Ayotes, tigres zopilotes y vacas muertas.
¿Quién no se ha consternado ante la presencia
de un hermoso conejo? Su piel cubierta de un pelaje suave y aterciopelado, sus
orejas inquietas y su constante olfateo. De talla muy pequeña en los trópicos y
presente en todo el mundo hasta en las regiones más inhóspitas del ártico, el
conejo o la liebre, según los casos, es un personaje de la tradición oral
universal y en el cotidiano latinoamericano, y centroamericano en particular. El
conejo aparece en ese universo de “historias” de fogón en las historias
clásicas del cuento infantil. Esas historias, muchas veces crueles y desnudas
de bondad, nos proponen un conejo astuto, malhechor a veces obsesionado por el
tiempo; pero su maldad, su picardía o su audacia al final se vuelven chiste.
Un aspecto interesante de los cuentos del
conejo, en el caso de América Latina, es que la trama de fondo es una de lucha
constante por la sobrevivencia, lucha que, a su vez, se acopla con la realidad
de muchos sectores de la población. Un animalito que se encuentra casi en la
base de la cadena alimenticia, en el puesto de las presas y no de los predadores,
tiene que ideárselas para sobrevivir a los ataques de tigres, coyotes,
zopilotes, humanos, etc. El ingenio y la audacia de ese minúsculo herbívoro lo hacen
pasar a la historia como el ser que puede invertir el orden natural, venciendo
a sus enemigos y ganándose el respeto de los otros animales de la sabana y de
la jungla. En los cuentos, tanto él como sus contrincantes reciben el título de
“tío”. Tío Tigre, tío Coyote, tío sapo y tío Zope, entre otros, son sus
compañeros de andanzas. Comparte su espacio también con reyes obispos y hasta
con el mismo Dios.
Los orígenes de tío Conejo.
Cuando decíamos que muchos son los cuentos de tío
Conejo a través del mundo, es porque esa es la realidad. El lingüista
especialista de la lengua cree Kevin Brousseau ha recopilado una serie de
cuentos y mitos que ponen de relieve la presencia de la liebre[1]
(https://creemyths.wordpress.com/index/frog-and-hare/) en esos cuentos este lepórido
siempre forma parte de las historias del Trickster o el pícaro. Y qué
decir de los cuentos europeos como Alicia en el país de las maravillas
de Lewis Carol, o La novia del conejito de los hermanos Grimm. Y más
allá de los Urales, en Asia es muy conocida, en las regiones bajo influencia
china, La leyenda del conejo de jade, https://es.shenyunperformingarts.org/explore/view/article/e/Wsl6qgI6AEM/mitohistoria-la-leyenda-del-conejo-de-jade.html.
En América Latina, una de las tradiciones mas
antiguas de las historias de conejos es aquella de Los 400 conejos del
Mezcal. Esa historia propone la existencia de 400 conejos que eran hijos de
la deidad del maguey llamada Mayahuel quien los alimentaba con sus 400 pechos.
Cada uno de esos conejos poseía una personalidad única que le daba el carácter al
grado de fermentación del pulque. Así la actitud del borracho durante la
embriaguez era determinada por el conejo que había fermentado el licor. https://neomexicanismos.com/mexico-prehispanico/400-conejos-pulque-centzon-totochtin-leyenda-tochtli-dios-de-la-embriaguez/
Mas recientemente, hacia fines del siglo XIX Joel
Chandler Harris, escritor estadounidense, publicó The Uncle Remus Stories
o "Historias del tío Remus". Una serie de fábulas morales inspiradas
en los cuentos tradicionales de los esclavos afroamericanos de su país. Estas
historias fueron comercializadas y difundidas en gran parte por Walt Disney en
1946, entre otros. Es así que el conejo hace un viaje a través del tiempo hasta
verlo en las figuras de Bugs Bunny, Peter Rabit, Roger Rabit y
hasta Play Boy.
