martes, 13 de noviembre de 2012

Bueno mijitos… ¡Ya me jui! voy ver si ya volvió la bola chata

Muchas son las tradiciones que están perdiéndose en nuestros países. El celular y la televisión toman el lugar de la fogata y el cuento diario en la oscurana. Los perreros son vistos como viejos ridículos  y locos que creen aun en el duende. Pero que hermosos momentos aquellos de mi infancia en que nos reuníamos al rededor de la radio en la montaña a oír cuentos y leyendas de Honduras con el Cuadro Artístico de Emisoras Unidas.

Esos cuentos y esas leyendas, en su mayoría, eran enviados por oyentes del programa y Jorge Montenegro los ponía en guiones.  Pero uno que nunca fue dramatizado ni puesto en escena es el de Manuelito de Jesús. Un personaje propio de la región  de El Paraíso y Nueva Segovia. Manuelito es uno de esos seres sobrenaturales que encarnan el bien y el mal dependiendo del lado que se mire. Manuelito protege las personas de su elección y cambia de tendencia política dependiendo de las circunstancias.  Por ejemplo, en los años 1950, Manuelito era liberal pero en los 1980 era contrarrevolucionario y anticomunista. Nadie lo ha visto  pero muchos lo han oído y sentido.
Una de esas personas, que se puede decir, convivieron con Manuelito fue una de mis muchas abuelas, doña Anita Vallejo, a quien, dicho sea de paso, quiero dedicar esta página.

Anita, una señora a quien la suerte no favoreció con riquezas ni lujos pero si con una fertilidad legendaria,  era la madre de Ramiro,  Antonio, Miguel, Rafael,  Raúl, Donato, María Cristina y la abuela abnegada de una marimba de nietos que la lista es tan larga que espacio me faltaría par nombrarlos. Anita crió esos hijos sola, trabajando en las haciendas ganaderas de los alrededores de Cuyalí, aldea vecina a El Paraíso, de donde ella era originaria. En los tiempos de cosecha de café se iba a las montanas de las dificultades con todos sus hijos a trabajar. Mientras ella trabajaba en las cocinas con Chila Herrera, Juana Díaz y otras señoras, sus hijos cortaban el precioso grano.  Anita era fiel y leal a sus empleadores, aunque ellos no lo fueron necesariamente con ella. Fiel también a sus convicciones políticas, Anita era liberal de cepa  y creo que, sin temor a equivocarme, ninguno de sus hijos salio cachureco.

Anita entonces fue la empleada de Román Zelaya, líder liberal de los años 1950 en El Paraíso, fue también empleada de mi abuelo Lorenzo Molina en las plantaciones de café.
Anita al igual que su sudor estuvo a la base de la fortuna de esos señores. Pero como decía antes, ella, además de la fortuna  de sus hijos, tenía otra aun más grande. Su espiritualidad y una memoria prodigiosa que no supimos aprovechar para hace la historia de nuestro pueblo. Ella creció prácticamente con el pueblo y sufrió los embates de las guerras civiles, las sososobras de los cabos cantonales y cuantas miserias más Tatachú le quiso mandar. Sin embargo, ella siempre le estuvo agradecida con él y en su casa siempre hubo un altar con imágenes de santos de cristo y de la virgen con candelas encendidas.  Murió mi abuela Anita hace casi un año y por un pelo no toca los 100 años,  al igual que su mamá, doña Lencha, que vivió más de cien.

Después de la muerte de esa señora excepcional  a la que recuerdo con mucho cariño y quien mas de una vez me dio de comer en su limpia cocina, quien siempre me tenía lista una melcocha, un pan dulce o una de sus tabletas, después de su muerte me permito regalarles ese un testimonio oral  que me acompaña desde el mismo momento en que la entrevistamos. Contado en ese lenguaje florido propio de dona Anita, con sus expresiones y su entusiasmo, quiero, en esta página, poner a vuestra disposición el testimonio de esta abuela y su vivencia con Manuelito de Jesús. 

Se trata de una entrevista que allá por 1989 hiciéramos mi hermana Yelba, Juan Cárcamo (el alistador, ahora reportero)  y yo. La hicimos en el marco de un trabajo de investigación sobre la historia oral del pueblo nunca fue difundida completamente sino solamente la interpretación del fenómeno como expresión de la cultura popular hecha en el cuadro del trabajo antes mencionado.

Como en las otras entrevistas,  las iniciales muestran quien habla. En este caso DI corresponde a Darío Izaguirre, AV a  Anita Vallejo, JC a Juan Cárcamo y YI a Yelba Izaguirre.

Aquí les dejo pues la transcripción integral de ese agradable encuentro con Mamanita como siempre la llamo Cristina. Aclaro que para mi esta es  una de las mas grandes herencias que me ha dejado una de mis abuelas adoptivas y por grande que es la comparto con ustedes.

