miércoles, 1 de abril de 2009

Es fácil aprender a enseñar pero es mucho más difícil enseñar a aprender (José Larralde)

Después de unas buenas semanas de silencio el Caitudo ataca de nuevo. Mis más sinceras disculpas por haberlos dejado con los frijoles en el pescuezo pero, a veces, la necesidad su-jeta.


En estos párrafos les obsequio otro episodio de la vida de mi mama. Ya mi abuelo se casó, la doña Jesús se había pelado la tusa para Honduras y don Juan Goyo seguía haciendo pisto (reale, bollo, pué) y (consecuencia del de los milagros de la naturaleza o del cosquilleo nocturno) una camándula de chigüines.


Doña Virginia (mi mama) nos conduce, de la mejor manera posible, por los sinuosos caminos de su dura infancia contándonos sus trabajos, la muerte de su padre y bueno, p’a que les escribo si mañana llego.


Démosle entonces la palabra a la Manina.


DI.- Ahora cuénteme una cosa… del lado de su mamá…


VM.- del lado de mi mamá poco sé. Sólo se que mi abuelo era de Morolica y se llamaba Natividad Escalante Ordóñez. Pero la mamá de mi abuelo yo no supe como se llamaba. Y mi abuela se llamaba Benita Mondragón Olivero, era de El Corpus pero era de origen Italiano, era como ver una gringuita, dicen. Era blanquita, zarca… ¡Bonita, dicen que era! (En la pequeña ciudad de Robassomero, cerca de Torino en Italia, hay muchos que tienen el apellido Olivero y muchos de ellos emigraron hacia América entre otros hacia Argentina)


(Sigo preguntándome porque salimos tan fellos, debe ser culpa de mi papa)


DI.- ¿Esa era su abuela?


VM.- Si ella era mi abuela, la mamá de mi mamá.


DI.- ¿Y la mamá de su abuela como se llamaba?


VM.- ¡No! No se nada, nunca supe como se llamaba mi bisabuela. Nunca me dijo mi mamá, Mi abuelo se llamaba así o asa… porque no los conoció ella, porque ella era de El Corpus y mi abuela con mi abuelo se conocieron en San Pedro (del Norte de Potrero Grande) en una emigración que hubo… Para una escasez que hubo que dicen que la gente hasta raíces comía, y emigraban de un lugar a otro creyendo que iban a hallar tal vez mejor vida… y entonces allí se conocieron en San Pedro (Esto si le metemos la pluma, debió haber pasado hacia fines del siglo XIX, un período de mucha inestabilidad política en Honduras. Habría que ver también, cómo se portaba el clima en ese entonces. Recuerden que durante ese período hubo muchos episodios de langosta que arrasaba con las cosechas).


DI.- El señor que venia de Morolica y señora de El Corpus...


VM.- ¡Si! Es que en ese pueblo… toda la descendencia de San Pedro, todos son de Honduras: Los Mondragón, Los Olivero, Sánchez, Izaguirre… (No es por nada que Luis Enrique Mejía Godoy dice, que Somoto fue el primer territorio libre de Honduras)


DI.- Bueno, mi abuela, Juana María Escalante Mondragón, era hija de Benita Mondragón y de Natividad Escalante. Ahora bien, Benita y Natividad ¿tuvieron más hijos?


VM.- ¡Si! Mi mamá que se llamaba Juana María, Cruz Escalante, Evaristo Escalante, Francisca Escalante, Pánfilo Escalante y la última se llamaba Santos Escalante, ella murió soltera (pero ella decía que la esperanza es lo último que se pierde)


DI.- Juana María se casó…


VM.- …Con Juan Gregorio Martínez. Y con Juan Gregorio Martínez tuvieron varios hijos. La primera (en la frente) Se llama Eusebia (La reina de La Gallina) , La segunda (No hay primera si segunda y patrona de El Anonal) Se llama Matilde, el siguiente (La tercera es la vencida) es Mariano (Santo Patrón de la Paciencia y de El Chaparral), después Virginia (A la cuarta ni los bueyes, sólo Joche Izaguirre), seguido de Virginia; la Concepción (¿queres que te pegue Gabriel?) después de Concepción sigue la Benita (Noble dama de la heroica tierra de Matagalpa). Todos de apellido Martínez Escalante.


DI.- Bueno ¿Eusebia se casó con quién?


VM.- Con Baltasar Centeno y tuvieron a la Disnarda, La Rosaneri, Baltito, Avilio, La Olivia que es hija de Juan Antonio Rodríguez… la esperanza, la Lilian… tiene más de 12 hijos pero no me acuerdo como se llaman todos.