Como se
puede ver con esas pocas referencias[2],
en América y el mundo, el conejo precede la escritura, la imprenta, la radio,
la televisión y el internet. A pesar de todo, de su tecnología arcaica y de su
tamaño, el conejo invadió el imaginario de aquellos que vivimos en algún momento
en un mundo de candiles, fogones y chumaceras de velorios o de apagón. Esos cuentos
del conejo se adaptaron a cada región, según la vegetación, la fauna, las
toponimias y las costumbres, conservando la trama de fondo; en duplas bondad-maldad,
Ingeniosidad-idiotez, audacia-cobardía y en última instancia, lucha por la
sobrevivencia. Podría decirse que el conejo no es más que la representación mítica
de los tíos conejos reales que habitan las campiñas, los suburbios y las
favelas de nuestra América.
Sus orígenes, han sido estudiados por muchos
especialistas de la oralidad latinoamericana. Los especialistas sudamericanos y
antillanos[3],
como una necesidad de darle su puesto a la tradición oral Afrodescendiente, ven
el origen de las historias de tío Conejo en África. Esos cuentos habrían sido vehiculados por
directamente desde ese continente por los esclavos, haciendo el parangon entre
las Historias del Tío Remus y las historias del conejo en Centroamérica, por
ejemplo. Otros proponen la hipótesis de que ciertos de esos cuentos pudieron
haber llegado a América vía la influencia árabe y magrebiana de la península Ibérica
en tiempos de la conquista. Las historias del tío Conejo siempre están
presentes, los caballos, las mulas, las vacas. En el mundo del conejo hay también
reyes, él es ganadero y tunante. Tío Conejo viste de botas y sombrero y es el
único en haberle visto la cara a Dios. Otras
veces tío Conejo aparece como ladrón, cuatrero… Todos esos puntos son típicos,
tanto de la cultura hispana de la crianza de ganado, en cuanto incorpora el lenguaje
y los atavíos del ganadero tradicional; como de la africana en donde en ciertos
lugares de África podemos encontrar viejos reinos de criadores de ganado.
Si bien es cierto los cuentos que nos contaban
cuando éramos niños no coinciden necesariamente con las tradiciones orales
amerindias, en donde el conejo forma parte del panteón; en esas historias de infancia,
el conejo adopta elementos de esas culturas para realizar mejor sus proezas.
Así la chicha, la miel, los ayotes, el maíz, los aguacates, se combinan con el
alquitrán, los obispos y los reyes, para darnos una versión casi sincrética de
los cuentos.
En Centroamérica, los cuentos de tío Conejo han
sido contados y repetidos de generación en generación. Ciertos autores
centroamericanos especialmente costarricenses, guatemaltecos y nicaragüenses,
han recopilado estos cuentos y los han publicado. Los mejores ejemplos vienen
de Adrián Recinos quien en 1918 publicó Cuentos Populares de Guatemala [4]. En este
artículo se recogen dos cuentos de tío Conejo y varios de Pedro Urdemales. En
el caso de Costa Rica, el trabajo de tesis de Maestría Jinny G. Cancaster[5]
es uno de los mejores ejemplos de estas recopilaciones, en el se analizan los Cuentos
de mi tía Panchita de Carmen Lyra[6]
y otros escritos que forman parte de la tradición Oral tica. No se puede pasar
por alto también el artículo de Odilie Cantillano publicado en la revista
Letras[7].
En El Salvador también existen algunos ejemplos,
es el caso del libro de José Roberto Cea, Mitología en Cuscatlán: cuentos de
Tío Conejo, Tío Coyote, Pedro Urdemales, El Cipitío, La Ciguanaba y otras
leyendas contadas otra vez.[8]
Y la obra de Gelio Tomás Guzmán López y Evelia
Guzmán, Los cuentos de tío Conejo [9]
Los nicaragüenses no se han quedado atrás, y es
el Poeta nicaragüense Pablo Antonio Cuadra quien, junto con Francisco Pérez
Estrada, publican en 1978 el Muestrario de folklore nicaragüense[10].
Este texto recopila los trabajos
iniciados en la década de los cuarenta del siglo pasado por Taller de San
Lucas, un grupo de estudiosos de las tradiciones nicaragüenses que publicaban
sus trabajos en periódicos y cuadernillos populares. Cuadra y su colega, guardan
el lenguaje coloquial en el que le fueron contadas las historias por viejitos y
perreros de tierra adentro y d ellos barrios de las ciudades pinoleras lo que
los vuelve auténticos y sabrosos.