DI.- Una de las expresiones del folklore en Honduras el la leyenda. En esta ocasión nos va ser narrada una leyenda que nosotros intitulamos Manuelito de Jesús. Es una leyenda muy peculiar que se da en el municipio de El paraíso en Honduras, allí por los años 1960, esta narración la hace la señora Anita Vallejo, ya de edad y quien vivió en carne propia este hecho. Con ustedes, Manuelito de Jesús.

La cinta comienza sin la primera pregunta que le hiciéramos a Anita. Pasa que no la queríamos intimidar con la presencia de la grabadora, entonces comenzamos a hablar así como si nada y luego pusimos a funcionar el aparato. No me acuerdo que fue lo que le preguntamos ni como la hicimos abordar el sujeto de Manuelito pero bien esto fue lo que dio…

AV.-  Yo le tenía miedo. Yo no lo he visto, porque uno no lo mira ¿verdad?  Uno lo siente por el silbido. Él cantaba el ave María, le decía a uno  que el no era el Animal sino que era un espíritu castigado por dios  y que hasta que fuera el día del juicio volvería  a las manos de Dios, decía el.  Pues yo le tenía miedo cuando íbamos a… las mujeres cuando estamos en la montaña acostumbramos ir de noche, así verdad, afuera.  Y a veces cuando estábamos, allí orinando, él nos tiraba cajas de fósforos, bolsas de pan… Allí les va, nos decía.

¡Ay no! Le decía yo a la comadre Juana (Juana Díaz), no agarremos eso que esa es la chula.
¡Ay, ay,  ay  noooo! Si yo no soy la chula decía él, yo no soy el diablo, yo soy un espíritu de Dios que hasta el día del juicio voy a ver los ojos de Dios, decía.

Pues en aquello…fíjese que una vez me toco aquí mire ( muestra su hombro) … una manito chiquitiilla… y me dio ataque, me dio el patatús, y me frotanaban con agua florida y me hacían cosas por si pensaban que era cosa mala.

A pues, él con Román (Román Zelaya) si era cosa seria. Cuando Román iba a hacer un viaje, él le decía, no vayas mañana Román, le decía,  que tenés peligro.  Al otro día llegaba y le decía: mañana si anda que te están esperando con pan y café, andate mañana que mañana si… y ya Román vivía al tanto de eso.

A Nosotros pues… este Chévez se había hecho de una mujer, una tal Moncha Rodríguez y había dejado a la comadre y el se había ido… y ese día nos vamos pa' juera y entonces le dice la comadre… y como todos los días nos salía Manuelito… le dice: si es verdad que sos bueno, le dice, y me tenés aprecio, andá metele una cueriada a Ramona y me traes a Chévez.  Y se fue.

Allá a otro día viene y le dice a la comadre: Fíjate que anoche pijié a esa vieja puta, le dice, y el jodido de Chévez, mañana viene con el saco, le tenés café, le dice, mañana se viene ese pendejo. Trae un saco de ropa sucia se la vas a tener que lavar (nos reímos todos)
Voy a ver si es verdad, le dice,  la comadre Juana. A pues, después cuando nos levantamos en la madrugada, lueguito allí venia Chévez con el saco de ropa.

Y viera como era con Román… con Román si era… Cuando iba a ganar el partido liberal que nos íbamos a venir de la montaña para el voto. Le dice a Román: Román no tengas miedo que este año la ganamos nosotros los liberales.

Cuando ya se acercaban las elecciones le dice: Andate el viernes y me listas el cuarto, ya vos sabes que me gusta un cuarto solo, que no hayga nadie, le dice, y el domingo cuando sean las 7 de la noche estamos ganando. Allí voy a estar yo contando los votos y bueno no vayas a tener miedo. Allí van a pasar, le dice, haciéndote tiros, pero no tengas miedo que no te va pasar nada.
Así fue, Román se vino adelante y Manuelito se vino el sábado en la noche. Ah pues así fue, El domingo cuando eran las 10 estaba ganando Villeda Morales. Pues al otro día como los otros sabían que Manuelito estaba allí, porque se regó la bulla de que estaba. Pues al otro día de las elecciones, cuando ya se sabía que ya habían ganado, él se iba. Pero él va caminando y va chiflando y aquellos hombres (los nacionalistas) allí iban y va tiros… lo fueron a dejar hasta Las Moras a Manuelito…. Y lo iban siguiendo y el chiflando y los hombres ¡pun! ¡pun!  Va tiro… hasta que lo fueron a dejar hasta Las Moras. Entonces Manuelito se perdió, hasta ahora que dicen que esta allí en el Crique de Oro.

Yo le mandé razón una vez  de que quería que me ayudara, que no se que… le mande a decir yo. Porque el es bien bueno para cuerear, para eso es buenísimo. Pues me mando decir que fuera yo que él afuera no salía que el le gustaba que la gente fuera... (nota del traductor: más bien creo que a Manuelito le daba miedo de que lo sacaran a balzos otra vez de El Paraíso, como lo hicieron en los 1960) pero es larguísimo y hay que caminar a pie.

JC.- ¿Pero se acordara de usted?

