lunes, 15 de diciembre de 2008

¡Adiós Pedro, las cosas no serán iguales sin ti !

¡Adiós Pedro, las cosas no serán iguales sin ti!

Así decía un viejo anuncio de Colgate, en el que Pedro, un diente cariado (negro), se iba y se despedía de los otros dientes sanos.

Hoy, no es un diente sino un amigo, Pedro Rodríguez, que nos ha dicho adiós. El también era negro, pero su gentileza sobrepasaba la mejor blancura.
A Pedro lo conocí en 1972, cuando yo bajaba de la montaña con mi papa. Pedro manejaba en esos tiempos la volqueta Fargo, la azul de la Alcaldía Municipal de El Paraíso.
Debido al color de su piel y a mi corta edad, le tenia miedo, pero con el tiempo me di cuenta que era igual a los demás.
Preguntándole a mi papa quién era ese señor negro, mi papa decía: ese es Pedro Saranda, un buen chofer. Fue uno de los primeros chóferes de don Lencho Molina.
Jobero, decía mi papa, ese bandido le gusta el guaro pero nunca falta al trabajo y tiene más vidas que un gato.
Fijate hombré, que te voy a contar una historia.
Allá por 1968, Pedro tomó un carro y se fue para la montaña, iba bolo, bien bolo. No se como diablos hizo para pasar todas las vueltas de la cuesta de Los Robles pero las pasó.
Atravesó todas los lodazales de El Portillo, y justo antes de tomar la cuesta de la Cascada, Pedro se durmió, el perol que él conducía se desvió y se precipito en un guindo. No hubo muertos, sólo que cuando los vecinos de la cascada y otras personas se pusieron a buscar sobrevivientes no encontraron a nadie.
Pedro había desaparecido. Lo buscaron por todos lados y no lo hallaron, todo el mundo pensaba que se había dado la guinda de miedo de ser juzgado por la pérdida de carro.
Por allí, unos cuatro días después del accidente, Juancito Mondragón un vecino de granadillos, decidió ir a cusuquiar con sus cuatro galgos. Agarró su 22 y se fue. Entró por el sitio La Abisinia de don Juan Benito Mendoza, allí cerca de la casa de don Juan Sánchez. Caminó y caminó siguiendo los perros que tufeaban buscando cusucos. De repente, aquellos chuchos comienzan a latir en el fondo de la cañada. Juancito se dijo “púctala, ese cusuco debe ser tamaña verga” y comienza a correr hacia el lugar donde estaban los perros latiendo.
¡Jodido! Ese fue pedo el que se llevo juancito. Cuando llego al fondo de la cañada no fue cusuco lo que vio. Lo que vio fue un hombre negro herido, y en mal estado. Al principio le dio miedo porque pensaba que eran los Cabos Cantonales que habían hecho la cosa.
Pero agarro valor y se acercó del hombre. Lo toco, y se dio cuenta que estaba vivo y respiraba. Estaba boca abajo y decidió que le iba a dar vuelta.
¡Jodido! Antes de darle vuelta, Juancito se acuerda del accidente de Pedro y allí nomacito se dice. ¡A la gran puta, si este es Pedro hombré! Y efectivamente era Pedro.
¡Lo sacaron de allí amigo! ¡En hamaca! Pedro estaba mal herido y sus heridas habían comenzado a infectarse y en el berenjenal, había perdido algunos de los dedos de uno de sus pies.
¿Y como llego allí Pedro papa?
¡Mirá, el guaro es jodido!
Parece que cuando el carro se fue al guindo, pedro quiso salir hasta la carretera, pero como estaba bolo, en lugar de eso, caminó o se arrastro en dirección contraria y así fue como se encontró posiblemente inconsciente en el fondo de la cañada.
¡Tamaño cusucón el que se hallo Juancito!

