viernes, 24 de enero de 2014

Dicen que no es el bocado el que atora sino la migaja (refrán popular)

El testimonio de don José respecto a los acontecimientos de los años 60 en El Paraíso, continúa con la historia del tristemente célebre Santos Calix.  Santos Calix era uno de las personas más temidas de la comunidad. Según cuentan era despiadado y su marca de comercio era el abuso. Yo lo conocí cuando ya era viejo y que le faltaban las dos manos. Pero aun así nunca decía por favor o gracias. Tomaba lo que quería, empujaba y se habría paso en la muchedumbre sin importarle quien iba delante de él. Usaba dos puñeteras de cuero en lo muñones y allí se instalaba puñales y amenazaba a la gente. Se codeaba con los sargentos de turno y se creía Tarzán sin ser siquiera la cagada de chita.  Mi padre lo conoció en sus años mozos y aquí nos cuenta algunos de sus hechos.

DI.- Don Joche, cuénteme la historia de Santos Cálix.

JI.- ¿Santos Cálix? ¡Hombre ese Santos Calix!  (Y ríe)  

Ese hombre era chiquito, un hombrecito que no parecía… chiquito, pero tenía unos hígados tremendos. Porque en esos tiempos que andaban esa Manchas bravas y que salían a andar en los montes persiguiendo liberales, Santos Cálix era uno delo jefes.

Una vez llegaron a una molienda (batey lugar donde se procesa la caña de azúcar para hacer el dulce de rapa o piloncillo) estaban moliendo caña y cuando los hombres sienten que vienen llegando los cantonales, se van toditos los hombres y dejan un capotillo cuidando los fondos hirvientes de caldo de caña. 
Di.- Paréntesis: El jugo de caña se lleva a ebullición a más de 400 °C , el sumo sube y entonces hay que removerlo para que baje y no desborde. En las moliendas eso es trabajo del puntero (la persona que le da el punto al sirope) que en general es ayudado por un niño. El niño de la historia de mi papa, lo dejaron allí en caso de que la miel subiera y nunca pensaron en el desenlace de la historia.

JI.- Dice la gente que Santos llegó con su tropa y encontró al cipotillo sentado en un aparejo y le pregunta:
 - donde está tu papa
El cipote responde:
- Se fue con los otros
- Para donde,
- Pues y o no sé, se fue
- Entonces no nos vas a decir donde está.
- Pues yo no se
- Como no sabes donde esta…

Agarro al niño y lo tiró dentro de la miel hirviendo.  Y ha tenido güevos de echarlo al fondo de la miel ¡Jodido!. Eso dice la gente.
Otros cuentan que allí por Cuyalí, Jamastrán y esos lugares ese Santos mató un montón de gente. Ahorcaba hombres y les cortaba la purrunga y se las ponía de puro en la boca. Allí anduvo jodiendo. Se sentía con un gran poder el hombre y la gente le tenía miedo.

¡Pero mira vé! Hay un hombre aquí que tenía su señora humilde y ese Santos se la contrabandeaba a la señora. Cuando Santos llegaba el hombre se hacia el que no sabía nada y se iba por miedo. Porque la cosa pasaba en la casa del hombre. Y Santos quedaba con la señora.

Pues un día le dice el Santos al hombre, al hombrecito de la mujer:

- Hombre, danos chance ahorita, date una retirada que quiero quedarme con tu mujer aquí.
- Pues hoy no me voy a retirar, le dice el hombre.

Y se va y saca una guarizama que había afilado.

- Yo no me voy a ir le dice, el que se va air sos vos, le dice.

Y empieza y le vuela machete, lo machetea y el Santos metió las manos pa cubrirse y le vuela las manos.

- No te mato del todo porque quiero que quedés de ejemplo.

Y allí quedo santos Cálix con cicatrices en la cara y sin manos.

Miren, la gente humilde como les vengo diciendo yo, hay que tener cuidado.

Hombre, y le tunqueó las manos.

El asunto es que no se murió y quedo tunco y la señora la obligaron cuidar de él. Lavarle la ropa, darle de comer y a saber cuántas cosas más. Al marido de la señora lo pusieron preso pero salió porque el juez determino que no era justo lo que Santos hacía, abusar de su mujer casi delante de él.

Allí, Nacho Rana,  el talabartero, le hizo unas puñeteras en las que se ponía un tenedor o una cuchara o un puñal.

Quedo tunco el hombre pero siguió Jodiendo, orejeando, dando órdenes y colaborando con la policía.  Y como dicen… Mala hierba nunca muere, Se murió de viejo el tal Santos Cálix.

Pues ese es el testimonio de mi papa. Es posible que haya otros que aún no se cuentan o no se quieren contar.  Pero la verdad es que la impunidad, poco importa de donde venga ha sido práctica común en ese mi querido País. Y tal parece que la historia continua y es a nosotros de contribuir a ponerle fin. Educando nuestros hijos e inculcándoles buenos valores.


Hasta una próxima historia en la misma época pero no tan macabra.

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