AV.- ¡Ah!  Pero si él se cuerda de uno, si es vivísimo. Pero yo le tenía miedo cuando estaba joven.

JC.- ¿Y la voz de él como era?

AV.- Si eran como silbidos.

JC.- ¿Pero cuando a usted le decía algo….?

AV.- Si a todos les hablaba pero yo casi no le entendía por que yo no se leer, pero los que sabían leer bien le entendían, porque por el silbido les decía. Porque yo lo oía cuando platicaban y cuando cantaba el ave María allí si le entendía. Entonces cuando ya se paraba en el tabique de la casa, ya sacudía el capotillo, y decía mi comadre Juana “allí anda”… y sacudía el capotillo así (y hace el gesto como si sacude algo)  y decía la comadre “allí  anda Manuelito”  y si pues, no ve que era un espíritu ambulante.

JC ¿Y nunca les dijo el porque andaba ambulante?

AV.- ¡Como no! Dijo que por malcriado…. Que por malcriado dijo, pero que él no era el diablo sino que Dios lo castigó.

YI.- ¿Y como se supone que es él, Qué edad tiene?

AV.- Es chiquito

JC.- ¿Y cómo cuantos años tendría más o menos?

AV.- Dijo que él el Señor lo había mandado ambulante desde el 1912, desde entonces andaba ambulante y que tenia no se cuantos años.

YI.- ¿Y de donde es?

AV.- Pues como que es de Nicaragua, así dicen que de Nicaragua es él. Porque de allí viene él, porque él salio allí por las Dificultades… Porque como nosotros estuvimos en El bosque, en El Delirio en la Bisinia que le dicen... pero donde nos visitaba mas era allí en la Arabia.

JC.- ¿Y ese espíritu de Manuelito Hace medicinas a la gente?

AV.- Adivina cosas pero medicinas no.  Mire, hace poco a un señor se le habían perdido unos bueyes y fue el señor ¿verdá?  Y el le dijo: los bueyes te los tienen en tal parte, allí te los tienen amarrados. Búscate un compañero y vas y te metes y los soltás. ¡No! Le dice el hombre, que me van a matar… ¡No! Le dice Manuelito, no te atracés, metele…
Ah, pues allí fue el hombre y  entro y allí los trajo los bueyes.

Allá en agradecimiento, el hombre se fue para pagarle a Manuelito, iba a darle el dinero. Entonces le dijo Manuelito que no. Que él no agarraba dinero de nadie por que el no lo ocupaba para nada y que él a nadie le ganaba. Entonces el en agradecimiento le dejo treinta Lempiras en un vasito pero le aparecieron de vuelta debajo de la almohada.

Él (Manuelito)  dice que aquí viene (a El Paraíso). Yo ya voy a misa, dice. Así decía que el venia a misa alas 8.  A pues le digo yo a una señora, si lo ve dígale que venga pa’ que nos ayude. Y dice la señora que le dijo que a él no le gustaba aquí  porque lo habían corrido.

“Me corrieron” dice “yo aquí no vuelvo por esos cachurecos”

Y fájese que ahora que iba ganar esa cuestión de Nicaragua (el gobierno de la Unión Nacional  Opositora) el ya se los había dicho que iba a ganar… si es bien bueno Manuelito pero yo le tenia miedo.

Aquí Doña Anita bifurca del tema de Manuelito y nos cuenta otros espantos de El Paraíso, sobretodo del Barrio La flores donde vivía su hermana Priscila.

AV.- Como Miguel tomaba bastante, pues una vez como el vivía con esas decepciones de él,  a dishoras de la noche yo me desvelaba por que me parecía que ya le iba a pasar algo malo. Pues un día él veía y decía: yo quiero que me maten  venía diciendo. De esas rockolas (nombre comus que scon el que los  viejos paraiseños se refieren a los prostíbulos) él se venía y venía rumbo abajo él. Entonces vengo yo y me levanto así en camisón y salgo y le digo a Cristina: Ay cristina allí viene rumbo abajo. Me lo van a matar. Y se viene cristina detrás de mí y detrás de Cristina Rafael  y nos poníamos adelante de Miguel para atajarlo y él intentando pasar y diciendo: ¡No! Allí voy a que me maten. Cuando llegamos al portón, allí donde hay esa ladrillera (La fabrica de tubos y mosaicos de Javier Padilla)  voltié a ver yo allí para la esquina de donde Tavo Ortega (el marido de mi tía Flora)  y allí vi un camastro como de esos carros  lecheros pero grande (ella habla de los coches tirados por caballos)  llenito de hombres de mudadas negras pecheras blancas y dos padres y una mujer de blanco, como vestida de novia, empujaban el carro y no treiba ruedas sino que aquellos rempujaban el camastro.
¡Ay bonita! !Ay miguel! Le digo, mira que ya nos van a ganar los malos, mira le digo yo, por andar vos con tus cosas… Adiós la juma. Se le fue a Miguel la bolencia y ellos se quedaron parados.

Viera Florita (se confunde de nombre) nos morimos nosotros. !Ni quiera Dios! Que susto el que nos dieron.

