martes, 24 de febrero de 2009

Perdiendo aprendí, pero más vale lo que aprendí que lo que perdí­...(Refrán español)


El tercer, pero no el último episodio de la vida de mi papa, se los ofrezco en líneas que siguen.


El hombre pasó de mandadero con el chilillo al aire a arreador de chanchos y enfermero; de eso a casi zapatero; de casi zapatero a cortador de café; de cortador de café obrero agrícola en las plantaciones de caña de azúcar de Chinandega, de obrero agrícola a chofer de carreta de bueyes y de chofer de carreta a agricultor independiente. Él pasó de Honduras a Nicaragua siendo aun chigüín y regresó a Honduras siendo hombre,dejando en Nicaragua 3 hijos, tres muchachos.

Su periplo comienza entre 1922 y 1924 en Las Botijas, Honduras, y se prosigue en Nicaragua. San Pedro del Norte, El Chaparral, Somotillo, Cinco Pinos, Chinandega, El viejo, León, Chichigalpa, Posoltega, Managua, no son que algunos nombres que vienen seguido en la historias de mi papa. Pero el nómada que fue, se hizo sedentario cuando mi abuelo descubrió que tenia las espaldas anchas, los cojones bien puestos y la paciencia de San Francisco.

Bueno pues, como diría Chepón Izaguirre, No le busquemos pelos a la iguana y sigamos el penquello…

JI.- Y me vine… Allá estando en San Pedro, me pongo a sembrar maicito y cuestioncitas allí, para darle de comer a Jaime a la Linda, a todos; pues lo poquito que hacia era para dárselo a mi mamá. En una de esas en 1952 o 51 vengo yo a San Marcos de Colón… yo no conozco a mi papá.

Me dice mi tío Manuel, el doctor Corrales… porque las otras familias de mi papá si me conocían bien a mí… y me dice el doctor Corrales: mira, me dice, allí está tu papá, andá velo hombré.

Vaya pues voy a ir, le digo yo.

Entonces yo no lo conocía… venia mi tía Narda también, la esposa del doctor y me decía: Allí esta, hombre, allí está tu papá, allí esta tu papá… y en aquella cosa.

Al caso pues… me voy. Decía yo “caramba, decía, porqué no me dicen vení hombre te voy a llevar donde tu papá para que lo conozcas, pero llegar yo solo…” eso estaba jodido… como hacia yo para llegar.

Al caso pues que me hicieron echar ganas y me voy a la casa de mi papá.

Me dice mi tío Manuel: mira José, cuando mirés un hombre que viene o que va o que esta allí en la casa y que esta chiflando, cantando, componiéndose el pelo (ríe) ese es tu papá, me dice.


Ya me fui yo, amigo… llego a la casa y no está sólo está Chepita (Josefa Calderón, la esposa de mi abuelo y madre de Saúl, Flora, Reina y Aidé) y le pregunto: Buenos días

Buenos días

¿Allí está don Lorenzo Molina?

¡No! No está, me dice Chepita.

¿Lo ocupaba?

Si es que quería verlo que le traigo una razón.

Yo no hallaba como hacer para… Ya me puse allí, arregostado en un macho que andaba montado, a esperar allí… mirando. Allá al rato venia un hombre… tas, tas, tas chiflando el himno nacional… si es verdad… ¡positivo! Ya luego, tas se metió adentro. Ya se sentó en una su silla que tenía allí con una maquina de escribir allí. ¡Aja! ¿Y entonces pa llegar yo, cómo hacía? Pero vengo yo y ya llegué y le digo yo:

Buenos días.

Buenos dias, me dice.

Yo no hallaba que decirle. Pero entonces le digo: ¿usted es don Lorenzo Molina?

Si, me dice, yo soy ¿que deseaba?

Bueno, le digo, vengo a conocerlo como padre.

¿Vos sos José? Me dice.

Cuando el me dijo vos sos José, a mí se me llenó el espíritu ¿verdad? Porque él sabía que tenia un hijo que se llamaba José.

Si, le digo, yo soy.

Vos sos José el de la Juana Paula.

Si, le digo, yo soy.

A pues, como no, pasá adelante

Y nos saludamos y empezamos a platicar y va de platicar… me dice:

¡Aja! Yo vivo en El Paraíso, ay si vos de repente te dan ganas de ir por esos lados a conocer, pues ya sabes que… vas donde mí… ¿Y te gusta trabajar a vos? ¿sabés trabajar, no sos haragán?

