martes, 24 de febrero de 2009

Perdiendo aprendí, pero más vale lo que aprendí que lo que perdí­...(Refrán español)


El tercer, pero no el último episodio de la vida de mi papa, se los ofrezco en líneas que siguen.


El hombre pasó de mandadero con el chilillo al aire a arreador de chanchos y enfermero; de eso a casi zapatero; de casi zapatero a cortador de café; de cortador de café obrero agrícola en las plantaciones de caña de azúcar de Chinandega, de obrero agrícola a chofer de carreta de bueyes y de chofer de carreta a agricultor independiente. Él pasó de Honduras a Nicaragua siendo aun chigüín y regresó a Honduras siendo hombre,dejando en Nicaragua 3 hijos, tres muchachos.

Su periplo comienza entre 1922 y 1924 en Las Botijas, Honduras, y se prosigue en Nicaragua. San Pedro del Norte, El Chaparral, Somotillo, Cinco Pinos, Chinandega, El viejo, León, Chichigalpa, Posoltega, Managua, no son que algunos nombres que vienen seguido en la historias de mi papa. Pero el nómada que fue, se hizo sedentario cuando mi abuelo descubrió que tenia las espaldas anchas, los cojones bien puestos y la paciencia de San Francisco.

Bueno pues, como diría Chepón Izaguirre, No le busquemos pelos a la iguana y sigamos el penquello…

JI.- Y me vine… Allá estando en San Pedro, me pongo a sembrar maicito y cuestioncitas allí, para darle de comer a Jaime a la Linda, a todos; pues lo poquito que hacia era para dárselo a mi mamá. En una de esas en 1952 o 51 vengo yo a San Marcos de Colón… yo no conozco a mi papá.

Me dice mi tío Manuel, el doctor Corrales… porque las otras familias de mi papá si me conocían bien a mí… y me dice el doctor Corrales: mira, me dice, allí está tu papá, andá velo hombré.

Vaya pues voy a ir, le digo yo.

Entonces yo no lo conocía… venia mi tía Narda también, la esposa del doctor y me decía: Allí esta, hombre, allí está tu papá, allí esta tu papá… y en aquella cosa.

Al caso pues… me voy. Decía yo “caramba, decía, porqué no me dicen vení hombre te voy a llevar donde tu papá para que lo conozcas, pero llegar yo solo…” eso estaba jodido… como hacia yo para llegar.

Al caso pues que me hicieron echar ganas y me voy a la casa de mi papá.

Me dice mi tío Manuel: mira José, cuando mirés un hombre que viene o que va o que esta allí en la casa y que esta chiflando, cantando, componiéndose el pelo (ríe) ese es tu papá, me dice.


Ya me fui yo, amigo… llego a la casa y no está sólo está Chepita (Josefa Calderón, la esposa de mi abuelo y madre de Saúl, Flora, Reina y Aidé) y le pregunto: Buenos días

Buenos días

¿Allí está don Lorenzo Molina?

¡No! No está, me dice Chepita.

¿Lo ocupaba?

Si es que quería verlo que le traigo una razón.

Yo no hallaba como hacer para… Ya me puse allí, arregostado en un macho que andaba montado, a esperar allí… mirando. Allá al rato venia un hombre… tas, tas, tas chiflando el himno nacional… si es verdad… ¡positivo! Ya luego, tas se metió adentro. Ya se sentó en una su silla que tenía allí con una maquina de escribir allí. ¡Aja! ¿Y entonces pa llegar yo, cómo hacía? Pero vengo yo y ya llegué y le digo yo:

Buenos días.

Buenos dias, me dice.

Yo no hallaba que decirle. Pero entonces le digo: ¿usted es don Lorenzo Molina?

Si, me dice, yo soy ¿que deseaba?

Bueno, le digo, vengo a conocerlo como padre.

¿Vos sos José? Me dice.

Cuando el me dijo vos sos José, a mí se me llenó el espíritu ¿verdad? Porque él sabía que tenia un hijo que se llamaba José.

Si, le digo, yo soy.

Vos sos José el de la Juana Paula.

Si, le digo, yo soy.

A pues, como no, pasá adelante

Y nos saludamos y empezamos a platicar y va de platicar… me dice:

¡Aja! Yo vivo en El Paraíso, ay si vos de repente te dan ganas de ir por esos lados a conocer, pues ya sabes que… vas donde mí… ¿Y te gusta trabajar a vos? ¿sabés trabajar, no sos haragán?

Y le digo, pues mire, no soy gran trabajador pero gano para comer.

¡Ah! Bueno, me dice, y seguimos platicando.


Usted sabe, le digo, que el que no trabaja no come, así pura riata, como el me estaba hablando claro y pelado, yo también le hablé a calzón quitado.

¡Amigo! Me vengo y le digo, Pues hombre yo ya vine a conocerlo, ya me voy.

¡Hombre! Me dice, ya sabés…

Y se mete la mano a la bolsa. Nunca había recibido un regalito de… se saca cien Lempiras y me los da. En aquellos tiempos eran cincuenta y mas Dólares… al uno y medio por dólar fijate… y yo que andaba pero así (gesto de brazos cruzados) aquello me cayó como… ¡Jobero¡

Me jui y ya llegué donde mi tío Manuel y ya le platico que había estado con él, y ya quedamos.

DI.- Bueno, de allí ya iba pensando yo en lo que iba a hacer… No hallaba como hacer (perdí un poco de la entrevista por culpa de un solo verguello que se tenían las mujeres en la cocina. Hilda, la Flora y Gloria estaban lavando trastos y se oye el pelelén pelelelén de los peroles).

JI.- Cuando yo vengo donde él aquí, (a El Paraíso) yo no vengo para acá, yo voy para Guaymaca… ¡no! Para Choloma, allá vivía Chente Corrales. Él era administrador de un aserradero. Para allí iba yo buscando trabajo.

Nos venimos con un hombre que se llama Pedro Mondragón (Morola y no Mantequilla), con el nos venimos.

Cuando llegamos a Tegucigalpa, viene él y quería meterse a la policía. ese era el ejército que había aquí antes, la policía. Entonces el quería que nos metiéramos a la policía, pero a mi no me gustaba esa cosa, porque a mí nunca me a gustado el ejército.

Entonces viene, y nos estuvimos dos días, y yo haciendo el parapeto que estaba esperándolo, pero mentiras. A los dos días le digo a Pedro: “Mire compañero, yo me voy a ir para El Paraíso y usted se queda aquí y cuando ya esté la cosa armada, la solicitud hecha me avisa y si consigo cosa buena yo también la aviso a usted”. Así fue, y ya me vine, me vine para acá. En vez de irme para Guaymaca, me vine para acá.


Hombré, Cuando yo llego aquí Al Paraíso, yo no conozco bien a mi papá. Lo había visto en San Marcos, Pero cuando vine aquí, había un primo mío que se llamaba Paco Molina y tenia un negocio bien bonito, y era el pariente pues que conocía más yo, y para allí fue onde busqué yo, para donde Paco me fui yo cuando llegué aquí a El Paraíso. Cuando llegué onde Paco pues, me dice: mirá José, yo aquí te había de tener a vos, habías de estar con migo porque yo tengo… me dice, a tiempo me hubieras servido, me dice, pero yo se que mi tío Lencho te va a llevar en cuanto nomás… te voy a mandar a dejar mejor.

DI.- ¿Y usted donde había conocido a Paco?

