domingo, 2 de enero de 2022

Anécdotas puntuales o puntudas -5 (Tercera parte)

Entramos en 2022, tío conejo sigue vivo y el caitudo recuperándose de un COVID-19 bien jugoso.

Me estaba cortando las uñas de los pies, mientras el COVID me tenía doblado en la cama, y cortándome la uña del dedo chiquito me acordé de otra pasada de tío Conejo que contaba mi papa. Me acorde del pujido que pegaba mi papa contándola y decía:

-          ¡Juummm! ¿Quién me toca el dedo chiquito?

La jodida es que me acordé de eso, pero no del principio el cuento cuento. Así que tuve que recurrir a nuestro fiel amigo internet y me di cuenta que a ese cuento no es fácil seguirle la huella. Sin embargo, como de costumbre en muchos casos, son los extranjeros quienes han guardado nuestros archivos. Es el investigador alemán Walter Lehmann (1878-1939) quien nos deja una de las huella más viejas de ese cuento plasmada en papel, en su artículo: Tiermärchen aus Costa Rica. Ausdem Nachlass veröffentlicht von Gerdt Kutscher (Cuentos de animales de Costa Rica. publicados por Gerdt Kutscher). Lehmann recorrió, como el conejo, todo Centroamérica, a él se le deben muchos de los vocabularios de lenguas autóctonas del istmo, ahora desaparecidas o casi desaparecidas como es el caso de del Matagalpa, el Subtiaba y el Rahma, entre otros.  Lehmann en buen colonialista también hizo excavaciones y muchos de su descubrimiento fueron trasladados a Alemania. Sin embargo, no estamos aquí para hacer su juicio. Lo importante es que él recopiló allá por 1907, una serie de cuentos en la provincia de Cartago en Costa Rica entre ellas la del dedo chiquito, que aparece de forma anecdótica.

Otra referencia a esa historia nos viene de la tesis de Maestría en literatura de le Fabian Antonio Rodríguez Baltodano: Rescate de tradición oral en cuentos y leyendas en el Municipio Jicaral, Departamento León. Está tesis -muy pobre en bibliografía, por cierto- nos da una versión del cuento de tío Conejo, contada por Guadalupe Baltodano. La manera en cómo este cuento es contado, tanto en Lehman como en Baltodano, es simple. No existen detalles de trama y suspenso como en los cuentos recopilados por Cuadra o en los cuentos de La tía Panchita, por ejemplo.  Lo que nos importa, a fin de cuentas, es que gracias a esas dos versiones logramos recordar lo que seguía después del pujido de don Joche.

Allí les va pues otra de tío conejo. contada por Papita Joche como le decían todos los cipotes del barrio a mi padre.

Tío Tigre y los tres del arriero.

La temporada de cosecha de café estaba llena actividades. La casa se llenaba de corteros, las mulas iban y venían, había rosquillas pan dulce, navidad y año nuevo, estrenos, etc. Pero también era la época de los fríos y el momento ideal para atrapar gripes, resfriados y fiebres.

Yo era experto en atrapar todo lo que pasaba, siempre andaba con mas garrapatas que el Terris, con granos en todos lados y me daban unas gripes con unas fiebres que mal Rayo lo abra, como diría Rigo el de Silveria. En esos achaques estaba, acostado en una cama saliendo de una sudada de calentura. Mi mama había hecho un té de hojas de naranjo agrio bien fuete y me había dado una de esas pastillas Colmen (Conmel), como decía Mingo Duarte, me había envuelto en una sábana y después en una cobija para hacerme sudar. La fiebre subió al punto de tener desvaríos y alucinaciones. Antes de darme el tratamiento yo miraba la cara de preocupada de mi mama y que iba y venía atendiendo todo lo que le tocaba. Vendiendo sus productos, llevando cuentas, ocupándose de alimentar a los de la casa, a los mozos y las gallinas, seguida paso a paso de mi hermana Griselda que le ayudaba en todo.

Pegué una sudada perra, me dormí y cuando me desperté ya la fiebre había bajado. Me desenvolvieron y cambiaron las sábanas mojadas. Era de nochecita ya cuando oí el tropel del caballo, me alegré, era mi papa que volvía del pueblo. Oí el sonar de las cadenas del freno cuando el viejo le quitaba el bocado al caballo y el ruido de las espuelas yendo y viniendo mientras le quitaba las arganillas y luego la coraza al Moro.

Griselda entró en el cuarto y me dijo:

-          Ya llego mi papa. Trajo cosas del pueblo, está cenando.

Yo me quedé esperando en la media penumbra del cuarto, buscando en las paredes de adobe los ojos de santa Lucia (pedacitos de pirita de hierro que reflejaban la luz y que a nosotros nos decían que eran los ojitos de Santa Lucia que nos cuidaban del Malo).  Al rato entró mi papa…

-          ¿Aja Mijó?

-          ¡Buenas tardes papa!

-          Buenas… ¿Cómo te sentís? ¿Ya comistés?

-          ¡No! No tengo hambre

-          ¡Coma, jodido! Que enfermo que come no se muere.

-          ¡Coma! Que si no come se va tirar los tres del arriero como tío Tigre.

Una sonrisa débil apareció en mi cara. Mi padre, aunque severo y rígido en muchas cosas, tenía también el don de hacerte reír, aunque te estuvieras muriendo.

-          ¿Papa, qué es eso de los tres de arriero?

-          Coma y le cuento, usté cree que soy hijo de vieja tonta p’a contarle cuentos sin habérselo ganado.

Se levantó de la orilla de la cama y se fue.

Al rato entró mi mama con un machito. Una bola hecha de tortillas recién hechas cuando aun están calientitas deshechas, mezcladas con caldo de frijoles, frijoles deshechos y cuajada fresca. Se amasaba todo junto y se formaba una bola a la que mi madre llamaba un machito.

-          Tome mijo, cómase este machito.

Y me empezó a dar pedacitos en la boca, acompañados de traguitos de café tibio. Yo comía sin ganas, pero mi papa decía que enfermo que come no se muere y güechos que yo me quería morir. Además, yo quería saber quera aquella babosada de los tres del arriero. Me volví a dormir.

Cuando desperté allí estaba mi papa con mis hermanas.

-          ¡Jobeeeero! Se despertó el hombre… dijo mi papa.

Me dio gusto ver la cara de todos allí hasta la gata Catica andaba entre las canillas de la gente.

-          ¿Ta listo pa que le cuente la papada de los tres del arriero?

-          ¡Si!

-          Ta bueno pues, pero no se me duerma ¡Jodido!

Ustedes cipotas ¿Saben cual es el animal mas grande de toda la tierra?

Las más grandes de mis hermanas que ya estaban en la escuela respondieron al mismo tiempo:

-          El elefante

-          ¡Nooo! ¿Qué va a ser? Es el conejo.

