jueves, 18 de marzo de 2010

Mezquinos, guarumo y pañuelitos rojos

Como les prometí aquí les cuento una historia que tiene que ver con la cura de verrugas por diferentes medios. Les advierto que las recetas provienen de recuerdos, de tal forma que las dosis y las oraciones pueden estar alteradas, así que no intenten aplicarlas sin antes consultar a su médico.

Allí vivíamos pues, en el Palo Verde. Mi hermana Flora cuando estaba como en tercer o cuarto grado de primaria, comenzó a tener verrugas cutáneas. Tenia un montón: en los dedos, en los brazos, en las rodillas y que se quede el infinito sin estrellas.

Mi mama, un poco menos supersticiosa que el resto de las señoras de la aldea, trataba de curarle las verrugas por medios un poco más científicos que los medios tradicionales. Ya mi mama le decía a mi papa:

José, ahora que vayas al pueblo andá donde Quincho Suazo el de la farmacia San José, y decile que te venda unos cuantos botes de Rábano Yodado para darle a esta chigüina. Mira el poco de verrugas que tiene. Hay que comprar esa pomada que dicen en el radio la tal pomada de la virgen también, porque yo ya no hayo que hacer.

¡Ta bueno virginia! Le decía mi papa.

Mi hermana se bebió cantidad de pastillas sulfatiazol, Rábano Yodado, Vino de carne y hierro, Bacadol, Cerenerbon, etc… y nada mamita, Las verrugas no se iban.

A todos los esfuerzos de mi mama hay que augmentar los esfuerzos que mi hermana ella misma ponía de su parte.

Una vez decidió que se iba a cortar una verruga con una hoja de afeitar. Lo hizo y lo único que logró fue que mi papa la regañara por haber desperdiciado una yiles. Además de haber desperdiciado la Gillette, la tal verruga comenzó a sangrar y tuvieron que ponerle un vendaje y darle caña fístola con leche para que dejara de sangrar.

Otra vez alguien le dijo que si rezaba la oración del puro tirando piedritas para atrás a la orilla de un camino, que eso era bueno. El asunto era que cuando la gente pasara iba a recoger las piedritas blancas que ella arrojara, al recogerlas iba a atrapar los mezquinos de mi hermana.
Y lo hizo. Se contó las verrugas, recogió el numero de piedritas equivalente al numero de verrugas y yo no se por que medios se procuro la oración del puro.

Un buen día, de manera un poco sospechiva, se va por el camino de la finca y se mete en un charral y comienza:

Yo te conjuro puro, en el nombre de Satanás, Luzbel y Lucifer. Alfiler, alfiler, por las virtudes que tú tienes y la de tu amigo Diego hace que los mezquinos se vallan y desaparezcan de mi…

Y comienza a tirar piedritas…

Santa María, reina de maravillas, que en la ciudad de Mangla recoja todos mis mezquinos…

Y otra piedrita más…

Que perros ladren, gatos aúllen, niños lloren; y así como venciste el corazón de tu padre y de tu madre, así los mezquinos se irán de mi, que yo iré cantando por todas las regiones hasta la séptima región…

Y otra piedrita más…

…y todas estas oraciones que he rezado son recomendadas al Diablo, Satanás y Luzbel, etc…

Y otra piedrita más.

Nosotros, los hermanos mas pequeños, nos habíamos escondido y la mirábamos con un miedo caballo. Yelba nos decía:
No tengan miedo cipotes, ya vamos rezar unos padres nuestros para protegernos, y ya le vamos ir a decir a mi mama.

Y allí vamos con el pito y la caja…

Mama, fíjese que la Flora estaba rezando la oración del puro para quitarse las verrugas y decía: puro, puro yo te conjuro…

¡Flora, vení para acá!
¿Qué es esa papada de andar rezando esas brujerías?
¿No sabés que la gente que anda con esas cochinadas se las lleva la venada careta?
¿No sabés que eso es blasfemia contra el Señor?
Vas a tener que irte a confesar, y mientras tanto vení que te haga una cruz de ceniza en la frente y que te frote con agua bendita.

Flora estaba arrecha con nosotros.

Monos viejos, nos decía, por culpa de ustedes no se me van ir estos mezquinos. Van a ver a ustedes se les van a pasar por andar de chismosos. ¡Ay papa! Nosotros con miedo…

Y efectivamente, no se le curaron las verrugas.

Pero ella siguió perseverando en los métodos de curarse los mezquinos.

Por allí una de las Moncada, Alicia la mujer de Beto Aguilar, le dice a mi hermana:
Mire Florita ¿quiere curarse esos mezquinos? Mire, agarré un pañuelito rojo, meta unas piedritas en medio y haga una chuspita con él. Un día 7 cuando, haga luna nueva, en la tardecita váyase solita por un camino y sin mirar para atrás tire la chuspita diciendo: Chuspita, chuspita, por el poder que tú tienes y el que Dios te ha dado hace que mis verrugas desaparezcan. No mire para atrás porque si mira puede ver cosas fellas.

Eso es eficaz, le decía Alicia, dígale a los otros cipotes que no recojan la chuspita, porque si la recogen se les van a pasar les verrugas.

Esta vez, mi hermana tuvo mas cuidado y siguió las instrucciones de Alicia. Sin embargo, no nos dijo nada - al menos a mí – y tiró la chuspita en pleno camino por donde pasábamos. Yo miré la chuspita, la agarré y me fui contento para la casa porque había encontrado algo bueno. Yo pensaba que eran confites o algo de comer. Llego a la casa le digo a mi mama:
mire mama lo que me encontré.

Mi mama se puso pálida y me dice:
Dame esa marranada, que eso es brujería.
Y agarra la chuspita y la tira al fuego diciendo:
Cipota bandida, ya me preguntaba yo donde estaba el trapo rojo que había comprado. ¡No! Voy a tener que platicar en serio con José, esta cipota me va hacer loca.