JI.- En San Marcos… Nos conocíamos cipotes, era hijo de mi tío Chente Molina.

¡Ah pues y…! Ya me mandó a dejar y ya le dijeron a don Lencho que iba yo…

¡Aja! Me dice, te dio ganas de venirte, me dice, Porque ya me había visto el a mí…

Si, le digo yo.

Va pues, me dice.

Y allí quedé yo. Allá… nos estuvimos dos días aquí en el pueblo. A los dos días me lleva para la montaña. Y fijate que desde que me lleva pa’ la montaña el propio 27 de junio de 1952, pongo los pies yo en esa montaña, en La Arabia… me lleva, el montado y yo a pié… caminando.


Pues ya, ya cuando llegué allá, pues ya me dice a mí: Mirá, aquí vos vas a estar y el trabajo tuyo va ha ser que les vallas a medir tarellas a estos hombres (Tarella: deformación de tarea: jornada de trabajo que equivale 35 x 35 yardas) y ay las vas apuntando, y la comida aquí te la van a hacer.

Nos mandaba Chepita (esposa de mi abuelo, una señora delgadita como una varilla de cuete, tal vez por eso les mandaba poquitos frijoles) un puñingo de frijoles, un puñito de arroz, y cuando era el viernes, ya no había nada.

Al caso pues, yo me fui y no nos volvimos a ver con Pedro (Pedro Mondragón Morola el que quería hacerse policía) hasta hace poco que vino aquí a la casa, vino con la señora, con la Modesta Montalbán, vinieron aquí y los llevé a la finca. Él esta bien Pedro, bien está.

DI.- ¿Se hizo policía, Pedro?

JI.- ¡No! No entró a la policía, ese anduvo allí, vagando (se ríe y continua). Allá a los días (1952) escribe la señora de él (de Pedro) que la había dejado en San Pedro, llorando que le dijera donde estaba pedro, que no sabía donde estaba Pedro…

DI.- ¿Y cómo ella sabía que usted estaba en El Paraíso?

JI.- Yo le contesté que con Pedro nos habíamos separado en Tegucigalpa pero que de allí no me daba cuenta de su… pues allí me quedé. Y empiezo a trabajar.

Yo llego con unas camisitas de seda, blanquitas y unos pantaloncitos bien bonitos. Cuando eran los dos meses ya yo estaba que parecía “Juan Charrasqueado” con las camisas manchadas y todo… ¿y sin sueldo y sin nada? … Va de trabajar, Jodido, va de trabajar… cuando se llego la corta (recolección del grano de café) a cortar café, jodido, a mulear, a apuntar y a andar de caporal (capataz)… a todo eso me dedicaba yo. También a cosas que no quisiera ni recordar yo… todas las calamidades que pasé yo trabajando para mi papá (es de hacer notar que mi papá trabajo más de 11 años para mi abuelo y durante todo ese tiempo nunca tubo salario. Cuando se fue de las propiedades de mi abuelo, este último le dio dos mulas y una vaca parida. Las tierras que mi papá posee fueron compradas con la herencia que mi mama recibió y con el culo de las gallinas que mis papás criaban. Esfuerzo, privaciones y un poco de ardid son la marca de comercio de mis padres).

DI.- Cuéntelas, porque sus nietos van a tener que saberlas, todas esas calamidades que usted pasó.

JI.- Pues por lo menos para la gente de ahora que todo lo quieren agarrar de un sólo viaje, primero hay que pijiarse… (El tono de voz aquí es un poco colérico y aleccionador y no cuenta nada, creo que prefiere contar las historias de explotación que vivió de manos de otros y no la que sufrió de la parte de su propio padre, he dicho, jodido).

Al caso que, al siguiente año, en abril… Llegué en (cuenta con los dedos) junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre, diciembre, enero, febrero, marzo… en abril, hice viaje para ir a ver a mi mamá. Y me sale don Lorenzo Molina para ese viaje con 300 Lempiras… Allá mi mamá tiene empeñada la casa por 300 Córdobas, pero 100 lempiras eran 350 Córdobas en ese tiempo. Ya iba yo pensando en eso, que tenia que hacer eso con mi mamá yo.

Pues hombre, entonces fue cuando yo me voy, desnudo (harapiento) a vestirme a Choluteca, a mandar a hacer pantalones. Con 100 Lempiras, compré pantalones, camisas, calzonillos, zapatos y me chainié bien. Eso si que estuve que estarme dos días en Choluteca para llegar a San Pedro.

DI.- ¿Y porqué se fue desnudo pues?

JI.- Porque yo… como no ganaba y…

DI.- ¿No le daba ropa don Lencho?

JI.- No te digo pues, que la ropa que me dio fueron unos pantalones de esos de partida. (pantalones comerciales mal cortados. Si te quedaban de largo no te quedaban de la cintura. Con orgullo agrega) Yo nunca me los puse. Bien me acuerdo que así era el pantalón, cafecito (habla del pantalón con el que llego a El Paraíso). Ya lo mandé a lavar y con ese me fui, a estarme a Choluteca dos días.

Ya llegue allá y ya le fui a hacer el mandado a mi mamá (hacerle el mandado aquí, quiere decir pagar la deuda y no en el sentido que se utiliza en Honduras “hacerle el mandado a la muchacha”). Ya le fui a sacar la casa con los 300 Córdobas. Ahora que vino Jaime le acordé de eso yo, porque ellos no sabían de eso. Que si no hubiera sido yo talvez esa casa se hubiera muerto… pero ellos no saben… sin embargo mi mamá… ellos la vendieron la casa y yo nunca les reclamé nada, ¡no! Nunca les reclamé. No sabía Jaime ese royo, pero ahora cuando fui a San Pedro, para que se dieran cuenta, se lo platique a la Corina, delante de mi mamá para que oyera… la vez pasada que fui a San Pedro (1998) les platiqué : Se acuerda mamá…

Si es verdad, dijo ella.

¿Verdad que vos no sabias eso? le digo a la Corina

¡No! No sabíamos eso nosotros, me dice.


¡Aja! Entonces pues para que se den cuenta quien soy yo. Si otro hubiera sido yo hubiera andado reclamando alguna teja vieja pero yo no, le digo. ¡Si! Al caso que la casa es de ellos y quedó en poder siempre de los hermanos y esa vez… (Se termina la primera parte del casete y perdí una parte de la conversación).

DI.- Ya cuando estuvo aquí (me refiero a San Pedro)

JI.- Mira ve, el caso es este, que cuando yo me vine en realidad (a El Paraíso), San Pedro, o sea, la familia de mi casa estaban en una situación tremenda y yo los he sacado de aquella, y sin embargo, yo creo que talvez ellos no lo reconocen eso ese gesto que hice yo. Y los cipotes estos quedaban chiquitos, Jaime con German, no hallaban en que andar montados y aquí, en el primer viaje que fui le consigo a Jaime una yegüita, fiada para pagarla cuando regresara pero la pagué. Se la quité (pedí fiada) a Chimino y se la fui a pagar. Después le compré otra y ya se fueron preparando.

