). Lehmann recorrió, como el conejo, todo Centroamérica, a él se le deben muchos de los vocabularios de lenguas autóctonas del istmo, ahora desaparecidas o casi desaparecidas como es el caso de del Matagalpa, el Subtiaba y el Rahma, entre otros.  Lehmann en buen colonialista también hizo excavaciones y muchos de su descubrimiento fueron trasladados a Alemania. Sin embargo, no estamos aquí para hacer su juicio. Lo importante es que él recopiló allá por 1907, una serie de cuentos en la provincia de Cartago en Costa Rica entre ellas la del dedo chiquito, que aparece de forma anecdótica.

Otra referencia a esa historia nos viene de la tesis de Maestría en literatura de le Fabian Antonio Rodríguez Baltodano: Rescate de tradición oral en cuentos y leyendas en el Municipio Jicaral, Departamento León. Está tesis -muy pobre en bibliografía, por cierto- nos da una versión del cuento de tío Conejo, contada por Guadalupe Baltodano. La manera en cómo este cuento es contado, tanto en Lehman como en Baltodano, es simple. No existen detalles de trama y suspenso como en los cuentos recopilados por Cuadra o en los cuentos de La tía Panchita, por ejemplo.  Lo que nos importa, a fin de cuentas, es que gracias a esas dos versiones logramos recordar lo que seguía después del pujido de don Joche.

Allí les va pues otra de tío conejo. contada por Papita Joche como le decían todos los cipotes del barrio a mi padre.

Tío Tigre y los tres del arriero.

La temporada de cosecha de café estaba llena actividades. La casa se llenaba de corteros, las mulas iban y venían, había rosquillas pan dulce, navidad y año nuevo, estrenos, etc. Pero también era la época de los fríos y el momento ideal para atrapar gripes, resfriados y fiebres.

Yo era experto en atrapar todo lo que pasaba, siempre andaba con mas garrapatas que el Terris, con granos en todos lados y me daban unas gripes con unas fiebres que mal Rayo lo abra, como diría Rigo el de Silveria. En esos achaques estaba, acostado en una cama saliendo de una sudada de calentura. Mi mama había hecho un té de hojas de naranjo agrio bien fuete y me había dado una de esas pastillas Colmen (Conmel), como decía Mingo Duarte, me había envuelto en una sábana y después en una cobija para hacerme sudar. La fiebre subió al punto de tener desvaríos y alucinaciones. Antes de darme el tratamiento yo miraba la cara de preocupada de mi mama y que iba y venía atendiendo todo lo que le tocaba. Vendiendo sus productos, llevando cuentas, ocupándose de alimentar a los de la casa, a los mozos y las gallinas, seguida paso a paso de mi hermana Griselda que le ayudaba en todo.

Pegué una sudada perra, me dormí y cuando me desperté ya la fiebre había bajado. Me desenvolvieron y cambiaron las sábanas mojadas. Era de nochecita ya cuando oí el tropel del caballo, me alegré, era mi papa que volvía del pueblo. Oí el sonar de las cadenas del freno cuando el viejo le quitaba el bocado al caballo y el ruido de las espuelas yendo y viniendo mientras le quitaba las arganillas y luego la coraza al Moro.

Griselda entró en el cuarto y me dijo:

-          Ya llego mi papa. Trajo cosas del pueblo, está cenando.

Yo me quedé esperando en la media penumbra del cuarto, buscando en las paredes de adobe los ojos de santa Lucia (pedacitos de pirita de hierro que reflejaban la luz y que a nosotros nos decían que eran los ojitos de Santa Lucia que nos cuidaban del Malo).  Al rato entró mi papa…

-          ¿Aja Mijó?

-          ¡Buenas tardes papa!

-          Buenas… ¿Cómo te sentís? ¿Ya comistés?

-          ¡No! No tengo hambre

-          ¡Coma, jodido! Que enfermo que come no se muere.

-          ¡Coma! Que si no come se va tirar los tres del arriero como tío Tigre.

Una sonrisa débil apareció en mi cara. Mi padre, aunque severo y rígido en muchas cosas, tenía también el don de hacerte reír, aunque te estuvieras muriendo.

-          ¿Papa, qué es eso de los tres de arriero?

-          Coma y le cuento, usté cree que soy hijo de vieja tonta p’a contarle cuentos sin habérselo ganado.