Yo creo que después de eso Pedro paró de beber y allí continuo trabajando como conductor de la alcaldía, de don Juan Díaz, de Lencho Molina, de Roberto Martínez y de Joche Izaguirre entre otros.
Por allí en los años 1980 decidió que se iba comprar una Willis un perol viejo de los años 1950. Con ese chunche trabajó acarreando leña para las secadoras de café y leña de ocote del Aserradero Lardizabal , tierra para los viveros, barro para las tejeras, mudando vecinos y vecinas. Ese trajín duró hasta en 1989 o 90 cuando la Willis cansada y Pedro viejo, decidieron que era tiempo de pasar a otra cosa. Esto fue justo después que, bajando la cuesta de Los Tres Pasos, la caja de cambios de la Willis se desajusto y el perol comenzó a bajar la cuesta precipitadamente. Hasta que pedro y su basta experiencia lo hicieron enterrar la nariz en el puente.
En ese tiempo Omar el de Hilda era el ayudante de Pedro.
Ese fregado llego con los pelos mas parados de lo que los tiene, a decirle a Javier (Chito) Méndez, el Hijo de pedro, que había pasado un accidente y que había que ir a sacar la Willis de donde estaba. Chito vino a mi casa y con el perol de mi papa lo fuimos a sacar. Creo que fue el último viaje de café en la Willis achotada de Pedro.

Así pues, con esta anécdota le digo adiós a Pedro.
Pedro de quien yo no se que año nació
Del que no se de donde venía
El que me contó que había sido mulero de Pedro Sabla y de Abel Valladares
El que pasó de mulero a conductor
El que bebió guaro y amó el Fútbol
El padre de Juan Cuco, Toño Mogo, Chito, Chita, Franklin, Mario, Dilcia, Marta, Maritza…
El Marido de Carlota Merlo.
El hombre que siempre encontró algo que hacer de mulero a conductor y de conductor a vendedor de ropa (a bugonero como decía Carlota).

¡Adiós pedro, Las cosas no serán iguales sin ti!

miércoles, 3 de diciembre de 2008

¿Un cuentecito antes de irnos?

Venga hombre, hágase para acá…

¡Mirá chigüina! Anda comprate un pan cuco y decile a tu tía que ponga el café.

Este mi alero, tiene que probar la invención de Juan el de Carlota Merlo.

¡Andá, apurate!

Ya va ver, una buena tasa de café caliente y unos cuantos panes de la panadería Tábora “onde el pan es más mejor” le va a caer bien. Eran caballos esos locutores de la Paraíso para decir pencadas.

¿Entonces primo?… ¿Nos peinamos o nos hacemos rulos?

Espero que no esté cansado de tanto caminar y que haya disfrutado del trayecto de la carretera de Las Selvas.

Lo llevé rápido, y no tuvimos tiempo de visitar a Nayo y doña Rosa. Otra vez que vayamos lo voy a llevar por allí.

También espero que el perro de doña Tona no lo haya visto pasar. Ese chucho hijo de 70 mil pares de zapatos es feróstico, como decía Tunino Merlo.

Ahora que está de regreso en el pueblo y que sus pulmones comienzan a estar llenos de polvo, le propongo que vayamos mañana a dar una vuelta por el lado de Las Dificultades. ¡Lindo nombre!...

Ese nombre, viene posiblemente de la dificultad de acceso que otrora experimentaba esa región de Honduras. Es un terreno quebrado de tierras arenosas, poco fértiles y aptas para las actividades silvícolas.

¡Putala! No le digo pues, a veces me da por hablar como Petilla Martínez.

Como le iba diciendo…

El paisaje es diferente al de Granadillos, hay mucha más vegetación, las cuestas son menos inclinadas y hay menos casas a la orilla de la carreta.

Mi papa y mi abuelo fueron unos de los que llegaron un poco después de los pioneros. Mi abuelo se había comprado unas tierras al mismo tiempo que algunos de sus hermanos y amigos, allí nomás en los Volcanes, una aldeita entre Los volcancitos y Las Dificultades.

Así pues, las fincas de La Arabia, La casa de Zinc y los sitios de El Sauce, Los mangos y otros pertenecían a mi abuelo. El Brasil, pertenecía a su hermano Emilio, El plan grande a don Alfonso Paguaga y otros dominios pertenecían a hermanos o primos de mi abuelo o a otros propietarios, como don Pablo Irías, Daniel Salinas, Miguel Becerra o a la Excao entre otros.

La Finca la Esperanza, en el Palo Verde… si la misma de don Joche, mi papa, partencia à Rafael Molina, un primo de mi abuelo.

Hasta tarde en los años 1950, ninguna carretera comunicaba el pueblo con las Dificultades. La gente se movilizaba a pié o a caballo, utilizando las veredas abiertas por los Pioneros durante la primera mitad del siglo XX o posiblemente antes. Esas veredas en general eran llamadas Caminos Reales, puesto que aún si atravesaban tierras privadas, ellos no pertenecían a nadie. En general eran suficientemente anchos, donde el terreno lo permitía, y podían pasar una mula cargada y uno de a pié al mismo tiempo.