Cuando estoy aquí, vienen unos muchachos de allá de San Pedro a trabajar aquí. Unos hijos de Camilo Mondragón, (hermano de doña Juana Mondragón, madre de Alduvín Mendoza, Nayo, Juancito…) también vino mi hermano Jaime. Uno de ellos no hallábamos como ayudarle, esta virginia tenía una máquina de coser y se la prestó al muchacho y dice a hacer pantalones… fijate que se hacía cinco pantalones diarios… nosotros le ayudamos… él en agradecimiento me le enseña a Jaime a sastre y le compramos una máquina a Jaime allá en San Pedro, para que empezara. Yo no le he preguntado a Jaime si trabaja el ahora esa cosa de la sastrería… Pero, nosotros la ayudamos ya con Virginia a comprar la máquina.

DI.- ¿Pero la primera vez que usted fue a San Pedro usted no se había casado con mi mamá todavía?

JI.- ¡No! La cosa estaba con la Dora Garache todavía, con la mamá de José Alberto (Mi tercer Hermano). Estaba con la Dora pero iyendo de aquí yo allá hallo a José Alberto chiquito, tiernito… porque él nació en enero y yo lo fui a ver en abril. Pues cuando yo llego allá, viene la señora la agüelita de la Dora y me sale diciendo unas cosas a mí que no me gustó...

(Esta señora se llamaba doña Hermenejilda Palma, en el pueblito la apodaban con todo respeto doña Mereja y los que no la respetaban la llamaban La Pitoreta. Este ultimo apodo parece que la venia del hecho de tener la lengua un poco resbalosa. Cuentan que una vez se fue de viaje y que cuando regresó, la gente le decía: ¡Adiós doña Mereja! Y la anciana contestaba ¡Chinandega, León y Corinto! En lugar de responder el habitual adiós, ella quería compartir con el resto del mundo el recorrido de su viaje).

...Allí decía que yo me quería casar con la Dora porque tenia pisto (seguro que la viejita no dijo pisto si no que reales pué) y que como yo no tenia nada… Y el papá de la Dora era el terrateniente de allí. Entonces vine yo y le dije: “Mire pues por eso, por que tiene pisto, no me voy a casar con ella” y hasta allí nomás pues. Así me fui retirando de ella.

DI.- ¿Pero usted reconoció a José Alberto?

JI.- ¿Cómo?

DI.- ¿usted le dio el apellido Izaguirre a mi hermano?

JI.- Yo supongo que si, porque cuando yo llegue allí, el viejito me dice… en realidad le digo yo: Me dijeron a mí que no habían asentado al muchachito en los libros, le digo al viejito, al mero agüelo y era el alcalde. Pues hombre, me dice, no, porque no sabemos si usted lo reconoce. Y yo sólo eso fue lo que le dije: ¡no! Yo se que es mío, le dije.

DI.- ¿Entonces José Alberto se firma Izaguirre Garache?

JI.- Yo creo que si.

DI.- ¿Y entonces, después de que regrsó a San Pedro que hizo?

JI.- ¡Ah! Pues, antes de irme me preguntó mi papá, me dice que si iba a regresar. Bueno, digo yo, si yo le digo que regreso… regreso y si le digo que no pues también… pero bien, le digo yo, vua regresar.

¡Ah! Vaya pues, dice, entonces cuando te vengás le decís a mi hermano Cheto… me avisas para decirle yo a mi hermano Cheto que te de dinero allá (San Marcos de Colón).

Y así fue, allá al mes le digo que me iba a venir. Me avisa él de aquí (El Paraíso) por medio del telegrama que viniera donde Cheto. Y le pido 200 Lempiras a don Cheto Molina. Le dejo 100 a mi mama y con 100 me vengo yo.

Pues cuando regresé aquí ya la cosa fue diferente con migo. Por lo menos en el vestuario y en todo lo que me hiciera falta me dice don Lorenzo: andá, ahora de aquí para allá, todo lo que te haga falta lo que necesités, te vas donde la Florita (hija de mi abuelo, esposa de Tavo Ortega).

Allí venia yo a pedir Zapatos, mi capote, todo, bien equipado.

Y allí esta esa mula y esa montura que te la mandé a componer para que andes montado. Vas a ir de aquí a la Casa de Cinc, al Plan Grande (propiedades de mi abuelo) y eso vos lo vas a manejar allí, me dice. Así vivía yo, encantado… pero eso que, eso era todo lo que… ¿Cómo te dijera?

DI.- No había sueldo…

JI.- En eso era todo lo que lo molestaba yo en sacar la ropa y todo lo que ocupaba. Pero sueldo nada tampoco, pero ya la cosa era distinta. Al siguiente año, vuelvo a ir allá otra vez, ya voy de otro modo… entonces ya llevo unos centavitos, llevo una carga de café (200 libras) que eso era oro allá y así. No, si don José hacia bulla cuando llegaba a San Pedro(reímos los dos) y así seguimos…

En eso pues, ya me casé con Virginia, nos venimos… luego ya hicimos los primeros viajes con ustedes… con vos allá… ya estábamos más… que llegaste allá vos regalando pisto vos a San pedro a todos los chigüines. Le habíamos aliñado una pelota de daimitos nosotros y llegas vos regalando pisto a toda la gente y aquella gente alborotada… Jodido, que había llegado… (Rie y agrega), que bonito, pero todo pasa hombre, (Anécdota de 1972: mi papa me dio algo así como 5 lempiras en monedad de 20 centavos y al llegar a San Pedro me puse a regalarles monedas a todos los chavalitos del pueblo. Fue la primera vez en mi vida que tuve tantos amigos).

JI.- Yo no he vivido casi allá, porque si es esa vez que me fui de 14 años y vine como de 23 años y al venir a San Pedro me estbe 3 años y después me vine para acá… no he vivido casi allá, en cambio aquí tengo como 49 años casi de estar en este Paraíso.

DI.- Lo que sigue no aparece en la entrevista pero sirve para completar la historia dela establecimiento de papa en El Paríso.

Mi Papa se casó en 1957 en San Pedro del Norte, con mi mama se la trajo para Honduras y vivieron en las tierras de don Lorenzo Molina hasta mediados de los años 1960. Dejaron la aldea de Volcancitos y se establecieron el la aldea de Palo Verde. Como dije antes con esfuerzos; mi mama cuidando trabajadores, haciendo pan dulce, criando chanchos y gallinas; mi papa cultivando maíz y frijoles engordando novillos de de vez en cuando; Mis viejos se salieron del atolladero Molina Calderón. Así criaron cuatro hijos que ahora ya medios canosos les da por escribir en Internet.

Flora Mercedes Izaguirre Martínez

Yelva María Izaguirre Martínez

Melba del Socorro Izaguirre Martínez

Y su servidor José Dario Izaguirre Martínez.

Don Joche Izaguirre es el padre también de otros cinco hijos:

José Eleuterio Carrión Izaguirre

Félix Pedro Carrión Izaguirre

José Alberto Izaguirre Garache

Griselda Valdés Izaguirre y

Caridad… mil perdones a mi hermana si no la llamo como se debe, pero no la conozco. Sin embargo, quisiera un día encontrarla y ofrecerle mi mano y mis disculpas. El mismo mensaje se lo dirijo a mi hermano José Eleuterio, a quien aun no he tenido el gusto de encontrar.

Bueno, ¿Y de done viene doña?

Allí vengo de atrás.

¿Y para donde va? Allí voy para adelante.

No se pierda el próximo capítulo… Manina: ¡Se están robando los nances! Chepón: ¡Comé mierda!

lunes, 23 de febrero de 2009

Si hay que ir, hay que ir… pero ir para nada es pendejada... ( Y0)

Aquí les va el segundo episodio de la increíble y triste historia de don Joche Izaguirre y su vida de rodadas.

