La cosa pasa de lo sublime a lo ridículo. Mientras el pueblo hondureño se sume en la miseria el atraso y el abandono, como diría nuestro universal Gabo, el presidente de Honduras y las autoridades hondureñas a cargo de la antropología y la historia del País hacen alaraca de los descubrimientos en la Mosquitia hondureña. Aun recuerdo que el descubrimiento del a mítica Ciudad Blanca se hizo en un periodo de tensión política en el país y pudimos ver al mitómano de JOH hablando al mundo sobre los descubrimientos en sitio Arqueológico. Bien exhibió su Iwatch y sus lentes caros. Ahora ante la crisis humanitaria de Honduras, este fantoche de presidente aparece ante los medios internacionales como el benefactor de la cultura, el hombre que carga con el peso de la cultura de una civilización desconocida, mientras sus esbirros siguen matando, reprimiendo a los descendientes posibles de esa civilización.
Los gobiernos de Honduras, como bien lo apuntas Darío Euraque en su artículo “Antropólogos, Arqueólogos, Imperialismo y la Mayanización de Honduras: 1890-1940”, Solo se han preocupado por la vana glorificación de las grandes culturas e inculcando en la mente de los hondureños que somos descendientes de los reyes y gobernantes de esas grandes culturas ya sean Mayas u otras.
Pero el fondo de las cosas es otro. Honduras es un sitio arqueológico en sí. Sin embargo, siempre nos hemos dejado dormir por la flauta del encantador de serpientes. Copán, Los Naranjos, La Entrada y ahora La Ciudad Blanca. No es que se les reste importancia a esos sitios, pero ante esos espectaculares monumentos, hemos olvidado a quienes verdaderamente los construyeron. Hemos olvidado la arqueología de los explotados. Todo eso porque, retomando las palabras del colega José Carlos Cardona “Son los gringos (sí, Natgeo, ese baluarte del colonialismo decimonónico) los que están llevando a cabo el grueso de las investigaciones y excavaciones, porque este país en un siglo y medio de ideologías liberales… no pudo abrir una simple carrera de Arqueología. Al presidente sólo lo invitan para que vaya, como fue hoy, a sacar piezas y exhibirlas.” En el contexto en que vivimos, habría que preguntarse si lo invitan o se invita sólo.
Poco importa, lo que es claro es que la arqueología en Honduras nace en un contexto de neocolonización y en un contexto de arqueología espectacular. Siempre se nos olvidó a los arqueólogos hondureños que existe otro tipo de arqueología más cerca de los constructores de la historia, el pueblo común la masa – Y ya veo a mis viejos maestros de antropología de Honduras tratándome de termocéfalo, de comunista y de agitador de masas - La verdad duele. Pero es claro que en Honduras los proyectos arqueológicos no tienen en cuenta la opinión o el legado de los pueblos autóctonos. Seamos realistas, los Misquitos, Tahuankas, Lencas, Tolupanes, Garífunas, Pech y los campesinos, conocen ese territorio más que lo que pueden ver los satélites. Sin embargo, quien se ha preocupado por preguntarles donde están los asentamientos milenarios de esos pueblos. ¡Nadie!
La razón es simple. La arqueología al servicio de los grupos de poder, consciente o inconscientemente, ha hecho caso omiso y puesto a un lado el compromiso social. En la mentalidad de arqueología clásica, un arqueólogo no debe tomar partido, no debe pensar más que en el objeto y en el contexto arqueológico (objetividad científica). Como paréntesis ¿Sabían ustedes, que yo perdí una beca hacia los EEUU en mis tiempos de estudiante, por el simple hecho de ser militante de izquierda, aun teniendo una mención de excelencia académica? Eso es la realidad de nuestra arqueología.
Un arqueólogo del punto de vista de mis formadores hondureños no debe meterse en política. Sin embargo, al momento del Golpe de estado de 2009 muchos de ellos se apresuraron en negarlo.
Pero volviendo al tema de la arqueología de la gente común, pregúntense ustedes cuántos sitios arqueológicos lencas del siglo XV han sido excavados en Honduras, Cuántos sitios de la misma época han sido excavados en occidente, cuantos sitios Pech, Tahuanka o Tolupán han sido descubiertos. Cuantos ancianos han sido entrevistados con el fin de documentar los asentamientos de los pueblos autóctonos en Honduras en el pasado.
U otra pregunta, Cómo la arqueología hondureña a contribuido al fortalecimiento de la identidad y la pertenecía territorial de los pueblos autóctonos de Honduras. La arqueología de Honduras ha contribuido a la mayanización de nuestra identidad.
Y otra, cuántos arqueólogos hondureños trabajan para el IHAH, cuántos más están ahora mismo en el terreno haciendo investigación.
Pregunten y busquen la respuesta.