Allí agarramos a Miguel y salimos a toda virolella  y lo llevamos de vuelta a la casa. Ya cuando llegamos nos pusimos a regar agua bendita y asta una banca parada puse en la puerta porque me parecía que ya se iban a meter. Ese fantasma era horrible y suerte que yo volteé a ver porque estaba la luna clarita, y entonces venia aquel carro pero sin chofer sino que solo así caminando llenito de hombres mudadas negras pecheras blancas.

Otra vez Cuando yo no sabía que habían esas papadas de café (secadoras de café) pues yo cuidaba como seis hombres. Y en eso yo oigo popopopopopopoooooo, pues me digo: ya prendieron el molino (molino para moler el maíz cosido para hacer las tortillas) en el mero silencio de la noche. Entonces ya vine y me levanté, prendí el fuego y me voy con el nixtamal, me vengo para donde don Tin (propietario de un molino) pen, pen, pen  toco la puerta, y en la esquina… un hombre de mudada kaki con una mecha que así era de grande, así agachado y el pelo le pegaba al suelo. ¡Ay Dios mío! Que me viene entrando un miedo que sentía que me jalaban para atrás de la cola… y pun, pun, tocándole a don Tin y nada de don Tin.

Agarro rumbo arriba. Iba para onde tenia aquel de Concha Molina que tenia un molino. En aquella puerta done es aquellos billares de Nano Godoy,  allá estaba el hombre y yo lo había dejado abajo… la misma mudada y la misma mecha. Y yo dando grandes zancos por aquel parque… me voy pa' onde concha… nada de molino, vuelvo para abajo… me vuelvo a venir para abajo  a buscar otro molino que era allí por donde don Ruperto Espinoza…. Me voy para el molino de Armando… Allí estaba el bajalmache… yo ya no hallaba pa’ onde agarrar y ay vengo pengue, pengue,  pegando brincos por esa calle… Me vuelvo a venir pa’ onde don Tin,  allí estaba el hombre otra vez el la esquina donde están ahora esos carros  (la antigua terminal de la empresa Discua, en frente de la Librería Dario) y yo solo pegué una carrera y comienzo a darle con el puño a la puerta de Toña espinal (Doña Toña la pelona)  y tan, tan , tan, tan … que fue, me dice Toña.
Ábrame la puerta, le digo yo.

¿Que es? me dice.

Ábrame le digo (aclara) yo vivía donde Priscila (a unas 6 cuadras de donde Toña)  y me meto donde Toña. Allá Priscila debía estar rezando, pensando que ya me habían matado, porque era tardísimo como las 12 de la noche. Ya de madrugada yo me levanté  donde Toña y me fui al molino (que esta vez si estaba encedndido)…
No si aquí salen cosas Fellas… ¿verdad que es de morirse?


Sobre esta nota mezclada de humor y parazón de pelos, los dejo queridos lectores, recordándoles que hay una segunda parte de este relato que sin duda se los ofreceré en los días a venir. ¡Ah! Me olvidaba, algunos y tal vez la mayoría dirán que el titulo no tiene nada que ver con el texto pero ya les explicaré en el segundo texto.

Hasta más ver.



martes, 29 de mayo de 2012

El que agarra consejo no se hace pendejo y llega a viejo


De nuevo les entrego otro capítulo de la vida de mi viejo. Esta tiene que ver con una cicatriz que él tiene en el pecho.  Esa cicatriz atraviesa su pecho desde la tetilla izquierda hasta cerca del ombligo. La parte superior tiene algo así como un centímetro de ancho y disminuye a medida que desciende hacia el ombligo. Ese surco  bien clarito como diría Mejía Godoy, es uno de los recuerdos probablemente más negros de la vida de mi papa, pero para mi es uno de los mas gratos.  Sí, parece contradictorio, pero los recuerdos que yo tengo de esa cicatriz es la  de las tardes en la montaña cuando después de la jornada mi padre se quitaba la camisa y  se quedaba sentado en su silla verde en  el corredor de la casona. Yo me sentaba en sus piernas y jugaba con la vellosidad de su pecho siguiendo la huella de esa cicatriz hasta dormirme.

Bueno pues aquí les dejo con don Joche

Cuénteme la historia de la cicatriz que tiene en el pecho

Esas cosas… eso fue… ¡Mira ve! Francamente yo estoy vivo porque de verdad Dios… Pero esa cosa que hizo ese hombre… Que en paz descanse ¡Carajo! Andar yo cubierto con una chumpa, con camisa, camiseta y me a traspasado…  Pero te voy a contar desde el principio…
Pues ese hombre, era el mozo (peon) más de confianza que había allí. Cuando yo llegué  en 1953, allí lo hallé,  él y otro peón… Elías Vásquez y Colacho (Nicolás) Mejía. Con ese Colacho Mejía hicimos ese cofre que esta allí… ( muestra el cofre de cedro del cuarto de mi mamá)
A pues y  allí se llevaba el hombre, Maximino se llamaba, trabajando y ya cuando se llegole día de… un 19 de marzo, decidieron de festejar ese día, no a nombre mío, hicieron un rezo porque era el día de San José…
Bueno, yo estaba allí viéndolos el movimiento, estaban rezando, luego comiendo  y luego con unos violines tocando allí. Estaba bien bonita  la reunión. Entonces digo yo luego… yo pues me voy a ir a acostar dije yo. Me fui para dentro donde dormía yo. Ya me quité la faja de la pistola y  ya la puse así en la cabecera de la cama me desvestí y me acosté. Todo quedaba en calma.