El tiempo en que le robaba los nances a las Martínez había pasado… Bueno, estamos ya cerca de los años 1940. José Ignacio Izaguirre Molina, ya no se pasea cañambuco y hasta sabe leer, escribir y hacer cuentas. ¿Cómo diablos aprendió?

¡Sabe…! por allí dice Dulia (mi hemana Yelva) que fue la Madrina Colacha la que le enseñó las cuatro reglas. Él dice que llego hasta segundo grado, pero una cosa es cierta, nadia engaña a Joche Izaguirre ¡carajo! Lo importante es que no se quedo burro, ni nació para tamal, porque bien sabemos:
que el que nace para tamal del cielo le caen las hojas.

Bueno, el hombre tiene 15 años y está en Managua haciéndole la guerra a su mama para que se regresen a San Pedro.

JI.- ¡Nos vamos!

Se llegaron las cortas de café en las Sierras de Managua… ¿vos haz oído mentar vedá?

DI.- ¡aja, si!

JI.- Fuimos a cortar a las Sierras de Managua. Puesto allá pues, metiéndole manera yo allí a mi mamá para que nos viniéramos para San Pedro. Y es verdad que yo andaba allá… yo andaba a gusto, para como estaba antes allá en San Pedro.

DI.- ¿Y qué era lo que le hacia falta pues?

JI.- ¡Mi abuela!

DI.- ¿Y porqué no se la llevaban pues?

JI.- Era mi agüelita y la querencia a San Pedro. Yo a veces me deseaba ser pajarito, para venirme para San Pedro (ríe a carcajadas) ¡Jobero!

Bueno, al caso que me la traje de allá.

Cuando yo me la treigo para San Pedro… ella me tiene listo… cuando nos venimos de allá… (En esta parte trata de ordenar sus ideas antes de contar su partida hacia su pueblo. Cuenta todas las ventajas que hubiese tenido si se hubiese quedado en Managua y lo que perdió yéndose a San Pedro, y continua…)

Fijate, me metió en una zapatería, como alistador, que juera a aprender… en aquellos tiempos. Era en una Zapatería que se llamaba La
Zapatería Alemán; allí hacían zapatos para exportar, en aquellos tiempos… y casi al frente la teníamos esa zapatería. Los dueños eran parientes del papá de las muchachas, de la Linda y de la Rosa y se me ofrecía.

Había un tallercito mecánico también. Allí podía entrar a trabajar yo también. Pero la cosa es que yo tenía que venirme para San Pedro.

Y me la treigo para San Pedro a mi mama.

Mirá, me dice, te va a pesar después cuando ya estés grande esto que estas haciendo, me dice, te va a pesar.

Y efectivamente, si yo le hago caso y me quedo allá con ella no estuviera aquí… no tuviera los hijos que tengo también. Bueno, al caso que me dijo esas palabras mi mama… y me vine.

Cuando estoy en San Pedro… amigo… yo no hallo para donde coger y me voy otra vez para el interior de Nicaragua y ella se queda allí en San Pedro.

Allá yo me voy a estar como nueve años que nadie sabía donde estaba yo, cuando se dieron cuenta donde estaba yo, fueron onde mi, y me vine… me trajeron pa San Pedro. Pero mientras ellos me van a traer allá, yo ya tenía una mujer allá con un hijo (mi hermano Mayor que no conozco, José Eleuterio Carrión. Aquí no queda claro también si la señora quedaba embarazada o si ya mi segundo hermano Félix Pedro había nacido, este lo conocí en 1978. Creo que los dos aun deben vivir en Chichigalapa).

DI.- Pero ¿Cómo se dieron cuenta de que usted estaba allí pues?

JI.- Se dieron cuenta porque vino un señor y nos miró a nosotros y se dio cuenta bien donde estábamos, como vivíamos y donde estábamos pues y así vinieron directamente donde nosotros, onde yo, pues. Vino la agüelita mía, llegó la agüelita mía onde estábamos nosotros, con mi hermana la Linda (aquí quiere decir que mi tía Erlinda acompañó a mi bisabuela en el viaje para repatriar a mi papa). Allá pues, se vino ella y después fue mi mamá a buscarme y ya me vine con ella para San Pedro.

Pero esos cuatro días (3 años) que pasé en San Pedro los pasé amargos y los que anduve fuera de la casa anduve cuatro días amargos también (9 años), Pero, fijate que cuando llegué de aquí (de San Pedro) yo a ese Chichigalpa, tuve una suerte… Yo no sabía trabajar bien, y cuando vamos al trabajo… las mujeres… nos dejaban así enredados a nosotros…

Di.- ¿Y de que trabajaban pues?

JI.- Al machete, las mujeres… limpiando Maíz. Nosotros pues la manera de trabajar era con machetes pero de taco o pailas (Machete artesanal hecho por los herreros del salvador, del sur de honduras y del noreste de Nicaragua. A diferencia del machete tradicional, largo y flexible, el machete de taco se parece más a la oz. Él es corto y curvo a la extremidad distal y su hoja se acaba en un pedazo largo de aproximadamente 18 pulgadas de madera dura. De allí su nombre machete de taco. En Colombia ale llaman Calabozo)­... y esos machetes largos ni los conocíamos nosotros, allí es donde nos fregaban. Al caso que, allí me estuve yo…

Dos tipos de machete


DI.- ¿Por qué no mandaban a traer machetes tacos a…?

JI.- El hombre, el mandador de allí, me tenía lástima a mí. Porque el compañero mío era Cesar Izaguirre que decía que éramos hermanos, y mentiras…

El mandador me dice:
Hombré vos, me dice, verdad que vos no sos hermano con Cesar.


¿Porqué? Le digo yo


Es que el dice, que son hermanos…


JI.- Si somos medios hermanos, le digo yo, pero mentiras… Fijate que la suerte mía fue allí… ese Cesar era un hombre que no tenia cabida, el hombre parecía que sabia escribir que sabia todo, y no sabia ni firmar. En cambio yo ve, humildito andaba… Habíamos 40 trabajadores allí. En esos 40 trabajadores ninguno sabía leer, ni el mandador.


Di.- ¿Y usted ¿sabia leer?


JI.- Yo sabía leer… Sólo la señora de él, la señora del mandador, sabía leer. Pero la señora hacía la comida para los mozos, le llevaba las planillas al mandador… Pues un día están haciendo la planilla, discutiendo… y me arrimo y me quedo mirando yo lo que estaba escribiendo. Entonces, en una de esas, que está escribiendo la señora, por poner una cantidad, pone otra; entonces, le digo yo: mire, le digo, parece que se equivoco allí le digo, y me queda viendo (con ojos de vaca viendo pasar el tren). ¡Ah! Si es verdad, me dice. Bueno, me dice el mandador, ¿y es que vos sabes leer hombré?

¡Si! Medio puedo, le digo.


Mirá, me dice, de aquí para allá me le vas a ayudar a esta mujer…

Vaya pues, le digo yo, con tal que pueda…

Al siguiente día me dice la señora: bueno, me dice, vamos a…

Mire, le digo yo, ¿quiere que trabajemos de una manera fácil? Mire vamos a rallar un papel… así como ago las planillitas y aquí, es que yo había visto eso más antes… Ya los días miércoles y lunes y todo… y le pongo allí los números. Aquí arriba, le digo yo es el lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado y aquí le vamos a poner el total de los días trabajados.