En el caso de Honduras la carrera de lenguas de
la UNAH y autores como Mario Ardón, han hecho mucha investigación sobre la
tradición oral y el universo mágico de las poblaciones campesinas e indígenas de
Honduras, sin embargo, en el caso de Ardón, aun en su libro La Sigualepa[11],
aunque se hace referencia a los cuentos de tío Conejo, afirmando que este ya
estaba presente en Honduras aun antes del siglo XIX, puesto que Ramon Rosa lo
menciona ya en su cuento La maestra Escolástica, esas historias no
forman parte del material descrito y analizado.
Aclaro que no estoy diciendo que no se ha hecho nada, simplemente no
conozco, hasta ahora ningún ejemplo de análisis o recopilación de las historias
de tío Conejo. El único ejemplo hondureño que tengo hasta ahora es el texto de
Alejandro Barahona: Simpaticas aventuras de tío Conejo y tío Coyote[12].
Este texto recopila una serie de cuentos de la tradición oral y los desnuda de
lo mas bello, el lenguaje coloquial, paisano, chapioyo... El autor disfraza al
conejo en un docto que se expresa en un castellano académico y bien letrado. Es
como si se imaginara usted al Apostol Chago hablando como Ramos Soto. Él
introduce las anécdotas con un discurso grandilocuente y podría decirse
aburrido que mata el espíritu picaresco y jovial del conejo, convirtiendo el texto
en algo que, si me lo leen teniendo seis años, me duermo.
Es así como se resume la presencia de tío
Conejo en Centroamérica. Ahora, yo tampoco quiero caer en le pecado de Barahona
y seguirlos aburriendo, lo único que quiero es regalarles unas cuantas de esas
historias que me contaba mi padre durante las noches oscuras de temporada de
cosecha de café. De manera muy interesante los cuentos de Papita Joche se
acercan mucho a los de Pablo Antonio Cuadra y les confieso que, aunque había
aprendido a leer, mi padre nunca leyó a Cuadra. Don Joche decía que esos
cuentos los aprendió vagando en el interior de Nicaragua durante su
adolescencia y temprana juventud.
He aquí pues la primera de varis de esos
cuentos de tardecita.
¿Por qué el conejo tiene las orejas tan grandes?
-
¡Melba!
Mi papa ya llegó con las mulas cargadas de café vamos a ayudarle.
-
¡Vaya
mijo! agarre el cabresto de esa mula y jalela allá pa la tolva pa descargarla.
-
Usted
mija vaya digále a su mama que me mande una tasa de café caliente que este frio
‘ta perro. Cuando vuelva jale al macho Chingo que se jue hasta el corredor,
tráigalo para aquí pa descargarlo.
Ya nos pusimos a hacer lo que nos ordenaron.
Mientras, Licho (Felicito Segura) y mi papa
descargaban las mulas nosotros las teníamos por el cabresto de la jáquima y las
llevábamos de vuelta los postes para amarrarlas.
Una vez descargadas todas las mulas (5 o 6), Licho
vaciaba los sacos en la tolva y mi papa desensillaba las mulas. Quitando el
cinchón primero deslizaba el apero hacia atrás para sacar la grupera de la cola
del animal. Apeando el apero ponía el primer albardón sobre éste, luego los
lomillos, después el segundo albardón y por ultimo los sudaderos hechos de
sacos yute. Amarraba todo pasando el cinchón por debajo del aparejo y haciendo
un nudo con la correa del cinchón sobre los sudaderos. Después nos mandaban a
soltar las mulas al corral para que se fueran al potrero, no sin antes darles
sal para que lamieran.
Licho y Toño Flores ya habían comenzado a
despulpar el café mientras que mi papa agarraba la silla del corredor y
comenzaba a fumarse su Royal bebiéndose el café caliente y gritando órdenes.
Nosotros ayudábamos vigilando que a la tolva no
le faltara de café y esperábamos con ganas la cena para pedirle a mi papa que
nos contara un cuento.
Mi papa a diferencia de mi mama nos contaba
unos cuentos que nos hacían reír porque había pedos, nalgas quemadas, dientes
quebrados y otras cosas. No había en sus cuentos tanta magia eran algo así como
de verdad, pero los personajes siempre eran animales o gente común.