Se levantó de la orilla de la cama y se fue.

Al rato entró mi mama con un machito. Una bola hecha de tortillas recién hechas cuando aun están calientitas deshechas, mezcladas con caldo de frijoles, frijoles deshechos y cuajada fresca. Se amasaba todo junto y se formaba una bola a la que mi madre llamaba un machito.

-          Tome mijo, cómase este machito.

Y me empezó a dar pedacitos en la boca, acompañados de traguitos de café tibio. Yo comía sin ganas, pero mi papa decía que enfermo que come no se muere y güechos que yo me quería morir. Además, yo quería saber quera aquella babosada de los tres del arriero. Me volví a dormir.

Cuando desperté allí estaba mi papa con mis hermanas.

-          ¡Jobeeeero! Se despertó el hombre… dijo mi papa.

Me dio gusto ver la cara de todos allí hasta la gata Catica andaba entre las canillas de la gente.

-          ¿Ta listo pa que le cuente la papada de los tres del arriero?

-          ¡Si!

-          Ta bueno pues, pero no se me duerma ¡Jodido!

Ustedes cipotas ¿Saben cual es el animal mas grande de toda la tierra?

Las más grandes de mis hermanas que ya estaban en la escuela respondieron al mismo tiempo:

-          El elefante

-          ¡Nooo! ¿Qué va a ser? Es el conejo.

Todos nos reímos, porque ya mirábamos para donde iba la cosa.


Tomada de: https://www.dailymail.co.uk/news/article-2136231/Wenling-Zoo-China-throws-live-bird-tiger-enclosure-improve-animals-hunting-instincts.html


Miren, los animales son como la gente cuando uno no los ve. Arman fiestas y comederas. El sapo es como Santos Oliva, toca guitarra y canta y los pájaros le echan segunda chiflando. Pues un día, había uno de esos bailes en el monte. Cuando hay baile los animales todos están juntos y no se comen unos con otros.  Pues se armó la fiesta.

Tío Tigre con tía Tigra bailando juntos y tío Conejo como siempre molestando a todo el mundo.

En una de esas pasa cerca de tío Tigre y le jala los pelos de cola. El tigre se asusta y le da un apretón bien feo a tía Tigra. La tigra se enoja y le empuja a tío Tigre que cae sobre tío Perro y se arma un bochinche como los que se arman en las fiestas de la escuela.

El Tigre sabía quién había armado el molote y dice:

-          Conejo jodido, esta vez te como.

En eso entraron los auxiliares que eran las urracas y sacaron a todos del baile y los mandaron pa sus casas… estaba lloviendo, una tormenta perra.

Ya el conejo se puso su capotillo y salió. El tigre lo vigió y lo siguió. El agua se puso mas arrecha y el conejo decidió que había que buscar onde abrigarse y miro una cueva que otro animal había dejado y se metió allí a pasar el agua.

El tigre lo vio entrar y dijo:

-          ¡Jodido! Hoy si me lo como.

Se acerca al hoyo y sin decir nada mete la pata y tanteando llega cerca de hasta la espalda del conejo que se da cuenta que era la pata de tío Tigre.

-          ¡Puta! Dice el conejo:  hoy si me llevó candangas.

-          ¿Qué hago?

En eso ideo una maña y se puso a gritar como que lo estaban matando.

-          ¡ay, ay, ya! ¡Ayúdenme! me come este animal. Hasta que se quedó quedito

El tigre se quedó pensando.

-          ¡Jumm! ¿Que será esa papada?

-          Voy a meter la mano de nuevo yo soy mas grande que el conejo a mi no me va a comer.

Y me te la mano, así tentado… en eso toca algo peludo y como redondeado.

Era el lomo del conejo… Cuando el conejo siente la pata del tigre, agarra güevos y con la vos mas ronca que pudo hacer pega un pujido y dice:

-          ¡Jummmm! ¿Quién me toca el dedo chiquito?

-          ¡Jueputa! Dice el tigre asustado. Y saca la pata y dice:

-          Si ese es el dedo chiquito como será ese animalón

-          Voy a tocar otra vez a ver si puedo ver quien ese ese.

Y vuelve a meter la mano. Y otra vez…

-          ¡Jummmm! ¿quién me toca el dedo chiquito? Si me despertás otra vez te voy a comer

-          ¡Jodido! Dice el tigre, creo que mejor me voy a ir, de todos modos, ya se comió al conejo.