Y le digo, pues mire, no soy gran trabajador pero gano para comer.

¡Ah! Bueno, me dice, y seguimos platicando.


Usted sabe, le digo, que el que no trabaja no come, así pura riata, como el me estaba hablando claro y pelado, yo también le hablé a calzón quitado.

¡Amigo! Me vengo y le digo, Pues hombre yo ya vine a conocerlo, ya me voy.

¡Hombre! Me dice, ya sabés…

Y se mete la mano a la bolsa. Nunca había recibido un regalito de… se saca cien Lempiras y me los da. En aquellos tiempos eran cincuenta y mas Dólares… al uno y medio por dólar fijate… y yo que andaba pero así (gesto de brazos cruzados) aquello me cayó como… ¡Jobero¡

Me jui y ya llegué donde mi tío Manuel y ya le platico que había estado con él, y ya quedamos.

DI.- Bueno, de allí ya iba pensando yo en lo que iba a hacer… No hallaba como hacer (perdí un poco de la entrevista por culpa de un solo verguello que se tenían las mujeres en la cocina. Hilda, la Flora y Gloria estaban lavando trastos y se oye el pelelén pelelelén de los peroles).

JI.- Cuando yo vengo donde él aquí, (a El Paraíso) yo no vengo para acá, yo voy para Guaymaca… ¡no! Para Choloma, allá vivía Chente Corrales. Él era administrador de un aserradero. Para allí iba yo buscando trabajo.

Nos venimos con un hombre que se llama Pedro Mondragón (Morola y no Mantequilla), con el nos venimos.

Cuando llegamos a Tegucigalpa, viene él y quería meterse a la policía. ese era el ejército que había aquí antes, la policía. Entonces el quería que nos metiéramos a la policía, pero a mi no me gustaba esa cosa, porque a mí nunca me a gustado el ejército.

Entonces viene, y nos estuvimos dos días, y yo haciendo el parapeto que estaba esperándolo, pero mentiras. A los dos días le digo a Pedro: “Mire compañero, yo me voy a ir para El Paraíso y usted se queda aquí y cuando ya esté la cosa armada, la solicitud hecha me avisa y si consigo cosa buena yo también la aviso a usted”. Así fue, y ya me vine, me vine para acá. En vez de irme para Guaymaca, me vine para acá.


Hombré, Cuando yo llego aquí Al Paraíso, yo no conozco bien a mi papá. Lo había visto en San Marcos, Pero cuando vine aquí, había un primo mío que se llamaba Paco Molina y tenia un negocio bien bonito, y era el pariente pues que conocía más yo, y para allí fue onde busqué yo, para donde Paco me fui yo cuando llegué aquí a El Paraíso. Cuando llegué onde Paco pues, me dice: mirá José, yo aquí te había de tener a vos, habías de estar con migo porque yo tengo… me dice, a tiempo me hubieras servido, me dice, pero yo se que mi tío Lencho te va a llevar en cuanto nomás… te voy a mandar a dejar mejor.

DI.- ¿Y usted donde había conocido a Paco?

JI.- En San Marcos… Nos conocíamos cipotes, era hijo de mi tío Chente Molina.

¡Ah pues y…! Ya me mandó a dejar y ya le dijeron a don Lencho que iba yo…

¡Aja! Me dice, te dio ganas de venirte, me dice, Porque ya me había visto el a mí…

Si, le digo yo.

Va pues, me dice.

Y allí quedé yo. Allá… nos estuvimos dos días aquí en el pueblo. A los dos días me lleva para la montaña. Y fijate que desde que me lleva pa’ la montaña el propio 27 de junio de 1952, pongo los pies yo en esa montaña, en La Arabia… me lleva, el montado y yo a pié… caminando.


Pues ya, ya cuando llegué allá, pues ya me dice a mí: Mirá, aquí vos vas a estar y el trabajo tuyo va ha ser que les vallas a medir tarellas a estos hombres (Tarella: deformación de tarea: jornada de trabajo que equivale 35 x 35 yardas) y ay las vas apuntando, y la comida aquí te la van a hacer.

Nos mandaba Chepita (esposa de mi abuelo, una señora delgadita como una varilla de cuete, tal vez por eso les mandaba poquitos frijoles) un puñingo de frijoles, un puñito de arroz, y cuando era el viernes, ya no había nada.