La Matilde se casó con Benigno Rodríguez y tuvieron a la Berarda, Benigno, la Sonia, Leonel, Aníbal, la Matildita y Rolando (que me debe un par de Botas).


Después sigue Mariano que tiene a Mario Antonio, tiene a Moisés (no es cuajada, es pozol), la Auxiliadora, tiene a Denis (ser sin vida) y a la otra que no me acuerdo como se llama.


DI.- ¿Estos son hijos de Mariano con?


VM.- La Ernestina Corrales…


Después sigo yo que me casé con tu papa y tuvimos cuatro hijos: la mayor se llama Flora Mercedes (la Julia chela), la segunda se llama Yelva María (el Ayote), la tercera Melba del Socorro (la Negra, la chaparra, o mujer chiquita y mula baya ábranle la puerta p’a que se vaya) y el cuarto Dario (mi apodo se los daré en otra página, en esta como que se me olvidó.


Después sigue la Concha (Concepción), ella no se casó pero tuvo un poco de hijos: La Anadilia hija de Remberto Garache (Pata Chinga), la Ester que es hija de Alfredo Corrales, la Emelina también de Remberto. Ella tuvo dos hijos con Eleazar, una que no me puedo acordar del nombre y Gabriel, y tuvo a Sergio que es hijo de Pedro Rafael. Esos son todos los hijos de la Concha.


Después sigue la Benita, esa si tuvo una ristra de hijos (no tanto como la tía Cheva) (se ríe y agrega) pobrecita mi hermana… la más chiquita…


Ella se casó con Arnulfo Corrales y tuvo a la Gladis, después Arnulfito, después la Marlene, después la Gloria María (mi prima preferida y el eterno amor del llantas ponchadas de Zavalita), después Byron (mi primo bebedor de te de llantén y jodedor de primera) y La Iliana (la más trompuda de mis primas, dicen que se hizo así de tanto comer bolis). Esos son todos los hijos de la Benita.


DI.- ¿Oy mama y usté conoció a su papá?


VM.- Cuando mi papá murió yo quedé de siete años, pero me acuerdo bien que yo lloraba sobre de él, a la orilla de la cama, y que un señor que se llamaba Juan Bautista Mendoza que era gran amigo de mi papá y que fue jefe expedicionario y general de los de cerro, mucho quería a mi papá y nos pastoreaba a nosotros… me acuerdo que me agarró en los brazos y me fue a acostar en la cama. Pero yo me levanté y me embroqué sobre un saco de frijoles que tenía mi mamá y me puse a llorar.


Después, cuando ya enterraron a mi papá me iba al pie del solar, y había una gran piedra allí en el pie del solar, había también una huerta, y yo me subía a aquella piedra, y de esa piedra se miraban todas las cruces del cementerio, y le gritaba a mi papá que me viniera a llevar allí donde estaba. Le gritaba y lloraba yo a gritos, al punto que en aquellas casas de El Cortezal, me oían que yo lloraba… y mi mamá se iba a pastorearme para hacerme llegar a la casa, y yo no me iba de allí hasta que ya era de noche. Ya llegaba mi mamá a pastorearme a ofrecerme cosas para que yo me fuera para adentro…


DI.- ¿Y sus otras hermanas no lloraban?


VM.- ¡No! Nadie lloraba sólo yo… todas lloraban pero yo iba a gritarlo que viniera a llevarme y nunca vino. Por eso digo yo que los muertos no salen ¡mira vos! Y yo era caprichuda, allí me cogía la noche llorando sobre aquella piedra y mi papá nunca vino a llevarme.


DI.- ¿Mi abuelo murió de que edad?


VM.- Mi papá murió como de setenta y pico de años. Murió ya bastante de edad mi papa pero trabajaba…


DI.- ¿Y de que murió?


VM.- De un… que como él trabajaba bastante en minerales, él se resfrió la vista. Eso le dio dolor en un ojo y nunca quiso que lo trataran. Perdió el ojo, no miraba con el. Y ese señor que te digo yo, ese don Juan Bautista Mendoza, le ofrecía llevarlo donde el quisiera, si a León, a Managua onde él quisiera que le fueran a operar ese ojo y nunca quiso él. Él decía que el doctor de él era Dios y que si Dios quería que él se aliviara, él se iba a aliviar sin necesidad de que lo llevaran donde un doctor. Y tomaba pastillas vos, que era barbaridad. En aquel tiempo salían pastillas en unas tarjetitas y yo me acuerdo que nojotros recogíamos aquellas tarjetitas y las pegábamos en un papel así para jugar. De las pastillas que se tomaba eran de esas Cafeaspirinas o Fenaspirinas eran las pastillas que él tomaba para ese dolor… el lloraba mi papá.