Mi papa cuenta que allá por los años 1950, en la época de lluvia, y sobre todo los sábados, mucha gente bajaba al pueblo desde la montaña. Mucha de esa gente bajaba a pié, y según dice mi papa, la gente y sobretodo las mujeres, se echaban unos tapirulazos de cususa o de chicha con puro mascado y calzón de vieja, para agarrar valor y entrar en los lodazales que habían en los caninos. Los caminos eran transitados también por recuas de mulas cargadas que hacían fangales en los senderos.

Dice mi papa que los que tenían dos mudadas ponían una limpia en el saco y se iban con la vieja para el pueblo. Al nomás llegar a los Tres Pasos, se lavaban las patas y la güevera, sacaban su mudadita limpia y se cambiaban de ropa. Así, cuando llegaban a la pulpería de doña Isaura Rodríguez o a la Fronteriza de Tito Alemán, la gente se miraba más limpia.

Las mujeres, además de llevar en el canasto calaches a vender (pollos, gallinas, huevos y otros perendengues) también llevaban sus trapitos limpios.
Los hombres que no tenían más que un chiringo, según lo que cuenta mi papa, se quitaban el pantalón, los zapatos o los caites y se metían al camino, chuña y en calzonillos (no en calzoncillos).

De regreso a la montaña, no había ningún problema. La gente, después de haber recibido el pago de la semana o de haber vendido la gallina, se guardaba un pistillo para ir a comprarse unos cuantos cachimbazos de yuscatonic donde Toña la Pelona, donde Lupe Pastor o donde Martina, allá por el barrio de los calvos. Una vez medios a maceta, tomaban el camino de regreso. Algunos, que habían empinado mucho el codo, perdían todas las compras en el camino, y los otros se decían que era la última vez que bajaban al pueblo.

¡Esos días eran perros!

Suerteros los que “eran preparados y tenían su pistola, su caballo o su diente de oro” como decía don Pedro Sosa.

Ahora tenemos suerte porque podemos viajar en carro. No se quien viaja ahora por esos lados, pero en los años 1980 se podía ir a esos cachimberos en el carro de mi Abuelo, que conducía Moncho el de Chon, o en el Kiamaster achotado de Rafael el Muco, o en el Daihatsu con retorno del agua de Adán Pimpinela, o en la Toyota de Loño Rodríguez el hermano de Marcos Escoba, o en el Ford de Rosona, o en el GMC rojo de don Canacho Sosa, o en el camión de Manuel Calunga.

La última vez que fui por esos lados en 2005, el único chunche que ví, fue el de Juan Gallina el hijo de Coloradilla.

Pero le aseguro que la única manera de apreciar mejor la papada, es caminando y “gastando… gastando plantilla de zapatos” como decía Toñito Tercero…

Bueno, ya no lo molesto más. Tómese su cafecito y haga sus maletas, que mañana me lo llevo por la ruta de Las dificultades.

jueves, 27 de noviembre de 2008

El itinerario del la carretera de Las Selvas


La carretera de la montaña es el único camino para comenzar este viaje. Esta ruta comienza a la salida del pueblo, allí nomás en la ENEE (Empresa Nacional de Energía Eléctrica). Sólo que en lugar de tomar rumbo a Río Arriba, agarre a la izquierda y siga derecho por los Tres Pasos, pasando por la colonia San Juan. Con seguridad pasará frente a la casa de don Emilio Zúniga y verá las ruinas de la casa de Moncho Pirilanga.
Atraviese el puente de los Tres Pasos y siga la carretera hasta el final de la cuesta de los robles.
Allí, tenga cuidado porque la cosa se pone difícil.
Justo antes de terminar la cuesta, llegue donde Juancito (el de Maria La Chaparra) y pregúntele por donde es más fácil de llegar al árbol color de clorofila. Porque, como le dije, a partir de allí puede coger la carretera que va para Las Dificultades (otro itinerario que le contare mas tarde) o la que va para Las Selvas. Si es liberal y que admira a pajarito, (Ramón Villeda Morales) seguro que se va ir por las Dificultades, pues fue pajarito quien abrió la carretera a petición, según dicen, de mi abuelo.
Hoy tomaremos el itinerario de la carretera de Las Selvas. Esta lo llevará hasta le desvió del camino construido en los años 1980, a partir de la idea de mi papa, y la colaboración de todos los miembros de la comunidad paloverdeña.
Antes de llegar a ese desvió, pasará por lugares paradisíacos, El Portillo por ejemplo, de donde puede divisar la polvareda del Pueblo de un lado, y los vestigios de la casa de Moncha la Negra y de Chelinno, del otro.