Todos nos reímos, porque ya mirábamos para donde iba la cosa.


Tomada de: https://www.dailymail.co.uk/news/article-2136231/Wenling-Zoo-China-throws-live-bird-tiger-enclosure-improve-animals-hunting-instincts.html


Miren, los animales son como la gente cuando uno no los ve. Arman fiestas y comederas. El sapo es como Santos Oliva, toca guitarra y canta y los pájaros le echan segunda chiflando. Pues un día, había uno de esos bailes en el monte. Cuando hay baile los animales todos están juntos y no se comen unos con otros.  Pues se armó la fiesta.

Tío Tigre con tía Tigra bailando juntos y tío Conejo como siempre molestando a todo el mundo.

En una de esas pasa cerca de tío Tigre y le jala los pelos de cola. El tigre se asusta y le da un apretón bien feo a tía Tigra. La tigra se enoja y le empuja a tío Tigre que cae sobre tío Perro y se arma un bochinche como los que se arman en las fiestas de la escuela.

El Tigre sabía quién había armado el molote y dice:

-          Conejo jodido, esta vez te como.

En eso entraron los auxiliares que eran las urracas y sacaron a todos del baile y los mandaron pa sus casas… estaba lloviendo, una tormenta perra.

Ya el conejo se puso su capotillo y salió. El tigre lo vigió y lo siguió. El agua se puso mas arrecha y el conejo decidió que había que buscar onde abrigarse y miro una cueva que otro animal había dejado y se metió allí a pasar el agua.

El tigre lo vio entrar y dijo:

-          ¡Jodido! Hoy si me lo como.

Se acerca al hoyo y sin decir nada mete la pata y tanteando llega cerca de hasta la espalda del conejo que se da cuenta que era la pata de tío Tigre.

-          ¡Puta! Dice el conejo:  hoy si me llevó candangas.

-          ¿Qué hago?

En eso ideo una maña y se puso a gritar como que lo estaban matando.

-          ¡ay, ay, ya! ¡Ayúdenme! me come este animal. Hasta que se quedó quedito

El tigre se quedó pensando.

-          ¡Jumm! ¿Que será esa papada?

-          Voy a meter la mano de nuevo yo soy mas grande que el conejo a mi no me va a comer.

Y me te la mano, así tentado… en eso toca algo peludo y como redondeado.

Era el lomo del conejo… Cuando el conejo siente la pata del tigre, agarra güevos y con la vos mas ronca que pudo hacer pega un pujido y dice:

-          ¡Jummmm! ¿Quién me toca el dedo chiquito?

-          ¡Jueputa! Dice el tigre asustado. Y saca la pata y dice:

-          Si ese es el dedo chiquito como será ese animalón

-          Voy a tocar otra vez a ver si puedo ver quien ese ese.

Y vuelve a meter la mano. Y otra vez…

-          ¡Jummmm! ¿quién me toca el dedo chiquito? Si me despertás otra vez te voy a comer

-          ¡Jodido! Dice el tigre, creo que mejor me voy a ir, de todos modos, ya se comió al conejo.

Y se las pela.

El conejo esperó que pasara el chubasco y se jue tranquilo a su casa. Se quedo tranquilo unos días sin salir y tigre había regado la buya que a tío Conejo se lo había comido un animal gigante que el no conocía. Que él le había tocado el dedo chiquito y que sólo el dedo chiquito era mas grande que el conejo. La gente en el monte andaba con el culo dos manos…

Allá… a los dillitas, ya el conejo no aguantaba estar escondido y salió a beber agua ala quebradita. El tigre lo acolumbró y viéndolo sanito dice:

-          Miren que condenado. Está vivo. Me volvió a joder. El otro día lo que toqué en aquel hoyo era el lomo del tío conejo.

-          Pero lo voy a joder. Ya van a ver.

Viene tío tigre y llama en secreto a todos los tigres y tigras del monte y les dice que rieguen la buya en el monte diciendo que tío Tigre se había muerto. Y que lo iban a velar el sábado en el claro del monte. Así jue.

Ya el jueves regaron primero la buya de que tío Tigre estaba grave, los tijules y las hurracas y la piacas regaron más la buya. El viernes… pues que se murió tío Tigre y que todos los animales estaban invitados a la vela. Tía Tigra, le mandó un telegrama especial a tío conejo para que viniera decir unas palabras al velorio. Tío conejo aceptó, pero un poco desconfiado.

Ya el sábado se calzo los calzones, las botas, el sombrero de pelo, y el machetillo al cinto. Encilla la mula, que era el cusuco, y saz, saz, saz, se jue al velorio, montado…

Allá en el velorio, aquella lloradera de los tigres y las tigras. El mapachín contando chistes y perras. El sapo cantando las que le gustaban al tigre. Los monos pintando con tile a los que se dormían… y aquella cosa…

Ya llego el conejo.

-          ¡Mándese apear, tío Conejo! le dice un tigrón tamaña tramella.

-          ¡Gracias, hombre!

-          ¿Y cómo está tía Tigra?

-          ¡Bien dolida! ¡Bien dolida!

-          Pase adelante, tío Conejo…

Tía tigra ve a tío Conejo y se le tira encima llorando.

-          Ay tío Conejo… se nos adelantó, se nos jue. Se murió mi Tigre. Tan bueno que era, sólo se comía a los que se dejaban

-          Así es tía Tigra. Le decía el conejo.

La idea del tigre era que haciéndose el muerto el conejo se iba a confiar y se acercaría a él para verlo muero. Una vez allí cerquita el tigre se iba a despertar y se lo iba a comer de un solo tapazo.

En eso, mientras platicaba con tía Tigra, ella le dice a tío Conejo.

-          ¿y no quiere verlo de cerquita antes de que lo enterremos?

El conejo se para y camina para donde estaba el muerto en eso se para en seco y de larguito le dice a tía Tigra.

-          ¡Oy, tía Tigrá!

-          ¡Aja, tío conejo!

-          ¿Y tío Tigre ya se tiró los tres del arriero?

-          ¿Los tres del arriero? ¿Qué babosada es eso?

-          ¡Uy! ¿Usté no sabía que todos los que se mueren para que estén bien muertos primero tienen que tirarse tres pedos. Para que el arriero los lleve al cielo.

El tigre, oyendo esto y para que su muerte fuera más verídica, como diría el compa Toño, agarra aire en la panza y … Prrurrr, un pedo, Prrurrr dos pedos, Prrurrr tres pedos.