Al caso pues, yo me fui y no nos volvimos a ver con Pedro (Pedro Mondragón Morola el que quería hacerse policía) hasta hace poco que vino aquí a la casa, vino con la señora, con la Modesta Montalbán, vinieron aquí y los llevé a la finca. Él esta bien Pedro, bien está.

DI.- ¿Se hizo policía, Pedro?

JI.- ¡No! No entró a la policía, ese anduvo allí, vagando (se ríe y continua). Allá a los días (1952) escribe la señora de él (de Pedro) que la había dejado en San Pedro, llorando que le dijera donde estaba pedro, que no sabía donde estaba Pedro…

DI.- ¿Y cómo ella sabía que usted estaba en El Paraíso?

JI.- Yo le contesté que con Pedro nos habíamos separado en Tegucigalpa pero que de allí no me daba cuenta de su… pues allí me quedé. Y empiezo a trabajar.

Yo llego con unas camisitas de seda, blanquitas y unos pantaloncitos bien bonitos. Cuando eran los dos meses ya yo estaba que parecía “Juan Charrasqueado” con las camisas manchadas y todo… ¿y sin sueldo y sin nada? … Va de trabajar, Jodido, va de trabajar… cuando se llego la corta (recolección del grano de café) a cortar café, jodido, a mulear, a apuntar y a andar de caporal (capataz)… a todo eso me dedicaba yo. También a cosas que no quisiera ni recordar yo… todas las calamidades que pasé yo trabajando para mi papá (es de hacer notar que mi papá trabajo más de 11 años para mi abuelo y durante todo ese tiempo nunca tubo salario. Cuando se fue de las propiedades de mi abuelo, este último le dio dos mulas y una vaca parida. Las tierras que mi papá posee fueron compradas con la herencia que mi mama recibió y con el culo de las gallinas que mis papás criaban. Esfuerzo, privaciones y un poco de ardid son la marca de comercio de mis padres).

DI.- Cuéntelas, porque sus nietos van a tener que saberlas, todas esas calamidades que usted pasó.

JI.- Pues por lo menos para la gente de ahora que todo lo quieren agarrar de un sólo viaje, primero hay que pijiarse… (El tono de voz aquí es un poco colérico y aleccionador y no cuenta nada, creo que prefiere contar las historias de explotación que vivió de manos de otros y no la que sufrió de la parte de su propio padre, he dicho, jodido).

Al caso que, al siguiente año, en abril… Llegué en (cuenta con los dedos) junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre, diciembre, enero, febrero, marzo… en abril, hice viaje para ir a ver a mi mamá. Y me sale don Lorenzo Molina para ese viaje con 300 Lempiras… Allá mi mamá tiene empeñada la casa por 300 Córdobas, pero 100 lempiras eran 350 Córdobas en ese tiempo. Ya iba yo pensando en eso, que tenia que hacer eso con mi mamá yo.

Pues hombre, entonces fue cuando yo me voy, desnudo (harapiento) a vestirme a Choluteca, a mandar a hacer pantalones. Con 100 Lempiras, compré pantalones, camisas, calzonillos, zapatos y me chainié bien. Eso si que estuve que estarme dos días en Choluteca para llegar a San Pedro.

DI.- ¿Y porqué se fue desnudo pues?

JI.- Porque yo… como no ganaba y…

DI.- ¿No le daba ropa don Lencho?

JI.- No te digo pues, que la ropa que me dio fueron unos pantalones de esos de partida. (pantalones comerciales mal cortados. Si te quedaban de largo no te quedaban de la cintura. Con orgullo agrega) Yo nunca me los puse. Bien me acuerdo que así era el pantalón, cafecito (habla del pantalón con el que llego a El Paraíso). Ya lo mandé a lavar y con ese me fui, a estarme a Choluteca dos días.

Ya llegue allá y ya le fui a hacer el mandado a mi mamá (hacerle el mandado aquí, quiere decir pagar la deuda y no en el sentido que se utiliza en Honduras “hacerle el mandado a la muchacha”). Ya le fui a sacar la casa con los 300 Córdobas. Ahora que vino Jaime le acordé de eso yo, porque ellos no sabían de eso. Que si no hubiera sido yo talvez esa casa se hubiera muerto… pero ellos no saben… sin embargo mi mamá… ellos la vendieron la casa y yo nunca les reclamé nada, ¡no! Nunca les reclamé. No sabía Jaime ese royo, pero ahora cuando fui a San Pedro, para que se dieran cuenta, se lo platique a la Corina, delante de mi mamá para que oyera… la vez pasada que fui a San Pedro (1998) les platiqué : Se acuerda mamá…

Si es verdad, dijo ella.