Al momento de estar acostado se alborota aquel hombre (Maximino) y oigo la bulla… enojado con la señora y gritando y …
¡jobero…! ¡Vaya caramba!  Dije, tan bonito que estaba eso. Yo me voy a levantar y me visto otra vez y me fajo la pistola. Entonces salgo yo à hablarle al hombre y le digo: ¡Hombre Chimino! mirá como estaba de bonito el rezo, Vos mismo estabas llamando a la gente que vinieran a comer… y ahora esta corrompiendo… arruinando la fiesta… 
Chimino seguía revuelto, y en eso que yo le estoy hablando, otro bolo que venia abajo por el camino real gritando… y se  reconocen los dos bolos y se contestan unos y otros, insultándose y aquel venía bolo también…

¡Y juep…! ¡Vaya pues! Entonces, vengo  yo y dejo de atender a Chimino y abro el portón del camino real y salgo a hablarle al hombre que venia, a decirle que no le hiciera caso y bueno un poco de cosas pensaba yo decirle para evitar el pleito. Entonces detrás de mi sale Maximino también a encontrar al otro hombre que venía por el camino real. Cuando yo siento que Chimino se venía, entonces me regreso y ya no busco hablar con el hombre que venía, sino que trato de atender a Chimino que venía loco buscando pleito, volando machete.

Entonces me regreso… yo llevaba foco también pero lo tenía apagado. Cuando me doy vuelta y que iba a decirle ¡Hombre muchacho,  Chimino no te salgás¡  a decirle eso iba yo cuando sentí el tarrajazo que pego en un travesaño de la puerta  y  a pesar de eso me a garro el pecho la punta del machete. Me hubiera sacado el corazón si me hubiera agarrado de lleno. ¡Ay hombre! Y me miro  el chorro de sangre… ¡Ay Caramba!  y le digo: ¡ya me mataste hijueputa!  Y le pongo el foco  y le pongo la pistola por un claro de la puerta ¡Jodido! Era un cuete que tenia yo… y el hombre se queda parado… Yo no hallaba que hacer, mirando al hombre.
Pensando  que lo iba a matar y que me iba a ir y que mis familias en Honduras me conocían poco, iban a decir que yo era un hombre malo y que aquí y que allá… en un momentito le di vuelta al mundo e hice maletas, pero en segundos… hombre mira, hice maletas, y pensé todo eso… Entonces dije yo ¡voy a pensar!  Le voy a ordenar que vote el machete si no vota el machete lo soco. Y le digo: ¡Votá ese machete! Y lo ha votado, amigo.
¿Verdad que no lo podía matar?  Pero si hubiera sido otro lo mata. Porque así me decían muchos… Yo lo hubiera matado…

A pues y le digo: ¡vota ese machete!  y lo ha votado y en eso que venia el mandador que tenía yo allí que se llamaba don Salomón Salgado y le digo: ¡Recoja ese machete y amaren a ese hombre! Y no lo podían amarrar y así herido votando sangre tuve que ayudarles a amarrar a Chimino.  En eso viene el mismo señor (don Salomón) y deshoja una navaja y se iba ir por detrás a  degollar al hombre  y le ordeno yo ¡No! Le digo  yo, así herido ¡No lo mate Jodido! No lo mate yo y usted lo va hacer ¡No! ¡Vote esa navaja! Y me hizo caso el hombre.
Entonces amarramos a Chimino al pie de un pilar, allí bien amarrado.

Después le mandé hablar al alcalde auxiliar para que se hiciera cargo de él. Yo me fui a acostar y ya corrieron y la mujeres me untaron unas cosas allí y en la mañana me vengo, bueno me traen al pueblo… y aquella cosa y ya luego pues  llevaron al juez a periciarme a mi. Y  ya me inspeccionó y todo y ya le platiqué yo el  asunto que no lo había matado. Por eso si no vota el machete creo que lo hubiera matado y a saber donde estuviera ahora y el estuviera muerto. Pero se me vino a la mente de ordenarle al hombre que votara el machete porque lo tenía  encañonado. Pero lo voto. El juez me abrazo y me dice: Lo felicito, me dice  eso es de hombre me dice…
Imaginate, bueno allí ya me estuvieron mediqueando allí donde mi papá y me atendieron y ya cuando me mejoré bien mejoradito  me fui otra vez para la montaña.
Entonces el hombre cayo preso de oficio, porque yo no pedí nada contra él (el hombre estuvo preso varios meses). Entonces me venían a decir a mi que decía Chimino que sola mente que no saliera de la cárcel no se desquitaba esa carcelada  ¡jodido decía yo!
¿Ya me entendés que quería decir con eso verdad?
Que saliendo de la cárcel me iba a hacer algo…
Ah pues allí estuvo y estuvo preso… 6 meses estuvo.