El conejo no se había alejado mucho de su mula y cuando oyó los pedos, pegó un brinco y se montó en el cusuco, lo pico con las espuelas y salió corriendo gritando…

-          ¡Adiós! pucho de babosos, muertos que se tiran pedos no los velo yo…

El tigre bravo se levanta, sale corriendo detrás del conejo…

-          Párese allí tío Conejo, hijo de la venada careta que hoy me lo como…

-          Agárreme primero tío Tigre. Le contestó el conejo, y se perdió en el monte.

Allí está pues, los tres del arriero.

¡Ese conejo era jodido!

¡Jobero!

¿Verdá que valió la pena comer?

 Así termina este cuento de tío conejo. Yo me terminé durmiendo y los días que siguieron me mejoré de la fiebre y las cosas volvieron a la rutina de esos días de infancia en la montaña.

Feliz 2022. Abrazo. 

lunes, 27 de diciembre de 2021

Anécdotas puntuales o puntudas -5 (segunda parte)

En este mundo de fantasías transcontinentales y transoceánicas, y siguiéndole la huella al tío conejo, les regalare, en las líneas siguientes, otra fábula de las que me contaba mi papa.

Todos hemos oído hablar de aquella fabula difundida en nuestras escuelas primarias en donde había que guardar las buenas maneras y no decir malas palabras. Esa fábula en el que una liebre super veloz es vencida por una tortuga, en una competencia.

Como muchas de las fábulas que aprendimos en nuestra escuela eurocéntrica y negadora del legado popular, esta de la liebre y la tortuga nos viene del fabulista Francés Jean de La Fontaine. Aunque según algunos la fabula de la liebre se le puede atribuir al fabulista griego del siglo V antes de Cristo, Esopo. Sin embargo, en la cultura popular Latinoamérica otras versiones de esa fabula circulan, evidentemente, adaptadas al ambiente y a la cultura local.

La gracia del sapo está en el brinco (refrán popular)

La rutina de la cosecha de café siguió su curso.  Mulas cargadas con sacos de café en uva. Despulpada, lavado y transporte al beneficio del pueblo para pagar la deuda adquirida en el transcurso del año.  Cena con tortillas calentadas y cuajada fresca y por supuesto el cuentecito de todos los días o de cuando había tiempo.

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¡Papa! ¿Cuál nos va a contar hoy?

Pues fíjate que ahora que venia allí por el paso de la quebrada, me paré a darle de beber al caballo. Cunado el caballo se agachó a beber un sapo jodido pegó un brinco y asustó al Moro. Allí me acordé de una papada que me conto un jodido, allá en Nicaragua cuando andaba vagando.

¡Papa! ¿los sapos echan leche vaa?

Si, por eso no hay que torearlos ni jugar con ellos.

Pero lo que te voy a contar es que… ¿Quién crees vos que corre más ligero, el sapo o el conejo?

El conejo. El otro día el Yolis saco uno de un charral y no lo pudo alcanzar.

¡Jajajaajajajaja! Asi parece, pero yo te digo que una vez el sapo le ganó al conejo.

A ver ¿Cómo?

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¡Pues mirá! Había una vez en un monte, onde había un montón de animales, se armó un chojín caballo. Así como los que pone Sofía Moncada con el tocadiscos.

Aquellos animales bailaban perro y bebían chicha, guaro y le tiraban vivas al partido.

Allí andaba tío Conejo. Bien tirado.  Andaba de botas, sombrero de pelo unos calzones vaqueros y un machete al Cinto. Allí andaba bebiendo guaro y molestando a los otros.

En eso Mira a tío Sapo allí tranquilo. Tío sapo no bebía guaro, solo fresco con pan. Se le acerca tío conejo y le dice:

-          ¿Qué dice, tío Sapo? El hombre con la boca más chiquita del valle.

¡Jodido, tío sapo usté si que es tallado con esa cintura que se carga!

¿Y que tal anda hoy?

-          ¡pues no! Aquí tranquilo, el baile esta bueno. Le contesta tío Sapo.

¿y usté tío Conejo, Qué tal?

-          Yo aquí con ganas de que nos echemos un jaibolaso juntos.

Pues no es que quiera despreciarlo, pero fíjese que yo no bebo guaro. Si me invita un fresco se lo acepto.

-          ¡Que fresco ni que nada! Métase uno tío Sapo. Uno es ninguno.

Y aquel joder del conejo que ya andaba bien picado.

Entonces el tío sapo le dice:

-          Mire tío Conejo, hagamos un trato.

-          ¿Cuál es ese trato que quiere?

-          Hagamos una apuesta: Mire, hagamos una carrera, si usted gana y le prometo que me embolo con usté en el próximo baile. Pero si yo gano, uste usté tiene que dejar de andarme molestando a mí y a mi familia y poniendo apodos.

-          ¡Jajajajajaja! ¡Vaya pues! ¡Dele viaje! Dice el conejo

Y así jue.

Ya el conejo salió del baile y se montó en su cusuco, que era la mula del conejo, y se jue. Allí iba pensando…

-          Ese sapo si es baboso, cree que me va a ganar… pero bueno el que es papo es papo.

¡Ah! Se me olvidaba, antes de irse el decidieron onde iba a ser la carrera. Decidieron que iba a ser aquí en El Palo verde. Desde el rio Conchagua, allí en el paso onde Pablo Sosa, hasta onde tiene la casa el Compa Moisa.

Y así jue.

Tomada de: https://fr.wikipedia.org/wiki/Le_Li%C3%A8vre_et_les_Grenouilles


Se convidaron para hacerla el domingo después del domingo de ramos, para darse tiempo de entrenarse.

El conejo no decía que el no ocupaba tiempo para eso que de todas maneras ese pedos bajos del sapo, que le iba a estar ganando.

El sapo, él, llamó a todos los familiares a una reunión de toda la familia.

Ya cuando estaban todos allí sentados, bebiendo cafecito que les había hecho tía Sapa y platicando de toda cosa el tío Sapo, la mera taramella de los sapos se levanta y pega cuatro pujidos. Todos los otros sapos se quedan quedito.

-          Buenas tardes a todos en esta sesión. Aquí los traje por que como ustedes saben hice una apuesta con tío conejo.

-          Allá un sapon que se parecía a Ceferino el patón, pide la palabra.

-          Usté tío Sapo, le vale galillo de mono la vida. Cómo le va a ganar a ese conejo.

Otro sapo levanta la mano.

-          Tío Sapo, ese conejo es caballo, mire que dicen que ha matado a tigres y lagartos y usté se pone a hacer apuestas con él.

¡Jobero! Y aquella palabreadera.

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-          ¡Papa! ¿y como es que hablan los sapos si no son gente?

-          ¡Como no! Si hablan. Nojotros solo oímos ¡per, per, per, lero, lero, lero! Pero ellos se entienden. Es como los gringos cuando hablan inglés, nojotros no entendemos, pero ellos se entienden.

-          ¡Si! ¿vaa? ¡Ta bueno pues!