¿Verdad que vos no sabias eso? le digo a la Corina

¡No! No sabíamos eso nosotros, me dice.


¡Aja! Entonces pues para que se den cuenta quien soy yo. Si otro hubiera sido yo hubiera andado reclamando alguna teja vieja pero yo no, le digo. ¡Si! Al caso que la casa es de ellos y quedó en poder siempre de los hermanos y esa vez… (Se termina la primera parte del casete y perdí una parte de la conversación).

DI.- Ya cuando estuvo aquí (me refiero a San Pedro)

JI.- Mira ve, el caso es este, que cuando yo me vine en realidad (a El Paraíso), San Pedro, o sea, la familia de mi casa estaban en una situación tremenda y yo los he sacado de aquella, y sin embargo, yo creo que talvez ellos no lo reconocen eso ese gesto que hice yo. Y los cipotes estos quedaban chiquitos, Jaime con German, no hallaban en que andar montados y aquí, en el primer viaje que fui le consigo a Jaime una yegüita, fiada para pagarla cuando regresara pero la pagué. Se la quité (pedí fiada) a Chimino y se la fui a pagar. Después le compré otra y ya se fueron preparando.

Cuando estoy aquí, vienen unos muchachos de allá de San Pedro a trabajar aquí. Unos hijos de Camilo Mondragón, (hermano de doña Juana Mondragón, madre de Alduvín Mendoza, Nayo, Juancito…) también vino mi hermano Jaime. Uno de ellos no hallábamos como ayudarle, esta virginia tenía una máquina de coser y se la prestó al muchacho y dice a hacer pantalones… fijate que se hacía cinco pantalones diarios… nosotros le ayudamos… él en agradecimiento me le enseña a Jaime a sastre y le compramos una máquina a Jaime allá en San Pedro, para que empezara. Yo no le he preguntado a Jaime si trabaja el ahora esa cosa de la sastrería… Pero, nosotros la ayudamos ya con Virginia a comprar la máquina.

DI.- ¿Pero la primera vez que usted fue a San Pedro usted no se había casado con mi mamá todavía?

JI.- ¡No! La cosa estaba con la Dora Garache todavía, con la mamá de José Alberto (Mi tercer Hermano). Estaba con la Dora pero iyendo de aquí yo allá hallo a José Alberto chiquito, tiernito… porque él nació en enero y yo lo fui a ver en abril. Pues cuando yo llego allá, viene la señora la agüelita de la Dora y me sale diciendo unas cosas a mí que no me gustó...

(Esta señora se llamaba doña Hermenejilda Palma, en el pueblito la apodaban con todo respeto doña Mereja y los que no la respetaban la llamaban La Pitoreta. Este ultimo apodo parece que la venia del hecho de tener la lengua un poco resbalosa. Cuentan que una vez se fue de viaje y que cuando regresó, la gente le decía: ¡Adiós doña Mereja! Y la anciana contestaba ¡Chinandega, León y Corinto! En lugar de responder el habitual adiós, ella quería compartir con el resto del mundo el recorrido de su viaje).

...Allí decía que yo me quería casar con la Dora porque tenia pisto (seguro que la viejita no dijo pisto si no que reales pué) y que como yo no tenia nada… Y el papá de la Dora era el terrateniente de allí. Entonces vine yo y le dije: “Mire pues por eso, por que tiene pisto, no me voy a casar con ella” y hasta allí nomás pues. Así me fui retirando de ella.

DI.- ¿Pero usted reconoció a José Alberto?

JI.- ¿Cómo?

DI.- ¿usted le dio el apellido Izaguirre a mi hermano?

JI.- Yo supongo que si, porque cuando yo llegue allí, el viejito me dice… en realidad le digo yo: Me dijeron a mí que no habían asentado al muchachito en los libros, le digo al viejito, al mero agüelo y era el alcalde. Pues hombre, me dice, no, porque no sabemos si usted lo reconoce. Y yo sólo eso fue lo que le dije: ¡no! Yo se que es mío, le dije.

DI.- ¿Entonces José Alberto se firma Izaguirre Garache?

JI.- Yo creo que si.

DI.- ¿Y entonces, después de que regrsó a San Pedro que hizo?

JI.- ¡Ah! Pues, antes de irme me preguntó mi papá, me dice que si iba a regresar. Bueno, digo yo, si yo le digo que regreso… regreso y si le digo que no pues también… pero bien, le digo yo, vua regresar.