Después de haber despulpado el café mi mama
llamó a los mozos y a mi papa para que vinieran a comer. A nosotros nos dieron
la cena cerca de la puerta del fogón. Unas tortillas tostadas con frijolitos atolosos
y cuajada fresca, acompañada con una taza de café caliente. Mi papa se levantó de la mesa y fue a tapar
el café despulpado para que fermentara mejor y lavarlo más fácil. Luego
regresaba al corredor y se sentaba a ver hacia el ocotal del cerro pensando en
lo que se había de hacer mañana. Yo me le colaba entre las piernas y me
recostaba sobre su camisa oliente aun a sudor y miel de café. Melba venía luego
y acercaba un banquito a la silla del viejo y recostaba la cabeza sobre su
hombro.
-
¡Bueno
hombre! ¿y ustedes que andan buscando?
-
¡Nada!
Le contestábamos nosotros.
-
¡Jum,
no me la hacen buena! ¿no será que quieren que les cuante una papada?
-
Jajajajajaj,
nos agarraron Melba.
-
Bueno
pues les voy a contar una de tío Conejo
-
Siiiiii,
Siiiiii
-
Miren
ese conejo era jodido.
-
¿Ustedes
han visto que ese jodido tiene las orejas bien grandes?
-
¡Aja!
Respondíamos.
-
Pues
les voy a contar la pasada del tío Conejo cuando fue onde Dios para que lo
hiciera más grande.
¡Miren! Ese tío Conejo, como era bien chiquito
y siempre se lo querían comer los otros animales, un día que Dios decidió de
concederles un deseo a totos los animales, el conejo fue onde Dios. Puesto allá
en el cielo se presentó delante del señor. Ya Dios, así bien serio, le dice al
conejo:
-
¿Y
qué te trae por aquí tío Conejo?
-
No
pues, como usté nos invitó para darnos una cosa que pidiéramos pues aquí estoy…
-
¡Jodido…!
-
¿Y
qué querés que haga por vos?
-
Pues
nada, solo quiero que me haga grande como a tío Burro o tío Buey.
-
¿y
para qué querés ser grande pues?
-
Es
que la vida esta perra allá abajo. Viera como tio Tigre, tio Coyote, tio Zope y
los otros me quieren comer porque soy chiquito.
-
Mirá
conejo jodido le dice Tata Dios, Yo a vos te ice chiquito porque de todo tiene
que haber en la tierra. ¿Como querés que coma el Lion si no hay animales más
chiquitos? O ¿Cómo querés vos que coma la gallina si no hay comején y gusanitos?
-
Pero
tata Dios es que yo no quiero que me coman.
¡Jodido…! Y empieza aquella palabreadera entre Dios
y el conejo. Y como el conejo era político, siempre le daba respuestas a lo que
Dios le pregunraba.
Entonces, Dios le dice:
-
Perate
un poquito voy a pensar que hago con vos.
¡Jodido…! Y se va Dios a una esquinita y se
pone a pensar.
-
No
lo puedo hacer más grande así nomás
-
¡Jum!
Le voy a poner una penitencia que va ser imposible de cumplirla y si no la cumple,
se queda chiquito.
-
¡hombré!
Le dice. Mirá, allí sólo que me traigás un cuero de tigre, un cuero de mono y
un cuero de lagarto. Así te puedo hacer más grande.
¡Jodido…! Y se queda el conejo pensando…
-
¡Ta
bueno pues! Le dice el conejo, Va a ver que se los treigo.
Y se regresa pa la tierra.
-
¡Papa!
-
¿Qué
jue mijo?
-
¿Y
cómo hacía el conejo pa ir al cielo?
-
Ese
conejo era jodido, tenía un avión como el del presidente.
-
¡mentiras!
-
¿Cómo
no? Era el Zope. Allí se montaba el conejo y el Zope se lo llevaba pal cielo. Volando
-
¡Ah
Bueno!
____________________________________________
Pues si Ya se subio al Zope y le dice
-
Amunus
tio Zope para abajo.
Ya en el suelo, tio Conejo Comenzó a andar y
andar, pensando lo que iba a hacer. ¡jodido…!