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Pues allí siguieron la platica los sapos, hasta que tío Sapo les dijo que se callaran.  Y les dijo.

-          Yo tengo una maña para ganarle a ese jodido, pero todos ustedes me tienen que ayudar.

¡Jobero! Todos los sapos se quedaron con la bocota abierta.

-          Oigan bien, les dice el tío Sapo, es mentira que yo solo le voy a poder ganar ese jodido conejo que corre veloz. Además, todo lo que cuentan que ha hecho él lo ha hecho con mañas. Pues par un mañoso, otro.

 ¡Jodido…!

-          ¿y como vamos a hacer? Pregunta aquellos sapos alborotados.

-          Miren, les dice tío Sapo,

-          El dia de la apuesta, vos, le dice a un sapo que se parecía más a él, vas a salir al mismo tiempo que el conejo. Es claro que lueguito te va dejar atrás pues vos solo te metes en el monte y te regresás a tu casa. El conejo va seguir corriendo.

-          Vos le dice a otro sapo, te vas a esconder allí en la quebradita de don tacho y cuando el conejo vaya saliendo por allí pegas un brinco y le gritas ¡adelante estoy y seguís brincando hasta que te pase el conejo. Y así… vamos a esconder varios sapos en varios lugares. Vamos aponer a otro allí onde Ciríaco Sevilla, otro allí en le portillo onde doña Caya, otro allá por el portillo de Santos Hernández, otro en el portillo que va pa la casa de Joche Izaguirre, otro por la vuelta de Roque, otro allá por la casa de los Corleto, otro allá por onde María Inés Espinal, otro allá en la quebrada de onde don Pedro Sosa y yo lo voy a espera fresquito allá en la casa de Don Moisés. Allí voy a estar yo sentado fresquito con algunos de ustedes.

Así jue… Jobero.

Pues allá el domingo después del domingo de ramos, ya allí a la orilla del rio cerca de onde Pablo Sosa, allí estaban los conejos y los sapos huchando a cada quien a su amigo.

El Conejo no paraba de hacer piruetas enamorando a las muchachas y el sapo que no era tío sapo bien tranquilo allí.

-          ¿Qué me le pasa a mi amigo getas de olla que no se alegra? Decía el conejo.

El sapo no hablaba para que el conejo no choteara que no era tío Sapo.

Bueno, ya salió el mapachín que era el que habían escogido como Juez.

-          Bueno, Todos los reunidos en este punto sepan que la carrera entre tío Sapo y tío Conejo comienza aquí si tio conejo gana, Tio sapo tiene que embolarse con tío Conejo. Si tío Sapo Gana, tio conejo va a dejar de burlarse de él y lo va dejar tranquilo. Todos ustedes son testigos.

-          Siiii, gritan todos los animales.

-          Bueno pues, dice él mapachín, ya mandé a mi primo allá onde don Moises para que espere al que llegue primero.

-          Pónganse aquí en esta raya, les dice el mapachín, al conejo y al Sapo.

-          Cuando oigan el tiro de mi pistola salen corriendo y que les vaya bien.

Ya se pusieron los dos en guardia.

¡pan! El disparo y aquel conejo sale corriendo haciendo una polvadera.

Allá sale el sapo dando brincos y el conejo viendo para atrás a ver si el sapo lo seguía. Cuando vio que el sapo ya no se miraba atrás, rebajo la carrera y riéndose decía.

-          Ya lo jodí al tío Sapo.

En eso, cuando ya iba cerquita de la quebrada de don Tacho, acolumbra un sapo brincando delante de él y aquel sapo le gritaba…

-          ¡Adelante estoy, tío Conejo!

-          ¡Puta! Dice tío conejo ¿y este sapo jodido de onde sale?

Y le pone más velocidad para pasarle al sapo que ni tiempo de beber agua tuvo; y le pasa otra vez.

Ya cuando no lo miraba atrás, ya el sapo estaba cerca de onde Ciríaco…

-          ¡Y saz! Adelante estoy, tío Conejo… Otro sapo…

¡Jobero! Y Así…

-          Adelante estoy…

-          Adelante estoy …

-          Adelante estoy … en cada punto onde se habían escondido los sapos.

Aquel conejo ya andaba ahogado de correr. No entendía como hacía el Sapo para estar adelante.

Ya para llegar a la casa de Don Moisés en lo que el conejo mira para atrás y ve que el sapo no está dice:

-          ¡Carajo! Ahora si le gané a ese boca e jarro.

Y que puercas… cuando mira pa delante… Allí no estaba el sapo pues; frequito …

Pega un brinco para llegar al punto final y le grita al conejo

-          Adelante estoy…

¡Jodido! Aquel conejo bravísimo… No creía que el tío sapo le había ganado.

Ya el primo del Mapachín dijo que quien había ganado la carrera y le mando un telegrama con una urraca, al otro mapachín que estaba allá onde Pablo Sosa para que supiera quien había ganado.

Ya de regreso el conejo y el sapo que se regresaron juntos por la carretera llegaron al lugar y firmaron el papel para que el conejo ya no molestara al Sapo. Hicieron un baile caballo y el conejo se embolo y se jue temprano sin saber cómo había perdido. El sapo se quedó en el baile celebrando.

Por eso mijo, uno no debe burlarse de la gente… a veces esos que se hacen los papos son más inteligentes que uno.

¡Lichoooo!

Mañana en la mañana ocupo cuatro mulas con aparejo y el caballo.

¡Ta bueno! Don Joche.

miércoles, 22 de diciembre de 2021

Anécdotas puntuales o puntudas - 5.

 

Ayotes, tigres zopilotes y vacas muertas.

¿Quién no se ha consternado ante la presencia de un hermoso conejo? Su piel cubierta de un pelaje suave y aterciopelado, sus orejas inquietas y su constante olfateo. De talla muy pequeña en los trópicos y presente en todo el mundo hasta en las regiones más inhóspitas del ártico, el conejo o la liebre, según los casos, es un personaje de la tradición oral universal y en el cotidiano latinoamericano, y centroamericano en particular. El conejo aparece en ese universo de “historias” de fogón en las historias clásicas del cuento infantil. Esas historias, muchas veces crueles y desnudas de bondad, nos proponen un conejo astuto, malhechor a veces obsesionado por el tiempo; pero su maldad, su picardía o su audacia al final se vuelven chiste.