DI.- ¿En que año murió mi abuelo?


VM.- Fijate que no sé


DI.- Si usted nació en 1922 y dice que a la muerte de mi abuelo usted tenia siete años, quiere decir que él murió en 1929


VM.- ¡Si! Yo nací en 1922 y yo tenia siete años, bien me acuerdo yo, pero bien me acuerdo de mi papá como si lo estuviera mirando.


DI.- No hay fotos de mi abuelo ¿verdad?


VM.- Nunca quiso fotografiarse. Sólo con tío Ricardo se fotografió el allí en Tegucigalpa una vez, porque él lo pastoreó que se fotografiaran y otra vez que se tomó una foto, cuando llegó un presidente Pedro Joaquín Chamorro a San Pedro. Un fotógrafo de Managua que venia con él lo fotografió. Pero no era Pedro Joaquín Chamorro, era otro que lo pastoreó para que se fotografiara con él, y mi papá no quería pero por fin aceptó. Lo quiso fotografiar para sacarlo en el periódico pero como a San Pedro no llegaban los periódicos, nunca vimos la foto. (Se trata aquí , posiblemente de Emiliano Chamorro Vargas -1871-1966. Es posible que haya sido durante la campaña electoral de 1925 previo a las elecciones de 1926 y previo al alzamiento de Sandino)


DI.- Quiere decir que si buscamos periódicos de la época…


VM.- Allí está mi papá en esos periódicos… ese Chamorro fue el que lo fotografió y eso lo pastorearon para sacarle esa foto. Y hay otra que se sacó con tío Ricardo en Tegucigalpa.


DI.- ¿Y a usted quién le contó la historia de la vida de mi abuelo?


VM.- Mi mamá. Ella se sabía la historia de mi papá.


DI.- ¿Y cuando mi abuelo se murió de vivían ustedes?


VM.- Durante mi papá existió nosotros no sufrimos de nada. Vivíamos tranquilamente, nada le hacía falta a mi mamá. Porque él hasta ganado tenia, ordeñaba 25 vacas. En la casa no faltaba el queso la cuajada, la mantequilla, los frijoles, el maíz, la carne, él la compraba por arrobas (25 Libras) y si no él mandaba a destazar un torete y allí había carne.


DI.- Eran ricos ustedes pues…


VM.- Pues si, éramos unas de las mejores familias que vivían bien… en mejor posición allí…


DI.- Usted no vivía con las bolsa al aire como pasaba mi papa…


VM.- ¡No! Dios en gloria lo tenga a mi padre. A nosotros no nos faltaba nada. Si es por frutas, nosotros nunca perecimos por una fruta porque él tenía un palo de naranjas en el solar de la casa, y había también una Zompopera (pero no era la de Ada Ponce) y el nunca se dejo comer ese palo de naranjas. Les hizo una pila así de barro, mirá, bien repelladita por dentro y por fuera alrededor del palo. Todas las tardes nos mandaba a traer agua para que llenáramos aquella pila de agua y como no se salía el agua porque era bien lisa por el barro… los zompopos no se subían al palo. Aquel palo de naranjas tenia frutas todo el tiempo mirá. Tenia maduras sazonas tiernas y floreando aquel palo.


DI.- ¿Y tenía un palo de nances también?


VM.- Si tenía unos nances y nancites en el potrero en frente de la casa.


DI.- ¿Y quién se los iba a robar?


VM.- José (mi papa) se los iba a robar (reímos a carcajadas). La Benita lo gritaba de la casa del pie del solar y le decía: ¡Hombre oh, No te comás los nances!


DI.- ¿Y que le respondía don Joche?