Aquí al lado vamos a poner los nombres de cada trabajador. Ahora, le digo, aquí el fulano trabajo el lunes, el martes, el miércoles, hasta que lleguemos allá… y usted si algún mozo no viene tal día usted va saber que día fue que no vino, le digo yo. Si no vino… (Aquí la cosa se puso un poco difícil porque mi sobrina Sarela parecía que tenía hormigas en las nalgas y no nos dejaba de molestar, pero se las matamos y seguimos la cosa) pues no marca usted la casilla y así ya sabe que día no vino, por si le reclaman.

Así fue, ya empezamos. El día sábado, ya le corté la planillita, hombre ve, bien cortadita… y se van pal pueblo y le llevan la planilla al patrón, y el patrón era el Juez del crimen allí era un señor allí…

DI.- ¿Se llamaba cómo?

JI.- Andrés Sosa… ya quedó mirando aquello, el trabajo… ¿aja, y esto? Les dice…

(El mandador responde) ¡Si! Esto lo hizo un muchacho que esta allí, un catracho que está allí en la casa, le dice.

DI.- Pero usted no era catracho usted había vivido todo el tiempo en Nicaragua

JI.- Yo les decía que era hondureño, todo el tiempo anduvimos como hondureños nosotros, con Pedro (aquí habla de su hermano-tío, Pedro Izaguirre, Mantequilla y no Morola).

Ya lo quedo viendo… mire aquí está el total de cada quien y esto y esto… hombre si… miren, les dice, póngale cuidado a ese muchacho, que les ayude, esta bueno.

De allí para allá el niño bonito era yo… el sábado tenia mi bestia ensillada que me la mandaba a ensillar el mandador y ya salíamos al cerro (ríe a carcajadas) a capar novillos. En una de esas, ago una chiripa yo, (se emociona) que el hombre creyó que yo era profesional también. Mira ve, arrean una novillada, yo andaba montado y con una pialera también yo por delante. Y va de corretear un novillo y no lo podían lazar, el animal pasa cerca de donde yo, y ya la suerte para que me miraran, y le ago yo así con la pialera (hace el gesto típico del campista que laza) y ¡faa! Lo soco el animal del descuezo y pega el tironazo en el tejuelo… y yo ¡jodido! como gran… pura chiripa y fue lo único que hice (ríe y dice que no lo volvió a hacer. Pero no es cierto mi papa era un buen campista yo lo vi hacerlo). Si este jodido es uñas escondidas, dice el mandador, vos sos una fiera, dice, no jodás , me dice … (toda esa parte la cuenta entre sonrisas y carcajadas).

Pues allí me quede parte de los nueve años que anduve allí botado, Allí me estuve como cuatro años. De allí me saca el mismo Cesar, que nos fuéramos pa los Brasiles que allí estaban ganando no se cuantos cienes de pesos diarios… a comer mierda… no te vayas hombre, me decía el mandador, no te vayas hombre José, no te vayas… pues nos fuimos a llegar a ese tal Brasil (nombre de una hacienda cafetalera) a comer caca (mi hija Gabrielle de 3 años le dice: no se come caca papita jodido) pero para nada, un mal viaje que hicimos ese.

De allí me regreso, allí fue donde vine a parar a ese Torreón que le llaman (pueblito del centro de Nicaragua) donde Salomón Prío…

Algunos de los lugares donde estuvo don Joche


DI.- ¿Y porqué no regresó donde Andrés Sosa?


JI.- Por pena me dio, me dio vergüenza.


DI.- ¿Y donde los Prío, que hacías pues?


JI.- ¿Onde los Prío, que hacía…? Era chofer… chofer de carreta de bueyes por que no habían carros.


DI.- ¿Y onde aprendió a carretiar pues?


JI.- Allí donde Sosa… paradito, fijate que arreaba los bueyes parado en la carreta. Caminaban aquellas… si uno se hace profesional como dicen en las… (Quiere decir al sopapo).

Caminábamos por todo León lo cruzábamos con bueyes fíjate y dos yuntas de bueyes cada carreta. Cuando el buey…veníamos aquí ve (describe una maniobra de carretero complicada de escribir) y queríamos agarrar para allá, sólo picábamos aquel y ya daba la vuelta el buey… pero es que todo mundo parado arreando y dirigiendo los bueyes… así fue como fue patrón mío don Salomón Prío.


DI.- ¿pero dijiste que eras carretero?


JI.- yo era carretero y jefe de las carretas, nueve carretas. Iban cargadas de plátanos, arroz, frijoles, maíz y dulce de rapadura; de todo cosechaba ese hombre allí. Lo sacaban de El Torreón para León, pero nos tardábamos dos días para llegar. Salíamos a las tres de la tarde a dormir al camino… en la madrugada, salíamos otra vez íbamos llegando a León como a estas horas (6 pm). De regreso el viaje lo hacíamos en un día porque ya veníamos vacillitos… ya de regreso veníamos vacíos.

Nosotros nos ayudábamos allí cuando íbamos porque las colas (los restos, fruta o mercancía averiada) de los plátanos que íbamos a descargar, las vendíamos en el camino.

La esposa de él nos daba de comer a nosotros… ¿Sabes quien era la esposa de don Salomón?

La hermana de Leonardo Argüello el candidato que le ganó la presidencia a Somoza una vez, un período… (Leonardo Argüello Barreto - 29 de agosto de 1875 – 15 Diciembre de 1947: fue un político nicaragüense que después de varios intentos logra ganar la presidencia de Nicragua en 1947. Estuvo en el poder del 1 al 27 de mayo de 1947. A este le paso, como diría don chema Baqueano las de Sancredo Nieves (Tancredo Neves) en el Brasil, que sólo estuvo tres días en el poder y se murió del gusto)…Y esa señora nos daba la comida a nosotros. Una mujerona, blanca, bien altísima… caramba… como la tengo tan presente yo… ya a esta fecha, esa gente ya no han de existir… pero eso si que todo el tiempo les dije yo que era hondureño.


DI.- ¿Y donde fue que trabajaste en una molienda pues?


JI.- ¡Allí! Allí también me enferme del baso. Allí es donde echaba sangre de nariz yo día y noche. Y allí no tenía amparo de nadie, pro siempre Dios anda siempre con uno… estaba solo… Me mandaban a trabajar ahí, talvez a hacer un hoyo para sembrar un poste… Allí estaba la sangre. En la noche estaba dormido y allí estaba el sangre de nariz. Y estuve tan decepcionado, que decían que el dulce era malo pal baso, yo me hartaba sólo para que me muriera. Estaba panzón de comer dulce y no me morí el jodido, hombré (ríe y afirma) ¡Si!

Al caso pues que, viene y llega un indio a trabajar allí de pocero, allá los poceros les llaman a los que trabajaban con bueyes para sacar agua con malacates. Arrean aquellos bueyes y van dando vueltas… Y aquel hombre era de aquí de las Segovias, indio. Y ese hombre era tan indio, que ese hombre caminaba con la maleta cruzada, con las cobijas… nunca la dejaba donde dormía, todo lo caminaba con él y trabajando y a nadie le hablaba… un indito bajito.

Allá un día estoy yo sentado así en unos palos que habían botado, unos cocos. Yo sentado con la luna clarita yo solito allí… ¡y no es que llega el indio hombré! A sentarse allí cerca de mí, y me dice: ¡Aja hombé! ¿Estás fresqueando?