Yo me quedé pasmado sin mis confites y mi hermana con sus verrugas.

Bueno, la historia no termina allí.

Mi mama terminó contándole a mi papa los episodios del puro y la chuspita. También le dijo que ya estaba desesperada y que tenía miedo que Flora siguiera haciendo tonteras.

Mi papa agarro su caballo “El Moro Azulejo” y se fue.

- ¿
Adonde se fue mi papa, mama? Le preguntábamos nosotros.
-
Se fue a ver a don Manuel para ver si puede tratarle los mezquinos a la Flora, nos respondió mi mama.

Don Manuel, era un señor de origen salvadoreño que trabajaba como mandador en las fincas de mi abuelo después que mi papa se fue de las propiedades de papita Lencho.

Don Manuel había hecho algunos estudios de medicina en el salvador y leía mucho los libros de medicina natural y rosacruz. Ese don curaba mucha gente en la montaña. Recetaba medicinas de botica e inyectaba. También hacia decocciones de hierbas muy eficaces para un buen numero de enfermedades. Él decía también, que un doctor en El Salvador había transplantado los ojos de un cabro en un humano y que eso había dado buenos resultados. El único problema era que el hombre ya no miraba más el fundamento de las muchachas sino que el de las cabras. También decía que un buen remedio contra la tuberculosis era una buena inyección de leche fresca de una vaca completamente negra. Él nunca lo había experimentado pero decía que lo había leído y que era eficaz.

Bueno, mi papa fue donde don Manuel, le presento el asunto de la verrugas y se vino de regreso.
Al llegar a la casa le dice a mi mama.

El sábado vas a tener que matar una gallina y hacer un pollo asado. Don Manual va a venir a tratar la chela.

A nosotros nos gustaba que viniera el don. Era chistoso y sonriente y tenia una cámara Kodak y nos tomaba fotos. Entonces lo esperamos con ansias.

El sábado, don Manuel llega.

¡Buenas doña! ¿Cómo esta?

Y bueno, todas las cortesías del caso……

¿Así es que la Florita esta un poco maleada?

¡Si! Mire don Manuel, viera como hemos hecho todo lo posible por sanarle esas verrugas y nada…

¡No se preocupe doña! El poder de la naturaleza es enorme y el remedio para esas verrugas lo tiene usted en el corredor de la casa.

¡Jesús, Maria y José!

Mi papa que no estaba tan lejos contesta:
Perate ya voy…

Si, le dice don Manuel.
Mire esta receta que le voy a dar consiste en algo que aprendí en uno de los libros que tengo y consiste en el poder elemental del Guarumo, uno de mis maestros, me dijo que el Guarumo servía tanto para lo bueno como para lo malo, y para sanar enfermos. Él me enseñó a curar enfermos a larga distancia, por medio del poder elemental del Guarumo.
¿Mira el palo de guarumo que está allí nomás en la finca? Pues yo me voy a ir hasta él y no quiero que nadie me siga. Cuando regrese le voy a dar las instrucciones.

El Don se fue.

Mi mama le dice a la Flora que se encierre en una pieza y le dice a Yelba que nos cuide y que no sigamos a don Manuel.

Yelba se descuido jugando con Melba yo hice como que me iba a orinar. Me fui quedito para ver el mejunje de don Manuel y de larguito vi como el don bendijo la planta, le pidió curar a mi hermana, puso al pie de la planta un vaso con agua y empezó a moverla con un palito concentrándose en el tronco del árbol. Luego vertió el agua al pie del palo. Después, se levanto y dio tres vueltas al derecho y tres vueltas al revés alrededor del palo rezando oraciones que no pude escuchar.

De regreso a la casa le dice a mi mama:

Doña, traiga la muchachita.

¡Flora vení a ver a don Manuel!

¡Buenos días don Manuel!

¡Buenos días mija! Mire ve, ponga cuidado a lo que le voy a decir. Lo que usted tiene es provocado por la naturaleza y con la naturaleza lo vamos a curar. No tenga miedo, lo que usted necesita es fe y disciplina. Aquí le voy a dar a su mama esta ristra de pastillas de sulfa. Hay 40 y tiene que tomarse una al día. Pero eso no es todo.
Doña, todos los días en ayunas, tiene que darle una buena taza de te de hojas de guarumo. Agarre una hoja del palo de guarumo que fui a bendecir cósala y déle la tizana a la niña durante cuarenta días. Usted mijita, todos los días al mediodía o en la tardecita, antes de que se acueste el sol, tiene que ir solita al palo de guarumo. Cuando llegue allí de tres vueltas al derecho y tres vueltas al revés alrededor del palo diciendo lo siguiente con gran fe: "Ae, Gae, vete verruguita, ya que el sol te quita, OM, OM, OM". Cuando termine acérquese del palo, acarícielo y déle un fuerte abrazo para agradecerle. Yo ya le pedí al palo que la cure.

!Ay don Manuel, yo espero que eso le llegue a mi muchacha! ¡Muchas gracias y que Dios lo bendiga!

Ya se llego la hora del almuerzo. Después de echarse unos cigarritos co mi papa y comerse el pollo asado don Manuel se fue, no sin antes recordarle a mi hermana el ritual antiverrugas.

Mi hermana comenzó el tratamiento el domingo y mire amigo, el poder de la mente es grande.
Cuarenta días y cuarenta noches después de la visita de don Manuel, todas las verrugas de mi hermana desaparecieron. El palo de guarumo se quedo allí durante varios años hasta que se secó y sirvió de leña.

Bueno, aquí los dejo. En el próximo les cuento lo del Cadejo y lo de La Segua.

Entradas Populares