Luego, bajando la Cuesta de la Cascada, puede divisar las plantaciones de café y los destrozos que los ganaderos y los explotadores del bosque han hecho a las montañas.
Los desastres más impresionantes son los sufridos por los de los cerros que se encuentran a su derecha, en las estribaciones de la sierra de Dipilto. Algunos de ellos obra y gracia de mi querido abuelo.
Bueno, siga bajando la cuesta, después de la gran curva, y al final del plan, verá la vieja casa de doña Mirtala Mendoza. ¡Deténgase allí! Mire lejos a su izquierda y verá las casas de Lucas Moncada y de Chinda, así como la finca de don Chendo Molina.
Después de haberse refrescado la vista con tan hermosos paisajes, siga su ruta y prepárese a pasar primero por la casa de Juancito Sánchez y luego por las casas del Ojo de Agua de Beto Duarte y de Juancito Mondragón. Un poco más lejos verá la casa de Don Cayo Rodríguez. Como guía, le recomiendo que se de una pasadita por allí y talvez Polín y su hermano Blaz le interpretaran un arranca pezuñas con guitarra y mandolina.
Siga bajando la cuesta hasta encontrar la vieja casa de don Felipe Gonzáles (donde vivían Amparo, Cristina -la novia de Tano Mendoza- y sus hermanos).
Allí tiene que pararse.
Baje la cuestecita y mire a su derecha. Allí verá la vieja casa de Don Toño Mendoza y de doña Juana Mondragón, señores que son parte de mis recuerdos de infancia, y de los cuales les prometo hablar un día.


Pero lo más importante, es que de allí puede ver la Finca la Esperanza, propiedad de José Izaguirre, donde su servidor vino al mundo.
¡Oy usté, ponga cuidado!
Lo maravilloso de este viaje es que usted tiene varias vías para acceder al mismo lugar. Todas parten de un mismo punto…la hermosísima ciudad de El Paraíso, fundada en el último cuarto del siglo XIX.
¡Pélele el ojo a don Tito!
Porque, desde donde don Felipe, si va a pié, puede agarrar el sendero que baja la cuesta de don Toño y seguir hasta la Jilguera y de allí hasta la casa de don Joche Izaguirre, o seguir recto por la carretera.