En eso llegó a la orilla de un río donde sabía
que llegaba a beber tío Tigre. Allí comenzó a cortar unos bejucos con el
machetillo que andaba. Ya tenía bastantes cuando llegó tío Tigre, pero tío
Conejo se hizo el que no lo había choteado y siguió cortando bejucos.
El tigre que lo mira en aquel joder se le
acerca y le pregunta:
-
¿Puta
tio Conejo, y para qué quiere tanto bejuco?
-
Mire
es que allá en la montaña vi al tío Zope y me dijo que viene un gran airal
caballo. Dice que viene arrancando
palos, llevándose vacas, animales y todo.
Y estos bejucos son para amarrarme en algún palencón grande y que no me
lleves ese aire.
¡Jodido…! Aquel tigre peló los ojos como que
había visto la segua.
-
Oiga
tío Conejo, le dice le tigre.
Y no será que sobran unos cuantos
bejucos pa que me amarre a mí también.
-
¡Güevos!
Le dice el conejo. Usté es como el azadón, sólo jalar pa delante quiere.
¿y yo que gano?
-
Mire
tio Conejo si hace ese cachete y me salva, le prometo que ya no me lo como.
-
¡Va
pues! Arrímese allí a ese chilamate, haga como que lo va a abrazar.
-
¡Va
pues! le dice el tigre.
Y empieza aquel conejo jodido a amarrar al
tigre.
-
¿ta
bueno asi tío Tgre? Le preguntaba el conejo
-
¡No
joda! Sóqueme más pa que no me leve ese airalón
Y lo socaba tío Conejo: Y le amarró las patas y
después las manos y después el pescuezo.
-
¿Lo
soco más duro, tío Tigre? Decía tío Conejo, ¡ese huracán viene fuerte!
-
Más
duro sóqueme, decía tío Tigre lleno de miedo.
¡jodido! Hasta que lo dejó que no
podía moverse.
-
Ahora
voy a amarrarme yo, le dice tío Conejo.
Y se apartó y buscó una gran piedra
tamaña riata. Y agarra aquella turunca y
le dice:
-
¡Ay
te va por baboso!
Y le dejó caer en la piedra en la cabeza
de tigre.
Tío Tigre solo pego un pujido y se
le salió un pedo y se murió.
Entonces tío Conejo, cogió su
cuchillito y peló al tigre el cuero y lo secó. Con el cuero hizo un zurrón, lo
cosió bien por un lado y por el otro le puso un mecate con una gasa y cogió
para la montaña.
______________________________________
-
¡uy,
que malo se conejo!
__________________________________________
¡Jodido…! Y se jue el conejo pa la
montaña.
Allá… vio un palo con un montón de
monos, y se fue con el zurrón al pie del palo, lo puso en el suelo y se puso a
hablar solo con la cabeza adentro del zurrón como si no hubiera visto a los
monos.
-
¡Aquí
traigo mi maicito y que se joda el que me lo robe! Decía el bandido de tío
Conejo sólo para que lo oyeran los monos.
-
Aquí
lo voy a dejar escondido mientras voy a echar una miadita.
Y dejó el zurrón y se metió detrás
de un charral llevándose la punta del mecate.
Allí se estuvo haciéndose el que
estaba miando pero no despegaba los ojos del zurrón. Cuando los monos creyeron
que se había distraído se bajaron del palo en una sola gritolera…
-
Ahora
si le vamos a robar el maíz a tío Conejo, decían los olingos.
Y despacito se acercan al zurrón. Y en
eso el mono más grande que era el jefe de los monos, se mete adentro del zurrón
pa robarse el maíz.
¡Jodido…! sólo eso esperaba tío
Conejo.
Tío Conejo ¡Ras!, jaló el mecate y
se cerró la boca del zurrón.
-
¡Aja
mono tal por cual! ¡ladrón! Ya te agarré, salió gritando tío Conejo del charral
onde estaba escondido.
Aquel zurrón brincaba como macho chúcaro
con el mono adentro, como gato encostalado. Pero tío Conejo agarró un garrote y
empezó a garrotear el zurrón hasta que mató al mono.