¡Ah! Vaya pues, dice, entonces cuando te vengás le decís a mi hermano Cheto… me avisas para decirle yo a mi hermano Cheto que te de dinero allá (San Marcos de Colón).

Y así fue, allá al mes le digo que me iba a venir. Me avisa él de aquí (El Paraíso) por medio del telegrama que viniera donde Cheto. Y le pido 200 Lempiras a don Cheto Molina. Le dejo 100 a mi mama y con 100 me vengo yo.

Pues cuando regresé aquí ya la cosa fue diferente con migo. Por lo menos en el vestuario y en todo lo que me hiciera falta me dice don Lorenzo: andá, ahora de aquí para allá, todo lo que te haga falta lo que necesités, te vas donde la Florita (hija de mi abuelo, esposa de Tavo Ortega).

Allí venia yo a pedir Zapatos, mi capote, todo, bien equipado.

Y allí esta esa mula y esa montura que te la mandé a componer para que andes montado. Vas a ir de aquí a la Casa de Cinc, al Plan Grande (propiedades de mi abuelo) y eso vos lo vas a manejar allí, me dice. Así vivía yo, encantado… pero eso que, eso era todo lo que… ¿Cómo te dijera?

DI.- No había sueldo…

JI.- En eso era todo lo que lo molestaba yo en sacar la ropa y todo lo que ocupaba. Pero sueldo nada tampoco, pero ya la cosa era distinta. Al siguiente año, vuelvo a ir allá otra vez, ya voy de otro modo… entonces ya llevo unos centavitos, llevo una carga de café (200 libras) que eso era oro allá y así. No, si don José hacia bulla cuando llegaba a San Pedro(reímos los dos) y así seguimos…

En eso pues, ya me casé con Virginia, nos venimos… luego ya hicimos los primeros viajes con ustedes… con vos allá… ya estábamos más… que llegaste allá vos regalando pisto vos a San pedro a todos los chigüines. Le habíamos aliñado una pelota de daimitos nosotros y llegas vos regalando pisto a toda la gente y aquella gente alborotada… Jodido, que había llegado… (Rie y agrega), que bonito, pero todo pasa hombre, (Anécdota de 1972: mi papa me dio algo así como 5 lempiras en monedad de 20 centavos y al llegar a San Pedro me puse a regalarles monedas a todos los chavalitos del pueblo. Fue la primera vez en mi vida que tuve tantos amigos).

JI.- Yo no he vivido casi allá, porque si es esa vez que me fui de 14 años y vine como de 23 años y al venir a San Pedro me estbe 3 años y después me vine para acá… no he vivido casi allá, en cambio aquí tengo como 49 años casi de estar en este Paraíso.

DI.- Lo que sigue no aparece en la entrevista pero sirve para completar la historia dela establecimiento de papa en El Paríso.

Mi Papa se casó en 1957 en San Pedro del Norte, con mi mama se la trajo para Honduras y vivieron en las tierras de don Lorenzo Molina hasta mediados de los años 1960. Dejaron la aldea de Volcancitos y se establecieron el la aldea de Palo Verde. Como dije antes con esfuerzos; mi mama cuidando trabajadores, haciendo pan dulce, criando chanchos y gallinas; mi papa cultivando maíz y frijoles engordando novillos de de vez en cuando; Mis viejos se salieron del atolladero Molina Calderón. Así criaron cuatro hijos que ahora ya medios canosos les da por escribir en Internet.

Flora Mercedes Izaguirre Martínez

Yelva María Izaguirre Martínez

Melba del Socorro Izaguirre Martínez

Y su servidor José Dario Izaguirre Martínez.

Don Joche Izaguirre es el padre también de otros cinco hijos:

José Eleuterio Carrión Izaguirre

Félix Pedro Carrión Izaguirre

José Alberto Izaguirre Garache

Griselda Valdés Izaguirre y

Caridad… mil perdones a mi hermana si no la llamo como se debe, pero no la conozco. Sin embargo, quisiera un día encontrarla y ofrecerle mi mano y mis disculpas. El mismo mensaje se lo dirijo a mi hermano José Eleuterio, a quien aun no he tenido el gusto de encontrar.

Bueno, ¿Y de done viene doña?

Allí vengo de atrás.

¿Y para donde va? Allí voy para adelante.

No se pierda el próximo capítulo… Manina: ¡Se están robando los nances! Chepón: ¡Comé mierda!

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