Allá al tiempo se llego el momento que  salio, y yo no me doy cuenta. El terreadero de él era por el lado de El Chorro (otra hacienda de mi abuelo, distante de la hacienda donde vivía mi papa).
Un día me toca ir a ver un ganado al Chorro y miro un hombre que viene caminando a mi encuentro.  Pero antes  de  toparme con el, ese día yo traía la pistola camiseada y no al cinto. La mula se había pegado un embrocón  y allí se me cae la pistola y no me di cuenta.

Entonces  acolumbro al hombre come a cien varas ¡ay jodido!  Y el hombre venia con el machete cruzado sobre la nuca. ¡Jodido! digo yo, allí viene ese hombre y me toco la cintura  buscando la pistola y nada… Arriendo la mula y doy la vuelta para atrás a recoger la pistola. Este jodido va decir que me corro yo  (ríe) pero yo voy a ir a buscar esa pistola.  Me regreso, y cuando llegue el punto allí estaba la pistola. Me apeo de la mula y me la camiseo y me regreso a encontrar al hombre.  Entonces cuando iba a cierta distancia  le hablo… Como a unas 15 varas antes de encontrarlo. Y le hablo:

- Aja hombré  y me paré. ¿Así es que ya saliste?
- Ya Salí me dice
- Hombre pues fijate le digo que aquí me han venido a decir, que vos decís,  que solamente que no salieras no te desquitabas esa carcelada. Pues aquí va ser el punto, le digo, que te vas a desquitar, le digo yo. Y ay vos sabés.
Pero por favor no te vayas a arrimar más. Aquí estamos, bueno y sano estas vos y yo también.
- No, me dice, si yo no he dicho nada ni tengo nada pensado de malo para usted. más bien, me dice, si me da trabajo otra vez, yo voy a trabajar para usted.
Te doy, le digo, te doy. Si es así que lo pensás.  Pero eso si, que no te voy a querer ver bolo, con esa condición. Si eso prometes llegue a trabajar el lunes.

Pues así fue, llego el lunes  (ríe). Y cuando llega el lunes,  lo mira mi papá y me dice: ¿Bueno, y ese hombre?
Allí, vino, yo le di trabajo, le digo yo.
¡Jodido! Me dice mi papá ¡Tenés güevos vos! Pero no te confiés, me dice.
No, si ya le hablé y todo  y él sabe.

Pues se portó bien el hombre conmigo, bien pero bien, bien, bien, bien se portó conmigo.

Pues hombre… Allá en una de esas me fui a dar una vuelta allá por Nicaragua a ver la familia. En esos medios le pega Chimino una cinchoneada aun  cipote, jovencito aquel chigüín. Isidoro se llamaba el muchacho.  El cipote se dejo pegar pero la cosa no se quedo así. El muchacho afiló la guarizama  en una piedra y la afila bien afiladita.
Y dice el muchacho: Hoy lo vigeo.
Y así fue. Le salio  por el camino por donde venia Chimino, cuando lo vio le dice:
¡Aja  hombré! ¿No estás enojado por lo que te hice?
¡No hombre le dice!  No estoy enojado.
Pues vení para acá le dice  vamos a echarnos un trago.
Y agarran… cada quien con su machete,  platicando en el camino. Aquel cipote le iba vigiando y le iba vigiando, hasta que llego al punto. Y en un descuido de Chimino le apeo la cabeza de un solo machetazo.
Así terminó Chimino.
A mi regreso ya llegué donde mi papá y allí estaba la mujer de Chimino  que se llamaba Chila herrera. Y le digo aja Chila.
Pues mire lo que nos pasó hace poco venimos de enterrar a Chimino, lo mataron.

Por eso yo siempre les digo. Es malo maltratar a los cipotes… Con una mala mirada que le pegue uno a un cipote, esa mirada lo puede marcar y ponerle ideas en la cabeza.
Mi abuelita ami nunca me pego y me pego una vez, injustamente me pego. Yo tenia un compañero y vivíamos allí cerquita, y había un muchacho  que tenia una propiedad y al pie de la propiedad había un pozo donde íbamos a traer agua y detrás del cerco el hombre tenia una mata de maíz y esa mata de maíz echó un elote y ese elote a saber quien se lo desgajo y se lo robó. Entonces el propietario Juan José Macareño me echa el muerto ami que yo me había comido el elote. Le pone la queja a mi mamita. Entonces mi mamita me dice: Venga para acá. ¿Por qué ha hecho eso y por qué anda tocando lo ajeno? Y me soca… injustamente… 
Yo con ese hombre nos hablamos pero todo el tiempo le tuve aquel rencorcito  de esa cosa  que me arrimo, de haberme comido ese elote.