Y ahora a pelarlo, dijo. Y cogió el
cuchillito y le sacó el cuero.
Ya con el mono pelado se jue y buscó
por el lado del estero donde dormía tío Lagarto.
¡Jodido…! Allá a la orilla de rio
mira un lagartón tamaño.
Entonces comienza el conejo a cercarse
del lagarto y con más miedo que otra cosa se le fue acercando calladito y
cuando ya estaba cerca, cogió un garrote y comienza a darle una leñateada al tío
Lagarto.
Tío Lagarto se despertó encachimbado
y le voló un colazo y lo quiso seguir a tío Conejo con las tapas abiertas, pero
tío Conejo salió disparado como quien se quita una braza del culo y el lagarto
no lo pudo agarrar.
Al siguiente día, llegó tío Conejo,
haciéndose papo, a beber agua a la orilla del estero y de larguito le gritó a
tío Lagarto:
-
¿Qué
tal, tío Lagarto?
-
¡Ve
que conejo más jodido! ¿Te vale chingaste a vos vedá? Ayer veniste a leñatearme
con un garrote y ahora venís como si nada, le gritó tío Lagarto.
-
¿Yo?
Le dijo tío Conejo haciéndose el de a peso.
-
i
Si vos! ¡yo te vi, Jodidito! Le respondió tío Lagarto.
-
¡Ah,
noooo! ese debe haber sido mi primo que es un pícaro bien hecho, le dijo tío
Conejo acercándose. Mire tío Lagarto, ese les debe piales a todos los animales.
Ese jodido es malo y como nos parecemos siempre me mete a mí problemas.
-
Pues
ese jodido de tu primo, le dijo tío Lagarto, casi me jode ayer, pero se jodió
porque no me dio en la vida.
-
¿Y
cómo se lo van a apear a usté que es tan fuerte? Le dijo tío Conejo. Con usté
nadie puede.
-
Pues
si me da en la vida me mata, le contestó tío Lagarto.
-
¿Y
ónde tiene usté la vida pues? Le preguntó tío Conejo.
-
En
esta chibolita, le dijo tío Lagarto, enseñándole el punto onde se puede matar
al lagarto facilito.
¡Jodido…! Y tío Conejo se fijó bien onde
estaba, pero se hizo el baboso y le dijo:
-
Pues
yo le traía aquí una papadita de regalo, tío Lagarto.
-
¡Jum!
¿Qué me trae pues?
-
¡No!
Es que por allí caminando en la montaña un gigante me regaló una carne de mono
y como usté sabe que yo no como carne, pensé en usté. Mire aquí le treigo esta carne de mono que me
regalaron ayer.
¡Jodido! Y no ves que era la carne
del olingón que había matado.
Entonces, acercó el zurrón y sacó el
mono que había destazado y se lo dio al tío lagarto.
En lo que el tío Lagarto abría las
tapas para tragarse la carne, sacó también del zurrón un garrote y le dejó ir
un solo mamellazo en la chibolita que le había enseñado el Lagarto. Tío Lagarto
sólo dio el colazo y quedó panza para arriba, muerto.
-
¡Te
fuistes también! -dijo tío Conejo riéndose, y sacó un cuchillito y en un ratito
lo peló y le sacó el cuero.
____________________________
-
¡Papa!
-
¿Qué
jue mijo?
-
¿y
como hace pa cargar todo ese conejo que es bien chiquito? Mi mama dice que el
tigre es grande y el lagarto también.
-
Mirá,
el conejo era jodido, tenía mulas.
-
¡Ve!
las mulas son más grandes…
-
¡Perate!
Las mulas del conejo eran los cusucos. Hasta él siempre andaba montado en un
cusucon tamaño.
-
¡Ah
vaya, pues!
____________________________________
Bueno, ya como había conseguido los
tres cueros, entonces a preparar el viaje p’al cielo. Ya se jue onde tío Zope y
le dijo que le tenía un viaje expreso al cielo que ocupaba por lo menos cuatro
de las avionetas una para cada cuero y una para él.
Tio Zope se preparó y al siguiente día
se jueron recto arriba.
Legando al cielo, después de haberse
anunciado con San Pedro, cogió los tres cueros y se presenta delante de Tata Chus.