Si hombre, Y vos le digo yo, tas con ganas de… – Como allá viejos y jóvenes se tratan de vos y vos y vos. Y vos estás con ganas de fresquear, le digo.

Si, me dice, yo me parece que te miro jodido yo a vos, me dice.

Si hombre, le digo yo, paso bien mal, le digo.

¡Ah! Me pregunta. ¿Y que te pasa pues?

Padezco esto y esto y esto, así y así y así, y ya le expliqué yo el asunto de la sangre de nariz. ¡Jobero! como que Dios me lo mandó allí… me dice:

Mira, me dice, una vez un hermano mío estaba así en esa forma, me dice, ya tenia una bacinilla llena de sangre de nariz y llegó un señor, dice, y nos recetó una medicina.

¡Aja! Le digo yo, ¿y esa medicina, le digo, cual es, se puede comprar?

Si hombre, si no te va a costar nada, me dice, si la conseguís, también.

¿Cómo así?

Pues el hombre nos dijo que fuéramos a buscar una mudada de culebra…

¡Y yo les tenía asco a las mudadas de culebra!

Y ya nos dice que la fuéramos a buscar y que la empapáramos de orines de él mismo y que se la pusiéramos en la frente. Pero nos puso una condición, dice, que no se fuera a bañar tres días. Pues nosotros agarramos una escopeta y salimos… Yo tenía una idea, hombre, de adonde podíamos hallarnos una, dice, y nos fuimos y la hallamos por pura casualidad y fijate que la conseguimos, la trajimos y se la pusimos y no volvió a padecer…

¡Jodido! Y yo… al siguiente día, mirá ve, yo voy con una carreta y unos barriles de agua a regar una caña… a pura mano (ríe) ese era el trabajo que me habían dado… cuando yo voy caminando… una mudada de culebra terciada en el alambre, miré. ¡Mira! Los ejemplos como son ve… en el alambre… y la miro yo y me apello, amigo, a agarrarla y la doblo bien dobladita como que me había hallado un a reliquia y me la echo a la bolsa ¡Jodido! En la noche…

Pues al caso que, al caso que yo la llevo la mudada de culebra… la hallo ensartada en el alambre y me apello de la carreta y pan, pan, pan, la doblo y me la echo a la bolsa de la camisa. En la noche no hallaba como hacer para amarrármela, con una cáscara de guinello, la agarré y la empape de orines y me la pongo en la frente y dormí con ella. Ya en la mañana me la quité… al siguiente día ni echo sangre de nariz ¡hombré!… ¡al tercar día, no echo sangre de nariz, el cuarto día el quinto es sexto y hasta…! Ya cuando ajusté los quince días nada de sangre de nariz hasta hoy en día, hasta hoy. No volví a echar sangre de nariz.


DI.- ¿Y el indio?


JI.- Ya le platiqué yo… vedá ,no te dije, me dice, porque mi hermano así era y esa fue la medicina, me dice. Fijate, y ese hombre no le hablaba a nadie, y como fue a dar allá donde estaba yo para decirme… ¿Verdad? ¡Son casas admirables! Que poniéndoles sentido, tienen… ese hombre que no le hablaba a nadie ¡caramba! Irse a sentar…

A pues de allí para acá, yo me recuperé hombré… mas pollón­... me compuse. Así les platico a muchas gentes de esa cosa ¡es una gran medicina eso! Allí padecía de mal de orín también… ¡Ay! Si me ponía agrave… ¿y con que me curé también? Otra señora me dio otra medicina… la horchata de Guayabillo, de esas guayabas agritas que hay en los montes… la horchata de eso es bueno pal mal de orín…


DI.- Aquí el hombre se levanta y me dice: Bueno hay podemos pasar la semana platicado… y se va, hasta el siguiente día, donde cuenta su venida a El Paraíso





domingo, 15 de febrero de 2009

Uno sabe donde nace pero no sabe donde se va a morir… ¡Jodido! (Don Joche Izaguirre… mi papa)

En diciembre del año 2000 decidí que iba a entrevistar a mi papa. El propósito era de hacerlo hablar y que contara algunas de sus las historia infancia hasta su vejez. Pero el objetivo escondido detrás de esta entrevista era, y es más que todo, que todos los panzones y panzonas que felizmente descienden o están aparentados con de ese viejito faldero, conozcan sus orígenes.

La tragicomedia en ocho episodios, típica de almanaque Bristol, será reducida a por lo menos tres episodios. El primero, que ahora les ofrezco, cuenta los orígenes de mi papa. El segundo contará su adolescencia hasta su regreso a San Pedro del Norte de Potr
ero Grande y el último contará el encuentro de mi papa con su padre, Lorenzo Molina, y su establecimiento en la polvosa (bueno, ahora tiene calles condimentadas, como decia Dulia, por lo menos hasta el billar de don Moncho Pilleca) Ciudad de El Paraíso.

Para aclarar al lector

¡Ojo!Cuando vea las iniciales DI, soy yo quien habla (Dario Izaguirre). En el caso de JI, trata de mi papa (José Izaguirre). También se aclara, que el texto de la entrevista respeta el diálogo de manera íntegra, salvo algunas aclaraciones o comentarios
hechos por el entrevistador que aparecen entre paréntesis.



Don Joche Izaguirre y el Caitudo de yo


Bueno, allí le va dando.

DI .- ¿Don Joche, dónde nació usted?

JI .- Yo nací … Mira ve… Yo nací en un lugar que se llama Jayacayán o sea las Botijas. Si en las Botijas nací yo. En las botijas, en una hacienda del agüelito mío… de mi papá.

DI.- ¿Quién era su abuelo pues?

JI.- Se llamaba Aniceto Molina.

DI.- ¿Ese era el papá de mi abuelo?

JI.- Si ese era. Y mi mamá se pasó a ese pueblito que se llama San Pedro (del Norte de Potrero Grande, Departamento de Chinandega, Nicaragua), porque mi papá se estaba casando con otra. Entonces se fue, llevándome a mí como de cuatro años. Puesta en San Pedro… La crisis en ese tiempo era horribilísimo, el vivido de la gente… la gente vivía casi… casi desnuda.… Entonces ella se fue para Managua, dejándome a mí con la agüelita mía… con ella me crié, con mi agüela

DI.- ¿Cuantos años tenía usted cuando mi abuela se fue?

JI.- Más o menos como unos 5 años, porque lueguito se jue ella… para Managua y desde esa vez que se fue ella para Managua, yo la vine a conocer de 14 años, la fui a conocer à Managua.

DI.- Pero, dígame una cosa, sus abuelos por la parte de su papá
¿quienes eran?




JI.- ¡Eh! Aniceto Molina era el papá de mi papá y la mamá era María Corrales… se llamaba.

DI.- ¿Y el papá de Aniceto Molina como se llamaba?

JI.- ¡No! ¡ no se! ese vivía en Pespire.

DI.- Pero no sabe como se llama

JI.- ¡No! (en el fondo, mi hermana flora ce que se llamaba Estaban) yo supongo que se llamaba lo mismo, porque como siempre la costumbre uno cuando tiene un hijo ponerle el nombre del papá

DI.- ¿ Y los papás de la esposa de Aniceto Molina sabe usted como se llamaban?

JI.- Se llamaba Aniceto Corrales, el papá de la mamá de mi papá.

DI.- ¿Y por la parte de mi abuela?