Un aspecto interesante de los cuentos del conejo, en el caso de América Latina, es que la trama de fondo es una de lucha constante por la sobrevivencia, lucha que, a su vez, se acopla con la realidad de muchos sectores de la población. Un animalito que se encuentra casi en la base de la cadena alimenticia, en el puesto de las presas y no de los predadores, tiene que ideárselas para sobrevivir a los ataques de tigres, coyotes, zopilotes, humanos, etc. El ingenio y la audacia de ese minúsculo herbívoro lo hacen pasar a la historia como el ser que puede invertir el orden natural, venciendo a sus enemigos y ganándose el respeto de los otros animales de la sabana y de la jungla. En los cuentos, tanto él como sus contrincantes reciben el título de “tío”. Tío Tigre, tío Coyote, tío sapo y tío Zope, entre otros, son sus compañeros de andanzas. Comparte su espacio también con reyes obispos y hasta con el mismo Dios.

Los orígenes de tío Conejo.

Cuando decíamos que muchos son los cuentos de tío Conejo a través del mundo, es porque esa es la realidad. El lingüista especialista de la lengua cree Kevin Brousseau ha recopilado una serie de cuentos y mitos que ponen de relieve la presencia de la liebre[1] (https://creemyths.wordpress.com/index/frog-and-hare/) en esos cuentos este lepórido siempre forma parte de las historias del Trickster o el pícaro. Y qué decir de los cuentos europeos como Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carol, o La novia del conejito de los hermanos Grimm. Y más allá de los Urales, en Asia es muy conocida, en las regiones bajo influencia china, La leyenda del conejo de jade,  https://es.shenyunperformingarts.org/explore/view/article/e/Wsl6qgI6AEM/mitohistoria-la-leyenda-del-conejo-de-jade.html.

En América Latina, una de las tradiciones mas antiguas de las historias de conejos es aquella de Los 400 conejos del Mezcal. Esa historia propone la existencia de 400 conejos que eran hijos de la deidad del maguey llamada Mayahuel quien los alimentaba con sus 400 pechos. Cada uno de esos conejos poseía una personalidad única que le daba el carácter al grado de fermentación del pulque. Así la actitud del borracho durante la embriaguez era determinada por el conejo que había fermentado el licor. https://neomexicanismos.com/mexico-prehispanico/400-conejos-pulque-centzon-totochtin-leyenda-tochtli-dios-de-la-embriaguez/

Mas recientemente, hacia fines del siglo XIX Joel Chandler Harris, escritor estadounidense, publicó The Uncle Remus Stories o "Historias del tío Remus". Una serie de fábulas morales inspiradas en los cuentos tradicionales de los esclavos afroamericanos de su país. Estas historias fueron comercializadas y difundidas en gran parte por Walt Disney en 1946, entre otros. Es así que el conejo hace un viaje a través del tiempo hasta verlo en las figuras de Bugs Bunny, Peter Rabit, Roger Rabit y hasta Play Boy.

 Como se puede ver con esas pocas referencias[2], en América y el mundo, el conejo precede la escritura, la imprenta, la radio, la televisión y el internet. A pesar de todo, de su tecnología arcaica y de su tamaño, el conejo invadió el imaginario de aquellos que vivimos en algún momento en un mundo de candiles, fogones y chumaceras de velorios o de apagón. Esos cuentos del conejo se adaptaron a cada región, según la vegetación, la fauna, las toponimias y las costumbres, conservando la trama de fondo; en duplas bondad-maldad, Ingeniosidad-idiotez, audacia-cobardía y en última instancia, lucha por la sobrevivencia. Podría decirse que el conejo no es más que la representación mítica de los tíos conejos reales que habitan las campiñas, los suburbios y las favelas de nuestra América.

Sus orígenes, han sido estudiados por muchos especialistas de la oralidad latinoamericana. Los especialistas sudamericanos y antillanos[3], como una necesidad de darle su puesto a la tradición oral Afrodescendiente, ven el origen de las historias de tío Conejo en África.  Esos cuentos habrían sido vehiculados por directamente desde ese continente por los esclavos, haciendo el parangon entre las Historias del Tío Remus y las historias del conejo en Centroamérica, por ejemplo. Otros proponen la hipótesis de que ciertos de esos cuentos pudieron haber llegado a América vía la influencia árabe y magrebiana de la península Ibérica en tiempos de la conquista. Las historias del tío Conejo siempre están presentes, los caballos, las mulas, las vacas. En el mundo del conejo hay también reyes, él es ganadero y tunante. Tío Conejo viste de botas y sombrero y es el único en haberle visto la cara a Dios.  Otras veces tío Conejo aparece como ladrón, cuatrero… Todos esos puntos son típicos, tanto de la cultura hispana de la crianza de ganado, en cuanto incorpora el lenguaje y los atavíos del ganadero tradicional; como de la africana en donde en ciertos lugares de África podemos encontrar viejos reinos de criadores de ganado.

Si bien es cierto los cuentos que nos contaban cuando éramos niños no coinciden necesariamente con las tradiciones orales amerindias, en donde el conejo forma parte del panteón; en esas historias de infancia, el conejo adopta elementos de esas culturas para realizar mejor sus proezas. Así la chicha, la miel, los ayotes, el maíz, los aguacates, se combinan con el alquitrán, los obispos y los reyes, para darnos una versión casi sincrética de los cuentos.

En Centroamérica, los cuentos de tío Conejo han sido contados y repetidos de generación en generación. Ciertos autores centroamericanos especialmente costarricenses, guatemaltecos y nicaragüenses, han recopilado estos cuentos y los han publicado. Los mejores ejemplos vienen de Adrián Recinos quien en 1918 publicó Cuentos Populares de Guatemala [4]. En este artículo se recogen dos cuentos de tío Conejo y varios de Pedro Urdemales. En el caso de Costa Rica, el trabajo de tesis de Maestría Jinny G. Cancaster[5] es uno de los mejores ejemplos de estas recopilaciones, en el se analizan los Cuentos de mi tía Panchita de Carmen Lyra[6] y otros escritos que forman parte de la tradición Oral tica. No se puede pasar por alto también el artículo de Odilie Cantillano publicado en la revista Letras[7].  

En El Salvador también existen algunos ejemplos, es el caso del libro de José Roberto Cea, Mitología en Cuscatlán: cuentos de Tío Conejo, Tío Coyote, Pedro Urdemales, El Cipitío, La Ciguanaba y otras leyendas contadas otra vez.[8]   Y la obra de Gelio Tomás Guzmán López y Evelia Guzmán, Los cuentos de tío Conejo [9]

Los nicaragüenses no se han quedado atrás, y es el Poeta nicaragüense Pablo Antonio Cuadra quien, junto con Francisco Pérez Estrada, publican en 1978 el Muestrario de folklore nicaragüense[10].  Este texto recopila los trabajos iniciados en la década de los cuarenta del siglo pasado por Taller de San Lucas, un grupo de estudiosos de las tradiciones nicaragüenses que publicaban sus trabajos en periódicos y cuadernillos populares. Cuadra y su colega, guardan el lenguaje coloquial en el que le fueron contadas las historias por viejitos y perreros de tierra adentro y d ellos barrios de las ciudades pinoleras lo que los vuelve auténticos y sabrosos.