Bueno, digamos que se va por la cuesta de don Toño.
Después de despedirse de Godo y don Pipe, baje la cuestecita, abra la puerta de golpe a su derecha, o pásese debajo del alambrado. Siga el sendero y pase por donde don Toño… talvez le cuente una perra.
Tome nota que el sendero de la cuesta de don Toño se termina en un cruce de caminos casi en frente de la casa de Sebastián Salinas.
Fíjese bien, porque en el cruce de caminos está la cruz del descanso del muerto que no me acuerdo como se llamaba. Téngala en cuenta, porque de allí tiene que darle hacia la derecha. Camine aproximadamente medio kilómetro y gire a la izquierda. Baje hasta la quebrada y dele cuesta arriba hasta el potrero de El Barrial, y sígale hasta la casa de bloques de cemento de don Joche Izaguirre. Llegado allí, pídale agua al cuidandero y siga. De allí, le quedan dos minutos para llegar a la casa vieja que reemplazó aquella donde yo nací.
Le cuento (como dijo Anita Vallejo), que durante ese camino, al nomás bajar la cuesta de don Toño, usted puede ver la casa de Alduvín Mendoza y los vestigios del horno y de la casa de don Cornelio Bustamante. Más abajito verá los vestigios de la antigua casa de don Toño Benito Mendoza.
Después de haber pasado la cruz y la quebrada, escondidos en una meseta a su derecha, están los vestigios de la casa de Cresencio Midence, la misma casa donde uno de sus hijos murió de tétano en 1971.
En la casa de bloques hay otro monumento, el horno, que mi mujer y yo construimos en 1990 para cocer el jugo de la caña de azúcar de la pequeña plantación de mi papa.
Si quiere ponerle mas salsa a su viaje, regrese a la vieja casa de don Felipe y siga la carretera hacia Las Selvas. Eso le permitirá atravesar la aldea de Granadillos y toparse con la casa de Chelino. En esa casa, años antes, uno se podía echar una juca (Cerveza) o un pijazo de chicha o un octubre de Yuscarán, contemplando al mismo tiempo la escuela en la loma o las flores de Floricunda.
Sígale más para abajo y pasará por la casa de don Héctor Sandoval. De este punto podrá apreciar lo que queda de las viejas pinedas de don Juan Benito Mendoza. A su izquierda, levante la cabeza y mire los cerros de la Unión y de las Nubes donde, según dicen, se escondían Los Piña.
No se pare mucho tiempo, que se le va a hacer tarde y no podrá pararse donde Magín Arriola. No podrá tomarse un fresco ni contemplar, si aun esta allí, la belleza de Santos o la de su hija, ni apreciar la taciturna voz de Águeda.
La casa de Magín queda a su izquierda en un plantel en flanco de montaña, y de la carretera, sólo se le mira el techo.
A partir de allí, sólo le queda bajar un poco más… una curva a la izquierda, otra a la derecha, otra a la izquierda, y allí nomás esta el desvío hacia El Palo Verde.
Si viaja en la Toyota de Eduardo Coyote o en el Datsun de Roberto Osorio o en la Toyota de Isacio Rivas, pídales que lo dejen allí en el desvío.
Siga a pié, atraviese el puente Calzón Blanco (si aun existe), ese que construyó don Chema Baqueano. Atraviéselo y disfruté del olor de las flores de heliotropo. Si mira al suelo, tal vez verá algunas frutas de Tapaculo. No le de miedo, pruébelas… le van a gustar.
Camine un poco más y llegara a la casa de don Sixto Gaitán. Seguro que si llega allí, doña Gloria o don Sixto le ofrecerán una buena taza de café de palo.
Descase un poco, porque le queda subir toda la cuesta hasta la casa de Cariaco Merlo (hijo de la chinchirruta y hermano de Pascual), no sin antes pasar por la casa de Emilio López, que está a media cuesta. Donde Milo, si no ha vendido su cosecha de naranjas de bejuco (se les llaman de bejuco por que se venden aun antes que el árbol florezca, también hay café de bejuco), posiblemente podrá gustar las mejores naranjas de El Calentadero.
Dígale à Milo, si lo ve, que aun me acuerdo que un día me regaló un palo de naranjas cosechero y que un día, si tata Chu lo permite, iré a pedirle unas cuantas naranjas.
Dejemos las naranjas y continuemos.
Pasando por la casa de Mundo el sordo o Mundo el de Martina o Mundo puto, en fin, Raymundo Segura Maldonado, sígale recto y no se pare. No coja a la izquierda, siga recto. Posiblemente que el perro de Ciriaco le va a ladrar y que doña Petrona va a gritar… ¡y diay chucho hijo e la madre! Y el perro va a parar o se sentirá tan insultado que lo va a morder. Sobre todo… ¡no corra!
Siga su canino por una carretera plana hasta la esquina del limite entre las tierras de mi papa y las que antes eran de Toñito Tercero. Párese un rato, mire hacia abajo del cerro y verá las ruinas de la casa de los Aguilar, y las de la casa de Moncho Castro. Si ve para arriba del cerro, vera el lugar donde se encontraba las casas de Santos Oliva y de Tina, al mismo tiempo que el lugar donde existió la casa de Pedro Oliva.
¡No se raje! Ya casi llega.
De allí donde está, métase por el pasadero de la finca de café, siga la vereda, baje la cuesta hasta la quebradita, tómese un poco de agua en un cartucho de hoja de malanga y comience a silbar para que la gente sepa que esta llegando.
Al salir de la finca verá la casa que remplazó aquella donde nací el en 1966. Verá el patio de cemento para secar el café, la tolva y las pilas del beneficio de café…
Vaya a la llave, ábrala, mójese la cara y dele gracias a Dios por haber llegado.

Próximo itinerario… la carretera de Las Dificultades















miércoles, 26 de noviembre de 2008

¿Cómo comenzar este asunto? O ¿para donde putas vas?

Si el propósito de esta página es de dar a conocer algunos pormenores de la vida de un caitudo, en este caso yo, creo que hay que comenzar por el principio.
Les contaré el primer capitulo de una serie de eventos que hacen parte de mi vida.
No trataré por ningún punto de ser objetivo o presumir que todo lo que digo cierto, bien sabemos que la memoria a es selectiva. Bien sabemos que ella retiene solamente las partes de lo vivido que ayudan a soportar los hechos y a tejer una red de circunstancias que le dan sentido a nuestra propia existencia. Esa red como, todas las redes, tiene agujeros, hilos y nudos y de hecho, si no la guardamos bien, se enreda. Imagínense entonces las consecuencias.