Allí pues tienen ustedes la historia  y es a ustedes de sacar la moraleja, la mía ya la pus en el título.

Un abrazo.

jueves, 15 de marzo de 2012

Así recuerdo a mi madre

Hoy, hace un año ya que murió mi mama. Si porque para nosotros esa palabra nunca respetó las reglas de la acentuación. Ella no era mamá como la mayoría de los hondureños llaman a su madre. Ella era mi mama.

Hoy mis pensamientos se volcaron hasta esos días de campiña en que el contacto con ella era como el contacto con la tierra fresca. A esos días en que la teníamos para nosotros; cuidándonos, queriéndonos, regañándonos. Porque si algo sabía hacer mi mama era eso, regañar. Cuantas veces no me mandó de rodillas porque había hecho alguna mala jugada o porque le había hablado fuerte a mis hermanas mayores. Cuantas también se levantó a media noche a sanar mis dolores, mis ataques de fiebre o de tos.

Esa era mi madre. Una mujer forjada por la dureza de la vida. Huérfana de padre cuando aun era una niña lloró, ella también, a su padre hasta el cansancio. Mi mama fue también la mama de los primos más cercanos. Muchos venían a parar donde ella en sus momentos difíciles. Mi mama esa señora que tras su caparazón de frialdad, escondía una enorme ternura que cuando la daba la daba de completo.

Mi mama, hondureña de descendencia, nicaragüense de adopción, hondureña readoptada, raptada por el amor o la conveniencia, que se yo, nunca nos lo dijo, pero fiel a su manera de ser, a su manera de ver las cosas.

Mi mama, mujer de pelo en pecho, como decimos por allá. Valiente, temeraria…
A los patudos de mis sobrinos les recordaré hoy quien era su abuela, y los amigos les presento a mi madre en dos anécdotas.

Doña Modesta.

Quien no conoce la reputación legendaria de don José Izaguirre. Este hombre, quien es mi padre, tiene dos reputaciones que le siguen aun ahora que ya esta en el ocaso de sus años. Mi padre siempre fue honrado y mujeriego. Justo antes de que se casara con mi madre tenia el por allí un metedero, como decía él mismo. No un metedero en el sentido en que se lo están imaginando pero en el otro. Un lugar donde meterse a pasar el agua cuando llovía fuerte.

Ese metedero era allí en las Dificultades donde tenía la propiedad mi abuelo. Por allí vivía una señora alta que, me imagino, no era tan fea. Pues mi papa le echo el caballo. Si, doña modesta se convirtió en la amante de mi papa.

La tratamos aquí con respeto pero cariñosamente la llamábamos La Mosestona. Era el apodo que mi mama le había dado.

Cuando mi papa se casó con mi mama, la llevó a vivir en la casona de la Arabia, la finca de café de mi abuelo. Allí mi mama pasaba los días haciéndole como cocinera de los más de 40 trabajadores que tenía Don Lorenzo.

Don José, mi papa, se la pasaba en los campos supervisando los trabajos y cuando llovía fuerte pues allí iba a su metedero, digo, a visitar a doña Modestona.
La susodicha Modesta ya se miraba como la señora Izaguirre. Así que cuando supo de la existencia de mi mama decidió pasar todos los días por la cuesta, cerca de la casona, montada en una mula. Se paraba en la loma donde había una puerta de golpe y comenzaba a gritarle sandeces a mi mama. Mi mama, ya cansada de tanto fregar, un día le dijo ami papa que le dejara una pistola porque le daba miedo quedarse sola en la casa sin protección. Mi papa le dejó entonces una pistola 22.

Al día siguiente, mi mama se fue a esconder cerca de lugar donde doña Modesta se paraba para insultarla.

Doña Modesta, puntual, llega al punto y comienza a insultar. Mi mama la dejó insultar todo lo que quiso. Cuando doña Modesta estaba por irse mi mama salió, tomó la mula por el fiador del freno y con la pistola en la mano le dijo.

Mire señora yo no la conozco y usted no me conoce. Lo que si se es que usted se acuesta con mi marido, así que la puta aquí no soy yo. Que sea la ultima vez que usted me insulta! No vuelva ni a pasar por aquí porque la próxima vez la quemo!

Doña Modesta estaba blanca como la mula que montaba y no dijo una palabra. Mi mama soltó la rienda de la mula y la dejo ir. Cuando la doña picó la mula y que le dio la espalda mi mama, ella disparo la pistola al aire lo que espanto más a la mula y casi vota a doña Modesta.

Mi mama bajo a la casa con una sonrisa de oreja a oreja.

En la tarde, cuando mi papa llegó, le diceé: "aja Virginia, parece que le asustaste los pelos a la Modesta"

Mi mama le contestó: "Yo no se si la asusté, pero como no paraba de insultarme y vos no le decías nada, pues decidí de buscar la solución sola. Y si no dejas de irla a ver tu matrimonio te durara poco."