JI.- Mi abuelita era nacida en Morolica. Se llamaba Jacinta Izaguirre la mamá de mi mamá.

Di.- ¿y el papá de su abuela?

JI.- El papa de mi mamá se llamaba Raymundo Corrales.

DI.- ¿El papá de su mamá?


El pueblito de mi papa

JI.- El papá de mi agüelita se llamaba Bruno Sandoval y la mamá de mi abuela se llamaba Petrona Tercero.

DI.- ¿Y porqué ella es Izaguirre pues?

JI.- Porque el apellido es regalado.

DI.- ¿Lo que quiere decir…?

JI.- Mirá, mi agüela nace. El papá de ella tenía un hermano que se llamaba también Bruno Izaguirre. Porque en las familias, o sea, por ejemplo, mi mamá, tiene hijos de dos apellidos. La Linda y la Rosa, por ejemplo, no son Izaguirre, son García, porque mi mamá se casó.

Entonces mi mamita nace y están los dos hermanos, el uno es Izaguirre y el otro es Sandoval. Se muere el Sandoval, que era el papá de la agüelita mía y queda en poder del Bruno Izaguirre. Aquel le puso Izaguirre a mi agüela, pero de boca. Como mi abuela nunca se casó, todos los hijos le salieron Izaguirre. Así es el apellido de nosotros, regalado ¿verdad que no somos Izaguirre?

DI.- Bueno, ahora, usted es el hijo de doña Juana Paula Izaguirre y de don Lorenzo Molina. ¿Pero usted tiene más hermanos por parte de su mamá? ¿Quiénes son?




JI.- Mis hermanos… La que me sigue a mi se llama Erlinda García, sigue la Rosa García… también… ya son legítimos esos; después viene Corina, hermana mía, esa es Izaguirre, después viene Jaime, después viene German que es el último.

DI.- entonces hay dos García y el resto son Izaguirre.

JI.- Nada más que yo soy Izaguirre Molina, por mi papá, y aquellos son Izaguirre Corrales, porque el papá era Fausto Corrales, el papá de Arnulfo, el marido de tu tía Benita.

Fijate que esa cosa del apellido, yo lo descubrí. Lo descubrí por esto… nadie tuvo el acuerdo… pero yo sin saber a que hora, le pregunto a mi agüelita que cómo se llamaba su mamá.
Mi mamá se llamaba Petrona Tercero.
¿Y su papá?
Mi papa se llamaba Bruno Sandoval
¿Y porqué es Izaguirre usted?
Porque me crió un hermano de mi papá… me dijo ella.

JI.- Así nos quedamos (ríe y aumenta)…que divertida la cosa.
Y así de esa forma ya descubrí la cosa, y se las platico a todos lo otros hermanos. Ellos no sabían, pero ahora si ya saben que el apellido es regalado.
Gracias a Dios, ese bruno que la crió a la agüelita mía era Izaguirre y estaba mezclado con un poco de maleantes de la Guaruma, con unos Vílchez, él era Izaguirre Vílchez. Entonces esos Vílchez le decían tía a mi mamita pero no era nada de ellos. Esos eran bien malos y el mero papá de crianza de mi agüelita era una buna gente que no se metía con nadie y así salimos todos. En la familia no hay ni uno que tenga un pecadito, ni una mancha que hayga manchado sus manos con hacerle daño a una gente con un machete o con una pistola ni nada.

DI.- Sólo mi tío Federico, que no mató a nadie, sólo los que aplastaba con la tanqueta durante la revolución.

JI.- Los hijos de ese señor salieron maleantes, los de bruno Izaguirre por la parte de los Vílchez. Toño con Federico, todos los hijos de la Julia tienen esa mezcla de los Vilchez Izaguirre con el viejito ese.

La familita de nosotros todita está viva ¡jodido! y nadie…

DI.- ¿Y los hijos de mi bisabuela quienes eran? (Por sus problemas de oído no comprende la pregunta y responde que no sabe).

DI.- Los hermanos de su mamá, quienes eran

JI.- ¿Los hermanos de mi mamá? ¡Ah bueno, eso si! Allí están toditos. Primera, mi tía Fabiana, mayor de mi mamá; sigue mi tía Amada, la esposa de Chimino… esa si se murió… la única que se ha muerto… sigue de mi tía Amada, mi Mamá. A mi mamá le sigue La Julia, a la julia le sigue Siríaco y a Siríaco le sigue Pedro.

DI.- ¿Siríaco esta vivo?

JI.- ¡No! Siríaco está muerto. Lo mataron, esos Vílchez lo mataron. ¡Ah si! a pedro le sigue Laura.

DI.- Allí se acabó.

JI.- Después conozco a los primos, Los primeros primos que conocí fue a Federico, la Pancha y la Socorro hijos de la Julia… Así es la cosa amigo. (Es de aclarar aquí que mi papa creció con mi tía Julia y mi tío Pedro y los hermanos menores de mi abuela. Así pues, cuando él se refiere a Pedro, a Laura y a Julia, no los trata como tíos sino como hermanos).

DI.- Bueno Usted llega de 4 años a San Pedro del Norte, su mamá se va para Managua cuando usted tiene 5 años…

JI.- Yo quedo en poder de mi agüelita, pero bajo de una situación económica… que eso era parejo. Todo mundo vivía en harapos allí, todo mundo (eran los años 1928 o 30) y los que se ponían así vestiditos de seda o de manta eran así ciertas familias que tenían un poquito de recursos. Como Virginia, tu mama, a virginia le compraban vestidos de manta, unos camisones, unos yaguales que se ponían.

DI.- ¿Y usted que se ponía pues? (Me dejó con los frijoles en el pescuezo)

JI.- Cuando yo estoy de 10 a 11 años cuando mi mamá ¡hombré! me mando una camisita, de Managua, con un hombre que anduvo allá. Fijate, me la ponía, una camisita cuadriculadita (casi llora contando eso). Me levantaba en la noche a tocar la camisita yo… ¡fijate hombre! me levantaba a tocar la camisita que la ponía allí guindadita. Me mandó también un pantaloncito chinguito, porque antes usaba los pantalones chingos hasta la pierna uno.

DI.- ¿Y antes de eso que se ponía pues? (me dejó otra vez con los frijoles en el pescuezo. En realidad aquí lo quiero hacer decir que él se paseó desnudo, en pinga o cañambuco, como dicen los nicas, hasta los 11 años)

JI.- Cuando llegué a los 14 años, viene Fausto Corrales y me hace la propuesta a mí, que si quería ir a conocer a mi mamá. Pero el hombre era vivo, tenía una hija enferma con el marido y no hallaba como hacer para mandarlos a Managua, porque no había un conocido y él sabía que allá estaba mi mamá. Nosotros teníamos la dirección y todo.

Es que, dice, yo voy a mandar a Canuto con la Juana que se van a mediquear a un centro de salud que se llama el Naturismo.

Aja, le digo yo.

Y si querés ir vos, me dice, te doy el pasaje y te vas, de paso vamos a llevar una partida de chanchos y vas ir ganando también, me dice.

Hombre, así jue pues, valla pues voy a ir… y nos vamos…
Llegamos a Chinandega. Cuando llegamos a Chinandega, a montarnos en el tren; cuando, si yo no lo conocía el tren. Nos juimos y llegamos a Managua.

DI.-
¿pero el tren no llegaba a San Pedro?