En el caso de Honduras la carrera de lenguas de la UNAH y autores como Mario Ardón, han hecho mucha investigación sobre la tradición oral y el universo mágico de las poblaciones campesinas e indígenas de Honduras, sin embargo, en el caso de Ardón, aun en su libro La Sigualepa[11], aunque se hace referencia a los cuentos de tío Conejo, afirmando que este ya estaba presente en Honduras aun antes del siglo XIX, puesto que Ramon Rosa lo menciona ya en su cuento La maestra Escolástica, esas historias no forman parte del material descrito y analizado.  Aclaro que no estoy diciendo que no se ha hecho nada, simplemente no conozco, hasta ahora ningún ejemplo de análisis o recopilación de las historias de tío Conejo. El único ejemplo hondureño que tengo hasta ahora es el texto de Alejandro Barahona: Simpaticas aventuras de tío Conejo y tío Coyote[12]. Este texto recopila una serie de cuentos de la tradición oral y los desnuda de lo mas bello, el lenguaje coloquial, paisano, chapioyo... El autor disfraza al conejo en un docto que se expresa en un castellano académico y bien letrado. Es como si se imaginara usted al Apostol Chago hablando como Ramos Soto. Él introduce las anécdotas con un discurso grandilocuente y podría decirse aburrido que mata el espíritu picaresco y jovial del conejo, convirtiendo el texto en algo que, si me lo leen teniendo seis años, me duermo.

Es así como se resume la presencia de tío Conejo en Centroamérica. Ahora, yo tampoco quiero caer en le pecado de Barahona y seguirlos aburriendo, lo único que quiero es regalarles unas cuantas de esas historias que me contaba mi padre durante las noches oscuras de temporada de cosecha de café. De manera muy interesante los cuentos de Papita Joche se acercan mucho a los de Pablo Antonio Cuadra y les confieso que, aunque había aprendido a leer, mi padre nunca leyó a Cuadra. Don Joche decía que esos cuentos los aprendió vagando en el interior de Nicaragua durante su adolescencia y temprana juventud.

He aquí pues la primera de varis de esos cuentos de tardecita.

 

¿Por qué el conejo tiene las orejas tan grandes?

 

-          ¡Melba! Mi papa ya llegó con las mulas cargadas de café vamos a ayudarle.

-          ¡Vaya mijo! agarre el cabresto de esa mula y jalela allá pa la tolva pa descargarla.

-          Usted mija vaya digále a su mama que me mande una tasa de café caliente que este frio ‘ta perro. Cuando vuelva jale al macho Chingo que se jue hasta el corredor, tráigalo para aquí pa descargarlo.

Ya nos pusimos a hacer lo que nos ordenaron.

Mientras, Licho (Felicito Segura) y mi papa descargaban las mulas nosotros las teníamos por el cabresto de la jáquima y las llevábamos de vuelta los postes para amarrarlas.

Una vez descargadas todas las mulas (5 o 6), Licho vaciaba los sacos en la tolva y mi papa desensillaba las mulas. Quitando el cinchón primero deslizaba el apero hacia atrás para sacar la grupera de la cola del animal. Apeando el apero ponía el primer albardón sobre éste, luego los lomillos, después el segundo albardón y por ultimo los sudaderos hechos de sacos yute. Amarraba todo pasando el cinchón por debajo del aparejo y haciendo un nudo con la correa del cinchón sobre los sudaderos. Después nos mandaban a soltar las mulas al corral para que se fueran al potrero, no sin antes darles sal para que lamieran.

Licho y Toño Flores ya habían comenzado a despulpar el café mientras que mi papa agarraba la silla del corredor y comenzaba a fumarse su Royal bebiéndose el café caliente y gritando órdenes.

Nosotros ayudábamos vigilando que a la tolva no le faltara de café y esperábamos con ganas la cena para pedirle a mi papa que nos contara un cuento.

Mi papa a diferencia de mi mama nos contaba unos cuentos que nos hacían reír porque había pedos, nalgas quemadas, dientes quebrados y otras cosas. No había en sus cuentos tanta magia eran algo así como de verdad, pero los personajes siempre eran animales o gente común.

Después de haber despulpado el café mi mama llamó a los mozos y a mi papa para que vinieran a comer. A nosotros nos dieron la cena cerca de la puerta del fogón. Unas tortillas tostadas con frijolitos atolosos y cuajada fresca, acompañada con una taza de café caliente.  Mi papa se levantó de la mesa y fue a tapar el café despulpado para que fermentara mejor y lavarlo más fácil. Luego regresaba al corredor y se sentaba a ver hacia el ocotal del cerro pensando en lo que se había de hacer mañana. Yo me le colaba entre las piernas y me recostaba sobre su camisa oliente aun a sudor y miel de café. Melba venía luego y acercaba un banquito a la silla del viejo y recostaba la cabeza sobre su hombro.

-          ¡Bueno hombre! ¿y ustedes que andan buscando?

-          ¡Nada! Le contestábamos nosotros.

-          ¡Jum, no me la hacen buena! ¿no será que quieren que les cuante una papada?

-          Jajajajajaj, nos agarraron Melba.

-          Bueno pues les voy a contar una de tío Conejo

-          Siiiiii, Siiiiii

-          Miren ese conejo era jodido.

-          ¿Ustedes han visto que ese jodido tiene las orejas bien grandes?

-          ¡Aja! Respondíamos.

-          Pues les voy a contar la pasada del tío Conejo cuando fue onde Dios para que lo hiciera más grande.

¡Miren! Ese tío Conejo, como era bien chiquito y siempre se lo querían comer los otros animales, un día que Dios decidió de concederles un deseo a totos los animales, el conejo fue onde Dios. Puesto allá en el cielo se presentó delante del señor. Ya Dios, así bien serio, le dice al conejo:

-          ¿Y qué te trae por aquí tío Conejo?

-          No pues, como usté nos invitó para darnos una cosa que pidiéramos pues aquí estoy…

-          ¡Jodido…!

-          ¿Y qué querés que haga por vos? 

-          Pues nada, solo quiero que me haga grande como a tío Burro o tío Buey.

-          ¿y para qué querés ser grande pues?

-          Es que la vida esta perra allá abajo. Viera como tio Tigre, tio Coyote, tio Zope y los otros me quieren comer porque soy chiquito.

-          Mirá conejo jodido le dice Tata Dios, Yo a vos te ice chiquito porque de todo tiene que haber en la tierra. ¿Como querés que coma el Lion si no hay animales más chiquitos? O ¿Cómo querés vos que coma la gallina si no hay comején y gusanitos?

-          Pero tata Dios es que yo no quiero que me coman.