¡Si! ¡Lo sé! Ya dirán, este habla porque está afuera y no sabe nada de lo que se hace aquí. Y asumo porque soy un exiliado voluntario de mi país. Me fui es verdad porque las oportunidades de formarme como Arqueólogo en Honduras eran nulas, mi compromiso político y social me había cerrado todas las puertas y aquí en Canadá en Quebec específicamente, he tenido la oportunidad de hacer esa arqueología comunitaria, tan necesaria en Honduras. Yéndome aprendí que es mucho mas apasionante, y que esta frase quede de lección para los arqueólogos de la carrera de antropología dela UNAH, es mas apasionante excavar e investigar sitios chicos y sin metates de 700 libras, con la participación de las comunidades que han producido los vestigios, que tratar de descifrar jeroglíficos que cuentan la historia de una clase política y económica que explotaba masas de trabajadores y que, como el sistema actual, pudo haber generado crisis ecológicas.
Es tiempo de aclarar que esta, llamémosla así, carta abierta no es mas que una reflexión sobre los meandros de esa arqueología colonialista y espectacular. Un, digámoslo así, desahogo ante la falta de autoridad moral de los gobiernos, de la UNAH y de los arqueólogos frente al saqueo y la mala gestión del Patrimonio Cultural. Es verdaderamente triste ver que aun teniendo una carrera antropología en la UNAH y posiblemente habiendo sacado ya una primera promoción de Arqueólogos, que estos últimos no tengan una formación de campo. Cuantos sitios arqueológicos se han destruido en la construcción de presas hidroeléctricas, carreteras, edificios, colonias o en la construcción de minas de cielo abierto ¿cuántos? ¿Y cuántos sitios ha investigado la escuela de antropología? ¿Dónde está el financiamiento del estado a proyectos de puesta en valor del patrimonio cultural y arqueológico de los pueblos fundadores?
NO tengo miedo de equivocarme, pero creo que se hace muy poco o nada.
Veamos ahora lo que pasa con el IHAH.
Esta institución, desde el 2009 no hace mas que taparle el ojo al macho haciendo labor de lo que ellos llaman rescates arqueológicos. Déjenme explicarles lo que es un salvamento arqueológico…. Bueno mejor no. Le cedo la palabra a una compañera escritora, y amárrense los calzones, no es arqueóloga, se trata de Rebeca Becerra que en un comentario dice: “no se puede extraer una pieza arqueológica y aislarse de su contexto, debe estudiarse en el lugar porque si no pierde valor”.
Como le quedo el ojo. Pues bien, un rescate arqueológico conlleva una investigación previa al proyecto. Es decir, entrevistas, análisis del potencial arqueológico del a zona, inventarios de evaluación en el terreno, excavación y análisis de los vestigios in situ y en laboratorio para culminar en una publicación. Si, ya dirán, Honduras es un país pobre y no se puede hacer eso.
La respuesta, en un país concesionario como el nuestro es verdad que no se puede por la simple razón que la concesión le da luz verde a la compañía para que haga y deshaga. Pero en un Estado de derecho y no en un Estado entreguista, el gobierno a través de leyes exige a la compañía interventora o inversora, cumplir con exigencias que tocan el medio ambiente y el patrimonio. Esto se traduce en empleos e inversión en la cultura.
Pero veamos entonces los rescates el IHAH.
· Descubren piezas arqueológicas en Alauca …
· Rescate arqueológico = Mapeo colecta de artefactos
· Se guardan los artefactos
· Informe técnico.
· Punto final.
¿Pero dónde queda el contexto, la interpretación y la valorización del sitio o la relación del sitio con los ocupantes actuales de la zona? ¸
¡Que les responda Morgan! Como dicen en mi pueblo.
Otro ejemplo
Se descubren estructuras de habitación a dos km de la salida del paraíso hacia Las Manos.
Un metiche, yo, descubre el sitio durante estaba de vacaciones en Honduras en 2014, escribe a la alcaldía poniendo en evidencia el potencial turístico y académico del asentamiento.
El propietario comienza a lotificar,
La alcaldía consulta al IHAH, El IHAH hace una evaluación, mapeo y registra el sitio.
Hacen posos de excavación y de evaluación y la saga continua.
Lo más seguro es que se va a construir sobre el sitio, se destruirán los montículos y la ciudad de El paraíso perderá uno de sus mejores oportunidades de valorizar y explotar el potencial turístico de uno de sus primeros asentamientos que sin temor a equivocarme dataría de más de 800 años.
En la mente de los funcionarios del Estado, se cumplió con las disposiciones legales, pero qué del futuro de esos vestigios, qué de la implicación de la comunidad en la toma de conciencia y de decisiones sobre el valor patrimonial de esos montículos, qué del orgullo de sentirse identificado con esos vestigios.
La ladinización de nuestras raíces y el empeño que ponemos a querer ser blancos y españoles negando nuestro pasado y presente autóctono y negro nos enceguecen y no vemos más lejos que la punta de nuestra nariz.
Eso es la realidad arqueológica de mi País.
Saqueo, coloniaje cultural, destrucción, academicismo amorfo sin compromiso social.
Los pueblos necesitan algo más que eso.
Dario Izaguirre
Master en antropología (arqueólogo por la universidad de Montréal)
Licenciado en Historia (UNAH)