Así terminó el idilio de doña Modestona con don José.


El Zompopo cirujano.


Médicos siempre harán falta en estos países dejados de la mano de Dios. Pero la rebusca y la imaginación para sanar nuestros males nos sobran. Doña Chavela, una viejita que vivía con nosotros en el campo, en la montaña, me decía cada mañana cuando me levantaba. Venga mijito, ya iba yo con la purrunquita bien paradita de las ganas de orinar de la mañana. Doña Chavela tomaba una taza y me decía: ¡Orine aquí papa!

Yo le echaba todos mis orines en la taza y luego la Doña se los bebía. Decía que eran buenos para prevenir la gripe y las enfermedades. Pero igual se murió la doña.

Pues en ese universo crecimos, viendo las cosas más insólitas posibles.Una de esas cosas tiene que ver con mi mama.

Bueno, mi papa después de la cosecha de café se iba al valle de Jamastrán a sembrar frijoles y maíz en las tierras de José María Tercero. Mientras que mi mama se encargaba de cultivar los frijolares en las tierras de mi papa. Cuando mi papa se iba para cosechar en Jamastrán, los frijoles en las vainas quedaban casi de punto para arrancarlos. Así que mi mama y uno o dos trabajadores se encargaban de eso y de secarlos.

Para mis amigos de América del sur que talvez no saben como se hace la extracción de los granos de frijol de manera artesanal se los explicaré en pocas líneas.

La planta de frijol se arranca con todo y hojas, se hacen manojos que se amarran con las guías de ellos mismos y se ponen al sol a secar. Una vez secos y crujientes, se hace un bulto con ellos y con dos garrotillos o con una vara grande se golpea el bulto hasta que no queda ni un solo grano en las vainas.

Pues ese era el trabajo de mi mama. Secar los frijoles, cubrirlos para que no se mojaran cuando llovía y una vez listos, aporrearlos.

Ese año la cosecha fue buena mi papa hubo que llevarse todos los trabajadores y mi mama con sus hijas y otros niños de la vecindad arrancaron los frijoles de la tierra de mi papa. Luego los seco, y cuando estuvieron listos la doña decidió aporrearlos. Pasó varios días en este ajetreo estaba molida de cansancio al punto que bajo la axila comenzó a formársele una especie de tumor. Una protuberancia rojiza llena de pus y dolorosa. Estaba sola, y sin medios para consultar un medico o trasladarse al pueblo en busca de ayuda. Mi papa habiéndose llevado todas las mulas.

Estaba desesperada. Ella lo que hacia era hacerse baños de agua con sal para desinflamar la carne dañada por el esfuerzo. Comenzaba a tener fiebre y solo estaba con sus dos hijas más pequeñas del momento.

En un acto desesperado, se puso a pensar como hacia para destriparse el absceso. Le dio vueltas al asunto y pensó en afilar un cuchillo y sajarse eso ella misma. Probó todos los cuchillos de cocina pero ninguno de ellos tenia el filo suficientemente bueno para hacerse la operación. Entonces pensó en los medios que le brindaba la naturaleza. Una espina de naranjo se dijo. ¡No! Es ponzoñosa y se me va infectar más esto. ¡Una aguja! ¡No! Tampoco, el agujero seria muy pequeño y no podría sacar la pus.

Entonces pensó en los zompopos Soldados.
En una zompopera cuando se le dan golpes fuertes, los primero que salen son los soldados, unos enormes zompopos cabezones con unas quijadas enromes. Estos atacan al invasor y si te llegan a morder te arrancan el pedazo, te hieren pero sin ponzoña.

Entonces mi mama fue a la zompopera y la aporreó hasta que los animales estos salieron de su guarida. Esperó a que salieran los más grandes que siempre salen por último y atrapó dos con un pañuelo. Se fue a la casa y allí tomó una botella de alcohol y se desinfecto la chibola que ya estaba roja purulenta y del tamaño de un limón grande. Tomó un espejo y se colocó de manera a poder ver bien el tumor. Luego tomó uno de los zompopos que estaban furiosos de haber estado atrapados, lo tomó por el abdomen y le desinfecto las quijadas con un algodón y alcohol. Se puso en posición y puso el zompopo en lo parecía era la boca del absceso. El zompopo furioso no dudó y comenzó a morder enterrando las quijadas en la piel de mi mama. Lo hizo tan bien que le abrió una pequeña incisión y la pus comenzó a salir. El animal a pesar de eso seguía mordiendo y yendo más profundamente hasta traspasar la epidermis.

Mi madre soltó al animal que murió de cólera y comenzó a apretar y a apretar hasta que lo que salio por la boba del tumor fue sangre limpia. Se lavó la herida con alcohol, molió algunas pastillas de sulfa, se colocó eso en la cicatriz se vendó la herida y ¡san se acabo!

Varios días después la herida sanó y mi mama continuaba agradeciendo al zompopo.

Esa era mi madre, así la recuerdo.

Luego les cuento otra,

¡Que en paz descanse mi mama!

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