¡Jodido…! Y empieza aquella palabreadera entre Dios y el conejo. Y como el conejo era político, siempre le daba respuestas a lo que Dios le pregunraba.

Entonces, Dios le dice:

-          Perate un poquito voy a pensar que hago con vos.

¡Jodido…! Y se va Dios a una esquinita y se pone a pensar.

-          No lo puedo hacer más grande así nomás

-          ¡Jum! Le voy a poner una penitencia que va ser imposible de cumplirla y si no la cumple, se queda chiquito.

-          ¡hombré! Le dice. Mirá, allí sólo que me traigás un cuero de tigre, un cuero de mono y un cuero de lagarto. Así te puedo hacer más grande.

¡Jodido…! Y se queda el conejo pensando…

-          ¡Ta bueno pues! Le dice el conejo, Va a ver que se los treigo.

Y se regresa pa la tierra.

 

-          ¡Papa!

-          ¿Qué jue mijo?

-          ¿Y cómo hacía el conejo pa ir al cielo?

-          Ese conejo era jodido, tenía un avión como el del presidente.

-          ¡mentiras!

-          ¿Cómo no? Era el Zope. Allí se montaba el conejo y el Zope se lo llevaba pal cielo. Volando

-          ¡Ah Bueno!

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Pues si Ya se subio al Zope y le dice

-          Amunus tio Zope para abajo.



Ya en el suelo, tio Conejo Comenzó a andar y andar, pensando lo que iba a hacer. ¡jodido…!

En eso llegó a la orilla de un río donde sabía que llegaba a beber tío Tigre. Allí comenzó a cortar unos bejucos con el machetillo que andaba. Ya tenía bastantes cuando llegó tío Tigre, pero tío Conejo se hizo el que no lo había choteado y siguió cortando bejucos.

El tigre que lo mira en aquel joder se le acerca y le pregunta:

-          ¿Puta tio Conejo, y para qué quiere tanto bejuco?

-          Mire es que allá en la montaña vi al tío Zope y me dijo que viene un gran airal caballo.    Dice que viene arrancando palos, llevándose vacas, animales y todo.  Y estos bejucos son para amarrarme en algún palencón grande y que no me lleves ese aire.

¡Jodido…! Aquel tigre peló los ojos como que había visto la segua.

-          Oiga tío Conejo, le dice le tigre.

Y no será que sobran unos cuantos bejucos pa que me amarre a mí también.

-          ¡Güevos! Le dice el conejo. Usté es como el azadón, sólo jalar pa delante quiere.  

¿y yo que gano?

-          Mire tio Conejo si hace ese cachete y me salva, le prometo que ya no me lo como.

-          ¡Va pues! Arrímese allí a ese chilamate, haga como que lo va a abrazar.

-          ¡Va pues! le dice el tigre.

Y empieza aquel conejo jodido a amarrar al tigre.

-          ¿ta bueno asi tío Tgre? Le preguntaba el conejo

-          ¡No joda! Sóqueme más pa que no me leve ese airalón

Y lo socaba tío Conejo: Y le amarró las patas y después las manos y después el pescuezo.

-          ¿Lo soco más duro, tío Tigre? Decía tío Conejo, ¡ese huracán viene fuerte!

-          Más duro sóqueme, decía tío Tigre lleno de miedo.

¡jodido! Hasta que lo dejó que no podía moverse.

-          Ahora voy a amarrarme yo, le dice tío Conejo.

Y se apartó y buscó una gran piedra tamaña riata.  Y agarra aquella turunca y le dice:

-          ¡Ay te va por baboso!

Y le dejó caer en la piedra en la cabeza de tigre.

Tío Tigre solo pego un pujido y se le salió un pedo y se murió.

Entonces tío Conejo, cogió su cuchillito y peló al tigre el cuero y lo secó. Con el cuero hizo un zurrón, lo cosió bien por un lado y por el otro le puso un mecate con una gasa y cogió para la montaña.

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-          ¡uy, que malo se conejo!

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¡Jodido…! Y se jue el conejo pa la montaña.

Allá… vio un palo con un montón de monos, y se fue con el zurrón al pie del palo, lo puso en el suelo y se puso a hablar solo con la cabeza adentro del zurrón como si no hubiera visto a los monos.

-          ¡Aquí traigo mi maicito y que se joda el que me lo robe! Decía el bandido de tío Conejo sólo para que lo oyeran los monos.  

-          Aquí lo voy a dejar escondido mientras voy a echar una miadita.

Y dejó el zurrón y se metió detrás de un charral llevándose la punta del mecate.

Allí se estuvo haciéndose el que estaba miando pero no despegaba los ojos del zurrón. Cuando los monos creyeron que se había distraído se bajaron del palo en una sola gritolera…

-          Ahora si le vamos a robar el maíz a tío Conejo, decían los olingos.

Y despacito se acercan al zurrón. Y en eso el mono más grande que era el jefe de los monos, se mete adentro del zurrón pa robarse el maíz.

¡Jodido…! sólo eso esperaba tío Conejo.

Tío Conejo ¡Ras!, jaló el mecate y se cerró la boca del zurrón.

-          ¡Aja mono tal por cual! ¡ladrón! Ya te agarré, salió gritando tío Conejo del charral onde estaba escondido.

Aquel zurrón brincaba como macho chúcaro con el mono adentro, como gato encostalado. Pero tío Conejo agarró un garrote y empezó a garrotear el zurrón hasta que mató al mono.

Y ahora a pelarlo, dijo. Y cogió el cuchillito y le sacó el cuero.

Ya con el mono pelado se jue y buscó por el lado del estero donde dormía tío Lagarto.

¡Jodido…! Allá a la orilla de rio mira un lagartón tamaño.

Entonces comienza el conejo a cercarse del lagarto y con más miedo que otra cosa se le fue acercando calladito y cuando ya estaba cerca, cogió un garrote y comienza a darle una leñateada al tío Lagarto.

Tío Lagarto se despertó encachimbado y le voló un colazo y lo quiso seguir a tío Conejo con las tapas abiertas, pero tío Conejo salió disparado como quien se quita una braza del culo y el lagarto no lo pudo agarrar.

Al siguiente día, llegó tío Conejo, haciéndose papo, a beber agua a la orilla del estero y de larguito le gritó a tío Lagarto:

-          ¿Qué tal, tío Lagarto?

-          ¡Ve que conejo más jodido! ¿Te vale chingaste a vos vedá? Ayer veniste a leñatearme con un garrote y ahora venís como si nada, le gritó tío Lagarto.

-          ¿Yo? Le dijo tío Conejo haciéndose el de a peso.

-          i Si vos! ¡yo te vi, Jodidito! Le respondió tío Lagarto.