-
Aquí
le traigo, Tata Dios, los tres cueros que me pidió, le dijo.
¡Puta! Dios se quedó asorocado. Se
quedo tétrico sólido y congélido, como diría Tunino Merlo. Apenas tenía tres días
de haberse ido el conejo y ya volvía con los tres animales muertos.
-
Vení
para acá, Je dijo Dios.
Y tío Conejo se acercó donde Tata Dios,
pensando… ¡jodido! Pensaba el conejo, ahora si voy a ser grande…
-
Conejo
condenado, si sos tan malo así de chiquito chiquito, cómo no serias siendo grande,
le dijo Dios.
Entonces le agarró las orejas por la
punta y se las jaló para arriba lo sacudió y las orejas se le estiraron.
-
Conformate
con que te haga grandes la orejas. Le dijo Dios.
¡Jobero…! Y desde allí, el tío
Conejo tiene las orejas grandes. Por eso uno no debe querer ser más grande que
otro, miren lo que le pasó al conejo por malo, las maldades siempre se pagan.
-
Bueno
mijos, ya me voy a acostar y a oír noticias en el radio.
Ustedes también vayan a acostarse
que mañana en la mañana tienen que ir a ayudar con los terneros en el corral.
Así termina este primer cuento de tío
Conejo.
¡Feliz Navidad!
[1] Aunque la liebre y el conejo son dos géneros
animales diferentes, ellos pertenecen a la misma familia, la familia Lepórida. https://www.nationalgeographic.es/animales/diferencias-entre-conejos-y-liebres En este texto no se hace ninguna
diferencia entre los dos géneros y cuan do nos referimos al conejo
incluimos también a la liebre.
[2] Este asunto será abordado en un estudio
mas amplio sobre la tradición oral en que incluirá los cuentos de Pedro
Urdemales, Quevedo y las Historias Maravillosas.
[3] Ciertos cuentos de tío Conejo aparecen
en:
- T. Alden
Mason (1930) Cuatro Cuentos Colombianos.
The Journal of American Folklore, Vol. 43, No. 168
(Apr. - Jun., 1930), pp. 216-218.
- Javier
Tafur González (1994). El protagonista en la narrativa popular, Colección
autores vallecaucanos, Gobernación del Valle del Cauca, Colombia.
[4] Recinos,
Adrían (1918): Cuentos Populares de
Guatemala, in The Journal of American Folklore, Oct. - Dec., 1918, Vol. 31,
No. 122 (Oct. - Dec., 1918), pp. 472-487.
[5] Cancaster, Jinny G. (1999) :
Crónicas Cuni-culturales: El tío Conejo de todos los tiempos. Tesis previa al
grado de Magister Litterarum de la Universidad de Costa Rica. San José.
[6] Lyra, Carmen, seud. (2012): Cuentos
de mi tía Panchita, Imprenta Nacional, San José.
[7] Cantillano, Odilie (2002): Los
cuentos de tío Conejo. In Letras, Vol. 1, N°34 (5-41)
[8] Cea, José Roberto (2006): Mitología
en Cuscatlán: cuentos de Tío Conejo, Tío Coyote, Pedro Urdemales, El Cipitío,
La Ciguanaba y otras leyendas contadas otra vez. Canoa Editores, San Salvador,
El Salvador.
[9] Guzmán, López. Gelio, Tomas y Guzmán, Evelia (1995). Los cuentos de Tío
Conejo: Una recopilación de cuentos de El Salvador. Editorial Clásicos Roxsil, Santa
Tecla, El Salvador, C.A
[10] Cuadra, Pablo Antonio y Pérez Estrada,
Francisco (1978): Muestrario
de folklore nicaragüense. (Colección Cultural Banco de América. Serle Ciencias Humanas, N° 9). Banco
de América, Managua, 1978.
[11] Ardón Mejía, Mario (2017): La Sigualepa:
EstuDios sobre cultura popular tradicional aplicada (1985-2010). Argos,
Tegucigalpa, Honduras.
[12] Barahona Romero, Alejandro (1995): Simpáticas
aventuras de tío Conejo y tío Coyote. Creación: Texto e Imagen, Tegucigalpa,
Honduras.
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