VM.- ¡Comé mierda! Le gritaba José (se ríe y agrega con nostalgia) vieras, sólo me acuerdo que mi papá era tan lindo…


DI.- bueno pero después cuando falleció…


VM.- Cuando murió mi papá, ya nosotros sufrimos, llorábamos cuando mi mamá cocía los frijoles y nos echaba talvez u huevo en la sopa de frijoles y ya nos servia en unas tacitas que teníamos… cada quien tenia su taza, de unas tazas que salían antes de china (terracota de tipo Willow típicas de los fines del siglo XIX) no eran ni de porcelana eran un poco gruesas aquellas tazas. Y ya nos servia mi mamá aquella taza de sopa de frijoles y el huevo adentro de la sopa… Y llorando, Y yo no quiero comer frijoles mamá decía yo, y yo no quiero decía la otra, y yo tampoco decía la otra y así… no queríamos comer frijoles mijito, llorábamos porque íbamos a comer frijoles. Entones mi mamá nos decía: Cómanse los frijolitos mijitas, si son buenos (piensen en los muchachitos de Etiopía que no tienen nada que comer) pruébenlos y verán, me acuerdo yo que nos decía ella… y con una cuchara nos daba unos poquitos de sopa en la boca, pruébenlos que ricos que son nos decía.


DI.- Bueno ¿y porqué todo eso? ¿Y las vacas y todo lo demás?


VM.- Es que ya cuando mi papá cuando se enfermó vendió todo. Pero aun así enfermo a mi mamá no le faltaba nada en la casa. Si el vendió todo… Mi mamá lo que tenia es que ella nunca fue dejada… porque mi papá hasta esterlinas de oro tenía. Fijate que como fue mi mamá de secreta, que mientras nosotros fuimos chigüinas nunca nos enseñó una. Mirá como era. En una media de las que se ponen en las canillas, allí había metido las esterlinas y se socava aquella cosa en la cintura, allí andaba aquello amarrado y allí andaba las esterlinas. En el cofre no tenía nada.


DI.- Y no las vendía no hacia nada con ellas


VM.- No las vendía ni nos decía que las tenía. Cuando ya nos quemaron la casa allí fue la cosa…


DI.- Pérese un ratito no me cuente todavía la historia de la quemada de la casa que nuemos llegado ay todavía.


VM.- !Ah bueno! Entonces ella compraba por mayor el maicillo que era bien barato, la fanega que decían antes eran 25 arrobas (625 libras) y hacia unas grandes trojonas de zacate de arroz y las llenaba de maicillo aquellas trojes. Sí, mi mamá compraba maicillo de futuro (o de bejuco, ven que no sólo naranjas ni café de bejuco hay) y nosotros no sabíamos de donde salía la plata. Ella tenía bestias también y en aquellas bestias jalaban el maíz.

Cuando ya le mandaban a avisar los que le debían que ya tenían listo el maíz, ya lo mandaba a traer ella en aquellas bestias que tenia, y ya llenaba también aquellas grandes trojas de maíz que hasta se reventaban por bajo porque eran barbaridades de maíz (en los últimos párrafos creo que habla de maicillo y no de maíz ya verán porque).


Al mismo tiempo compraba el maíz grueso y tenía un bunque que lo llenaba de frijoles… pero trabajábamos porque mirá ve, en el puro patio así que había de pura tierra, nos ponía a que lo barriéramos bien que porque era fina la tierra no era suelta y al barrerlo quedaba limpito aquel patio. Entonces nos ponía a sacar aquellos frijoles con unos canastos y a tirarlos en aquel patio, a asolear aquel macanazo de frijoles, y en la tarde a recogerlos y a echarlos a los sacos. Mi mamá nos saco el aire a nosotros mirá… y ya metíamos aquel poco de frijoles… eran tres días los que asoleaba mi mamá los frijoles, sino se le picaban (se los comían los gorgojos)… sanitos los frijoles todo el tiempo.


La sal, como tenia ella esas bestias, las alquilaba por una arroba de sal fijate. Unos hombres venían a Choluteca a llevar sal y por el alquiler de las mulas le daban una arroba de sal.


DI.- ¿Entonces mi abuelo no vendió todo? Porque le dejo bestias de carga, tierras…


VM.- Sí, le dejó bestias, potreros, buenos potreros…


DI.- Me imagino que lo que vendió fue el ganado porque eso necesita mas trabajo.


VM.- Si, fue el ganado porque no lo tenía allí en San Pedro sino en un lugar que le llamaban El Jocomico. Allí mantenía él el ganado donde un señor que se llamaba Toribio Vílchez, y ese Toribio le robaba el ganado y se lo estaba terminando. Entonces, él lo vendió mejor. Y dejó algunas vacas pero ya allí en los potreros de allí de San Pedro. Suficiente para la leche y la cuajada pero ya quesos ya no se hacía.


Pues aquí paramos la carreta. En el próximo episodio algunos retazos de la guerra de Sandino y la vida sin don Juan.

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