-          ¡Ah, noooo! ese debe haber sido mi primo que es un pícaro bien hecho, le dijo tío Conejo acercándose. Mire tío Lagarto, ese les debe piales a todos los animales. Ese jodido es malo y como nos parecemos siempre me mete a mí problemas.

-          Pues ese jodido de tu primo, le dijo tío Lagarto, casi me jode ayer, pero se jodió porque no me dio en la vida.

-          ¿Y cómo se lo van a apear a usté que es tan fuerte? Le dijo tío Conejo. Con usté nadie puede.

-          Pues si me da en la vida me mata, le contestó tío Lagarto.

-          ¿Y ónde tiene usté la vida pues? Le preguntó tío Conejo.

-          En esta chibolita, le dijo tío Lagarto, enseñándole el punto onde se puede matar al lagarto facilito.

¡Jodido…! Y tío Conejo se fijó bien onde estaba, pero se hizo el baboso y le dijo:

-          Pues yo le traía aquí una papadita de regalo, tío Lagarto.

-          ¡Jum! ¿Qué me trae pues?  

-          ¡No! Es que por allí caminando en la montaña un gigante me regaló una carne de mono y como usté sabe que yo no como carne, pensé en usté.  Mire aquí le treigo esta carne de mono que me regalaron ayer.

¡Jodido! Y no ves que era la carne del olingón que había matado.

Entonces, acercó el zurrón y sacó el mono que había destazado y se lo dio al tío lagarto.

En lo que el tío Lagarto abría las tapas para tragarse la carne, sacó también del zurrón un garrote y le dejó ir un solo mamellazo en la chibolita que le había enseñado el Lagarto. Tío Lagarto sólo dio el colazo y quedó panza para arriba, muerto.

-          ¡Te fuistes también! -dijo tío Conejo riéndose, y sacó un cuchillito y en un ratito lo peló y le sacó el cuero.

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-          ¡Papa!

-          ¿Qué jue mijo?

-          ¿y como hace pa cargar todo ese conejo que es bien chiquito? Mi mama dice que el tigre es grande y el lagarto también.

-          Mirá, el conejo era jodido, tenía mulas.

-          ¡Ve! las mulas son más grandes…

-          ¡Perate! Las mulas del conejo eran los cusucos. Hasta él siempre andaba montado en un cusucon tamaño.

-          ¡Ah vaya, pues!

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Bueno, ya como había conseguido los tres cueros, entonces a preparar el viaje p’al cielo. Ya se jue onde tío Zope y le dijo que le tenía un viaje expreso al cielo que ocupaba por lo menos cuatro de las avionetas una para cada cuero y una para él.

Tio Zope se preparó y al siguiente día se jueron recto arriba.

Legando al cielo, después de haberse anunciado con San Pedro, cogió los tres cueros y se presenta delante de Tata Chus.

-          Aquí le traigo, Tata Dios, los tres cueros que me pidió, le dijo.

¡Puta! Dios se quedó asorocado. Se quedo tétrico sólido y congélido, como diría Tunino Merlo. Apenas tenía tres días de haberse ido el conejo y ya volvía con los tres animales muertos.

-          Vení para acá, Je dijo Dios.

Y tío Conejo se acercó donde Tata Dios, pensando… ¡jodido! Pensaba el conejo, ahora si voy a ser grande…

-          Conejo condenado, si sos tan malo así de chiquito chiquito, cómo no serias siendo grande, le dijo Dios.

Entonces le agarró las orejas por la punta y se las jaló para arriba lo sacudió y las orejas se le estiraron.

-          Conformate con que te haga grandes la orejas. Le dijo Dios.

¡Jobero…! Y desde allí, el tío Conejo tiene las orejas grandes. Por eso uno no debe querer ser más grande que otro, miren lo que le pasó al conejo por malo, las maldades siempre se pagan.

-          Bueno mijos, ya me voy a acostar y a oír noticias en el radio. 

Ustedes también vayan a acostarse que mañana en la mañana tienen que ir a ayudar con los terneros en el corral.

Así termina este primer cuento de tío Conejo.

¡Feliz Navidad!



[1] Aunque la liebre y el conejo son dos géneros animales diferentes, ellos pertenecen a la misma familia, la familia Lepórida. https://www.nationalgeographic.es/animales/diferencias-entre-conejos-y-liebres En este texto no se hace ninguna diferencia entre los dos géneros y cuan do nos referimos al conejo incluimos también a la liebre.

 

[2] Este asunto será abordado en un estudio mas amplio sobre la tradición oral en que incluirá los cuentos de Pedro Urdemales, Quevedo y las Historias Maravillosas.

[3] Ciertos cuentos de tío Conejo aparecen en:

- T. Alden Mason (1930) Cuatro Cuentos Colombianos.

The Journal of American Folklore, Vol. 43, No. 168 (Apr. - Jun., 1930), pp. 216-218.

- Javier Tafur González (1994). El protagonista en la narrativa popular, Colección autores vallecaucanos, Gobernación del Valle del Cauca, Colombia.

[4] Recinos, Adrían (1918):  Cuentos Populares de Guatemala, in The Journal of American Folklore, Oct. - Dec., 1918, Vol. 31, No. 122 (Oct. - Dec., 1918), pp. 472-487.

[5] Cancaster, Jinny G. (1999) : Crónicas Cuni-culturales: El tío Conejo de todos los tiempos. Tesis previa al grado de Magister Litterarum de la Universidad de Costa Rica. San José.

[6] Lyra, Carmen, seud. (2012): Cuentos de mi tía Panchita, Imprenta Nacional, San José.

[7] Cantillano, Odilie (2002): Los cuentos de tío Conejo. In Letras, Vol. 1, N°34 (5-41)

[8] Cea, José Roberto (2006): Mitología en Cuscatlán: cuentos de Tío Conejo, Tío Coyote, Pedro Urdemales, El Cipitío, La Ciguanaba y otras leyendas contadas otra vez. Canoa Editores, San Salvador, El Salvador.

[9] Guzmán, López. Gelio, Tomas y  Guzmán, Evelia (1995). Los cuentos de Tío Conejo: Una recopilación de cuentos de El Salvador. Editorial Clásicos Roxsil, Santa Tecla, El Salvador, C.A

[10] Cuadra, Pablo Antonio y Pérez Estrada, Francisco (1978): Muestrario de folklore nicaragüense. (Colección Cultural Banco de América. Serle Ciencias Humanas, N° 9). Banco de América, Managua, 1978.

[11] Ardón Mejía, Mario (2017): La Sigualepa: EstuDios sobre cultura popular tradicional aplicada (1985-2010). Argos, Tegucigalpa, Honduras.

[12] Barahona Romero, Alejandro (1995): Simpáticas aventuras de tío Conejo y tío Coyote. Creación: Texto e Imagen, Tegucigalpa, Honduras.

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