En el caso de mi chinchorro, creo que esperé mucho tiempo y las cosas que contaré se han diluido en más de 100 años de historia. Misma que se contara de manera simple y sin alardes puesto que nunca aspiré a ser escritor. Nunca aprendí a puntuar ni a conocer la gramática de base.
Mi lengua, es la lengua del criollo que se educóen una escuela de criollos. Así pues, no esperen por ningún punto encontrar literatura en mis líneas. Sólo oigan y lean al perrero que trato de ser, porque ni eso creo que soy.


¿De donde vengo?

De lejos, tan lejos, que ya ni se donde comienza mi historia.

Por allí mi mama (sin tilde porque así la he llamado toda mi vida) dice que su apellido Escalante viene de Italia, que Martínez, Pineda y Mondragón vienen de España y que soy un poco negro como mi tío Mariano porque uno de mis abuelos era zambo. Y que soy trompudo porque todos los Martínez lo son.

Mi papa (sin tilde porque la que tenía se la robaron los mucos) dice que el no sabe si sus abuelos eran negros cheles o indios. Sin embargo la familia del lado de mi abuelo, se siente orgullosa de ser española con pedigrí. Ellos son Corrales, Molina, Calderón, Mendoza, Sandoval, Tercero. Pero mi papa es Izaguirre. Según él, el apellido Vasco que porta es regalado. Un hijo natural de su bisabuelo (Sandoval Tercero) adopto a mi bisabuela y le dio su apellido Izaguirre.

En resumen, puedo decir con orgullo que soy hijo de la humanidad, puesto que hace muchos pero muchos, muchos años, en algún lugar de Centro América vivían mis ancestros indígenas. No sabré decir con exactitud si eran agricultores o cazadores. Sólo que eran indígenas probablemente Chontales, Lencas, o simplemente indios cheles del sur de Honduras.

Hace también mucho tiempo y posiblemente mucho más del o que pensamos, otros de mis ancestros se paseaban semidesnudos en las costas del oeste africano y en las islas del Caribe, mientras otros de mis predecesores se pavoneaban en algún puerto italiano o español o en alguna prisión española.

Así es la cosa, mi existencia y la de mi familia es la mezcla de todo eso. Es la mezcla de conquistadores, de conquistados de reemplazantes de almas y de cuanto más se le pueda aumentar al mestizaje.
Mi persona es la imagen y semejanza de todos los patudos latinos. Es la imagen de todos los hijos naturales de una patria construida con retazos de otras.

Como muchos nací en un punto de Honduras que ni Google Earth muestra. Con un nombre tan original que ni monumento se le puede hacer por que con el calentamiento global ya no quedan muchos. Mi aldea se llama El Palo Verde.

Es una aldeita está rodeada de otras con nombre tan originales como el suyo. Las Flores, El Cacao (el cacago, como decía doña Luisa Sosa), Los Granadillos, Los Volcanes, Las Dificultades y Quebrada Negra entre otras.

En las próximas paginas les haré un itinerario guiado desde la polvosísima ciudad de El Paraíso hasta la siempre verde, Salvo en el verano, aldea de El Palo Verde.

jueves, 13 de noviembre de 2008

He aqui una presentacioncita...


Hace algún tiempo que quiero poner por escrito los orígenes de mi familia y los míos.

La tarea no es nada fácil puesto que es muy poco lo que mis padres conocen sobre sus propios ancestros. En cuanto al acceso a los documentos genealógicos, bueno,  tendré que esperar llegar al infierno, puesto que los archivos de Honduras y de Nicaragua han servido a atizar sus llamas.

Estas páginas las pongo en la red con varios propósitos:

El primero y fundamental, es que mis familiares más próximos puedan conocer un poco de mi historia y posiblemente un poco de la suya propia.

El segundo propósito se dirige a toda esa familia que no conozco. A la cual le pido que si por casualidad caen sobre estas paginas, no se detengan y pongan un grano de arena sobre esta pirámide.

Por último, espero que los otros caitudos que tienen un transcurso de vida parecido al mío, se identifiquen y piensen que a veces es penoso el no poder decir de de donde venimos.

Entonces pues, allí fue donde la burra petatió a Genaro.

Continuará...

martes, 4 de noviembre de 2008

Primer empujón

Bueno,
El primer intento de lo que pude ser toda una biografía comienza aquí.
Un poco más en los días a venir.

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