Y se las pela.

El conejo esperó que pasara el chubasco y se jue tranquilo a su casa. Se quedo tranquilo unos días sin salir y tigre había regado la buya que a tío Conejo se lo había comido un animal gigante que el no conocía. Que él le había tocado el dedo chiquito y que sólo el dedo chiquito era mas grande que el conejo. La gente en el monte andaba con el culo dos manos…

Allá… a los dillitas, ya el conejo no aguantaba estar escondido y salió a beber agua ala quebradita. El tigre lo acolumbró y viéndolo sanito dice:

-          Miren que condenado. Está vivo. Me volvió a joder. El otro día lo que toqué en aquel hoyo era el lomo del tío conejo.

-          Pero lo voy a joder. Ya van a ver.

Viene tío tigre y llama en secreto a todos los tigres y tigras del monte y les dice que rieguen la buya en el monte diciendo que tío Tigre se había muerto. Y que lo iban a velar el sábado en el claro del monte. Así jue.

Ya el jueves regaron primero la buya de que tío Tigre estaba grave, los tijules y las hurracas y la piacas regaron más la buya. El viernes… pues que se murió tío Tigre y que todos los animales estaban invitados a la vela. Tía Tigra, le mandó un telegrama especial a tío conejo para que viniera decir unas palabras al velorio. Tío conejo aceptó, pero un poco desconfiado.

Ya el sábado se calzo los calzones, las botas, el sombrero de pelo, y el machetillo al cinto. Encilla la mula, que era el cusuco, y saz, saz, saz, se jue al velorio, montado…

Allá en el velorio, aquella lloradera de los tigres y las tigras. El mapachín contando chistes y perras. El sapo cantando las que le gustaban al tigre. Los monos pintando con tile a los que se dormían… y aquella cosa…

Ya llego el conejo.

-          ¡Mándese apear, tío Conejo! le dice un tigrón tamaña tramella.

-          ¡Gracias, hombre!

-          ¿Y cómo está tía Tigra?

-          ¡Bien dolida! ¡Bien dolida!

-          Pase adelante, tío Conejo…

Tía tigra ve a tío Conejo y se le tira encima llorando.

-          Ay tío Conejo… se nos adelantó, se nos jue. Se murió mi Tigre. Tan bueno que era, sólo se comía a los que se dejaban

-          Así es tía Tigra. Le decía el conejo.

La idea del tigre era que haciéndose el muerto el conejo se iba a confiar y se acercaría a él para verlo muero. Una vez allí cerquita el tigre se iba a despertar y se lo iba a comer de un solo tapazo.

En eso, mientras platicaba con tía Tigra, ella le dice a tío Conejo.

-          ¿y no quiere verlo de cerquita antes de que lo enterremos?

El conejo se para y camina para donde estaba el muerto en eso se para en seco y de larguito le dice a tía Tigra.

-          ¡Oy, tía Tigrá!

-          ¡Aja, tío conejo!

-          ¿Y tío Tigre ya se tiró los tres del arriero?

-          ¿Los tres del arriero? ¿Qué babosada es eso?

-          ¡Uy! ¿Usté no sabía que todos los que se mueren para que estén bien muertos primero tienen que tirarse tres pedos. Para que el arriero los lleve al cielo.

El tigre, oyendo esto y para que su muerte fuera más verídica, como diría el compa Toño, agarra aire en la panza y … Prrurrr, un pedo, Prrurrr dos pedos, Prrurrr tres pedos.

El conejo no se había alejado mucho de su mula y cuando oyó los pedos, pegó un brinco y se montó en el cusuco, lo pico con las espuelas y salió corriendo gritando…

-          ¡Adiós! pucho de babosos, muertos que se tiran pedos no los velo yo…

El tigre bravo se levanta, sale corriendo detrás del conejo…

-          Párese allí tío Conejo, hijo de la venada careta que hoy me lo como…

-          Agárreme primero tío Tigre. Le contestó el conejo, y se perdió en el monte.

Allí está pues, los tres del arriero.

¡Ese conejo era jodido!

¡Jobero!

¿Verdá que valió la pena comer?

 Así termina este cuento de tío conejo. Yo me terminé durmiendo y los días que siguieron me mejoré de la fiebre y las cosas volvieron a la rutina de esos días de infancia en la montaña.

Feliz 2022. Abrazo. 

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