JI.- No, hasta Chinandega llegaba

DI.- ¿Y de San Pedro hasta Chinandega, arriaban los chanchos?

JI.- Arriados los chanchos hasta llegar a Chinandega… unos polvasales, caminado. En tres días y tres noches llegaba uno, fijate, caminando.
Al caso pues, es que llegamos a Managua, y en Managua no hallábamos como hacer para llegar al barrio dionde estaba mi mama que se llamaba Los Ángeles. Pero por suerte nos hallamos un hombre y ese hombre la conocía a mi mamá… pura suerte… Y ese hombre era cochero. Porque esos eran los carros que había en Managua, los coches… eran tropas de coches. Un carro no lo ibas a ver vos en ese tiempo… aquellos coches… Pero vieras que turbas de coches. Y tenían unas cosas que… el pito era un timbre. Cuando llegaban a un estorbo ya le ponían el pié a aquella babosada y brdu brdu brdu ya sonaba aquello.
¡Ah pues! ya nos llevo el hombre. Y llegamos amigo, donde doña Juana Paula Izaguirre, preguntando:
¿Aquí vive la fulana de tal?
Si, aquí vive.
Ya la saludó Canuto y la Juanita que era la señora de él y mi mama no la conocía.
Bueno, ya mi mamá me quedo viendo…

Mira Juana Paula, le dice Canuto, aquí viene tu muchacho, le dice, te viene a conocer.

¡Vos sos mijo! me dice mi mamá y me abraza y aquello.

Y ya quedamos pues.

Pasen adelante, ya nos acomodaron allí y ya se empezó a platicar de la cosa, del medicamento que iban ha hacerse los hombres (Juana y Canuto). Mi mamá los llevó donde el hombre (“el médico”).

Al caso que los hombres se fueron.

Ya el doctor los fue a ver y les dijo:
Ustedes se van a quedar aquí, pero necesitan una pieza aparte, donde van a estar sólo los dos ustedes.

DI.- ¿Y que tenían pues?

JI.- Por cuentas esa enfermedad era la tuberculosis. Ya se les buscó la pieza a los hombres. Eso daba pesar mirar aquella gente.

Miren les dijo, ustedes se van curar pero se van aguantar 15 días hambre, sin comer, sólo agua van a tomar, pero agua de paja, paja le llaman allá en Nicaragua al grifo o a la llave.

DI.- Fresco de tubo.

JI.- porque el agua que usaban en Managua, todo mundo tenia un pozo en el patio de la casa para sacar agua, y era rara la gente que tenía agua potable.

¡Ah pues así fue! ya comenzaron aquellas gentes el primer día.
Yo me tocaba irlos a ver como de aquí casi a la ENNE (aproximadamente 2 Km), todos los días los iba a ver y les llevaba el agua.

Cuando eran los ocho días, aquellas gentes se estaban muriendo. Jodido, yo iba a llevarles agua pa que se bañaran también y a botarles una bacinilla que mantenían. Pasaban toda la noche escupiendo y aquella bacinilla amanecía que sólo le hacia así… (Gesto y ruido de desdeño).
Jodido, a los pocos días le digo a mi mamá: mamá, yo ya no aguanto esa ida porque es… ¿y de allí ir a desayunar? Le digo, yo voy a comer primero para ir allí, le digo, porque ya cuando voy allí y vengo ya no…para comer tengo que dedicarme a otra cosa para olvidar lo de la bacinilla. Si no, no comía (rie). Comía, ya me iba a botarle aquella cosa a aquella gente.

Cuando eran los once días, me acuerdo yo, ya los mire aquella gente…
Me voy para donde el doctor y le digo: doctor, esa gente se están muriendo, hombre.

¡Mmm! Me dice, vamos a verlos.

Ya nos montamos en un bus. Tres buses tenía Managua, oiga bien, y el recorrido que hacían sólo era de la aviación al cementerio, la calle principal, nada más. Donde llegaban los buses estaba cerca de donde estaban los señores.

Ya nos apeamos en el calvario y nos venimos. Ya llegamos y se sentó a leer un periódico allí aquel hombre y los miró.

No se mueren, dice, no se mueren. Pero si comen comida y no se aguantan se mueren.

Fijate hombré. Jobero, entonces, vaya pues.

Ajustaron los quince días, todos bolitos. Daba pesar aquella gente.
Esa Juana es hermana de Arnulfo Corrales el esposo de la Benita.

Jobero, aquella cosa amigo.

Cuando se llegan los quince días les dice el doctor.

Bueno ahora si, ya van a comer.

¡Ay si! Todos alegres yo y mi mamá también porque iban a comer.

Vamos a ver pues ¿Qué van a comer?

Miren dice, mañana van a empezar a comer jugo de limón. Un vaso de jugo de limón.

Y se lo han tomado, amigo, como comer algo bueno.

DI.- ¿Jugo puro?

JI.- Si… se lo tomaron… sin sal, sin azúcar, sin nada.
Ahora, dice, mañana van a comer jugo de Dreyfus (grapefruit), así le llaman allá a la pomela (pomelo).

A traer esa babosada y a hacerles el jugo, Y dicen allá voy…a tomarse el jugo. Dos veces al día nada más. Sin azúcar, sin sal si agua, sólo el puro jugo.

Bueno, dice, mañana van a comer sopa muchachos.

Ve hombre, van a comprar repollo, verdura, toda clase de verdura y les hacen una sopita, una sopa, sin sal también (ríe). A meterles aquella sopa y se la comen. L’hambre es jodida, tremenda.
Ya comieron.

Ahora si, dice el doctor, Ya van a comer tortillita con cuajada. Pero la primer tortilla que se coman con cuajada, sin sal, les dice, Ya la segunda sí, ya le ponen un poquito de sal pero no mucha y ya así se van ir acostumbrando. Luego el jugo de naranja, fruta, la que quieran comer, coman, eso sí.

Al caso que, allá como a los 19 días se les avisó a Chinandega que ya estaban recuperando. Allí les mandaron un poco de frutas, y dicen a comer. Cuando se recuperan, ya hacen viaje de regreso para San Pedro.

DI.- ¿Y quién pagaba todo eso?

JI.- Nadie, Nada cobraba el hombre.

DI.- No, yo hablo de usted, la vaciadas de bacinilla, el agua…

JI.- Nada, a mí no me daban nada.

DI.- A su mamá talvez…

JI.- Talvez se han de acordar por lo menos ahora, porque la juanita está viva. Ay stan se curaron. Y yo creo que esa gente tienen agradecimiento de mí, porque a mi me daba pesar de verlos jodidos.

Bueno hombré, al caso pues, que ellos se vinieron, y allí quedo yo en Managua metiéndole chinga a mi mamá que nos viniéramos pa San Pedro. Fijate estando bien, para como estaba en San pedro, allá en Managua estaba en la gloria. Como al mes de haber llegado, a los dos meses de haber llegado, ya estaba dando la primera comunión, en la propia iglesia Santo Domingo. Todo eso con vestidito nuevo, con zapatitos nuevos color batata.

Pero eso si que cuando me puse los primeros Zapatos, jodido (ríe a carcajadas), cuando llegué a la casa iba que me reventaba de los pies.

Al caso que di la primera comunión. Mi mamá me compró una candelota grande casi igual a mí.

DI.- Bueno aquí voy a parar la cosa.

En las próximas páginas, el regreso a San Pedro, la partida a Chichigalpa y el regreso a San Pedro.

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